Desertificación y sequía dañan severamente el medio ambiente

Desertificación y sequía dañan severamente el medio ambiente

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Informes de la Organización de Naciones Unidas afirman que el 40 % de la superficie terrestre está degradada, con una pérdida anual de más de 100 millones de hectáreas productivas, lo que provoca, entre otras cosas, efectos negativos en la vida cotidiana de más de 3 mil 200 millones de personas. Y se calcula, por ejemplo, que anualmente unos 24,5 millones de personas se ven forzadas a abandonar sus hogares por culpa de la degradación ambiental.

 

 “La humanidad está degradando las tierras a un ritmo alarmante, lo que ya le cuesta al mundo unos 880 mil millones de dólares anuales, cifra que supera con creces las inversiones necesarias para frenar este problema”, afirma la ONU. Foto: Tomada de: ECOAvant

 

El organismo mundial estima también que es necesario restaurar al menos mil 500 millones de hectáreas de tierra degradadas para el año 2030 —con una inversión global que superaría el billón de dólares—, lo cual hace comprender la necesidad que para la humanidad tiene frenar y revertir urgentemente la degradación que padece el suelo de nuestra casa común, el planeta Tierra.

Advertida por la comunidad científica internacional sobre la amenaza del mencionado trastorno medioambiental, en el año 1994 la Asamblea General de las Naciones Unidas instauró el 17 de junio como Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.

La efeméride, cuyo propósito es promover la conciencia pública sobre dos fenómenos que conllevan a una nefasta incidencia en el medio ambiente a nivel global, se desarrolló este 2025 bajo el lema “Restaurar la tierra. Liberar las oportunidades”, y tuvo su evento central el pasado martes en la ciudad de Bogotá, capital de Colombia.

Este proceso de desertificación (donde no se incluye el avance de los desiertos existentes), consiste en la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, siendo ocasionado fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas.

La desertificación es favorecida por la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas ­—que cubren un tercio de la superficie del planeta—, la sobrexplotación y el uso inadecuado de la tierra. Asimismo, la productividad del suelo es afectada negativamente por la deforestación, el sobrepastoreo, las malas prácticas de riego, la inestabilidad política y la pobreza.

A lo expuesto se suma que, según estudio publicado en la revista científica Nature, la capacidad de la atmósfera para extraer humedad del suelo (su “demanda evaporativa”), ha aumentado un 40 % en las últimas décadas; esto hace que, incluso en zonas donde las lluvias y precipitaciones no han disminuido, las sequías sean más intensas.

Tal fenómeno incidió en que, en tan sólo cinco años, la superficie terrestre afectada por sequías severas haya aumentado un 74 %.

Es necesario conocer también que el suelo, más allá de su rol como soporte de cultivos y bosques, cumple funciones vitales: filtra el agua, almacena carbono, alberga biodiversidad; y también conserva restos arqueológicos que cuentan la historia de la humanidad. Ignorar su deterioro es comprometer no solo el medio ambiente, sino también la seguridad económica, alimentaria y el patrimonio cultural.

Estudios científicos avalados por la ONU confirman que todas las regiones del mundo son afectadas por la desertificación y la sequía, por lo cual la más importante organización mundial solicita de manera reiterada a la comunidad internacional adoptar medidas conjuntas para hacerles frente, particularmente en el continente africano.

De acuerdo con los informes antes citados, las regiones que lideran los compromisos contraídos para la restauración de las tierras son África y América Latina.

 

Si continúan las tendencias actuales y no restauramos las tierras, alerta la ONU, para el 2050 habrá un área tan extensa como toda Sudamérica —unos 16 millones de kilómetros cuadrados— en proceso de degradación. Foto: Tomada de: ECOticias

 

El África subsahariana, región que concentra el 45 % de las tierras degradadas del mundo, lidera los compromisos globales con más de 440 millones de hectáreas prometidas para restauración, lo cual podría crear hasta 10 millones de empleos en los sectores de la agricultura y la silvicultura sostenibles de zonas vulnerables como el Sahel.

América Latina y el Caribe, con el 14 % de las tierras degradadas del planeta, tienen el segundo mayor objetivo de restauración, con más de 220 millones de hectáreas.

En Asia occidental y África septentrional, donde casi el 90 % de la tierra ya está degradada, el compromiso es de restaurar más de 150 millones de hectáreas. La ONU alertó que en estas regiones el impacto combinado del calentamiento global y la escasez de agua ejerce una presión cada vez mayor sobre las poblaciones y los sistemas agrícolas y naturales.

En su mensaje al reciente evento en Bogotá, el Secretario General de la ONU afirmó: “Lo que es bueno para la tierra es bueno para las personas y las economías”, y destacó que para alcanzar los objetivos propuestos se necesita mayor participación del sector privado, que hoy solo representa el 6 % de las inversiones mundiales en restauración.

Y también reclamó Antonio Guterres: “Insto a los Gobiernos, las empresas y las comunidades a que respondan a este llamamiento y aceleren la adopción de medidas para cumplir los compromisos compartidos sobre el uso sostenible de la tierra”.

(Con información de sitios web de UNESCO, ECOticias y EFEVerde)

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