Polémico contrapunteo entre teatro y plástica

Polémico contrapunteo entre teatro y plástica

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Algunos símiles entre los dibujos de las bandejas de Ávila y el performance de teatro  Primero.
Algunos símiles entre los dibujos de las bandejas de Ávila y el performance de teatro Primero.

Polémico ha sido el noble contrapunteo generado entre teatro y plástica durante la apertura de la exposición de cerámicas artísticas de Roberto Ávila, que bajo el título de Te llamarás musa, ocupa la galería Raúl Martínez, en Ciego de Ávila.

En la muestra, inaugurada con motivo del Día del trabajador de la Cultura, el prolífico artífice recrea ambientes llenos de música y alegría, para dialogar con el espectador desde originales bandejas en las que ha dejado su impronta mediante estampas románticas, pasionales o fantásticas que revelan un rico universo de cubanía.

Ávila entreteje su arte con la propia naturaleza del hombre, es decir, sus ancestrales vínculos con la tierra, y su perentoria necesidad de alimentarse para sobrevivir. Partiendo de esa concepción, propone sus narraciones pensadas en entornos rurales, aunque también incluye temas citadinos y marinos, en los que la existencia humana trasciende asida a sus nexos con la cultura. Y fue la prestigiosa compañía Teatro Primero, dirigida por Oliver de Jesús Hernández, la que asumió el reto de interpretar tales presupuestos, durante un performance donde el grupo escenificó esenciales valores del campesinado cubano, fuente nutricia de las cerámicas artísticas del además pintor y dibujante.

En la breve puesta, producida hacia el fondo del interior de la galería, se narran los amoríos ocultos de dos jóvenes campesinos, Candelita (Hanny Gómez) y Amado (Luis G. Pérez), quienes —tras la llegada de la muchacha al batey, montada en su dócil corcel— establecen una comprometedora plática que es intervenida por el padre de ella, Cubanero (Giraldo Alfonso), el cual pone fin al mimoso encuentro e insta a los enamorados a tomar cada uno por su lado; el altercado es diluido por la gracia guajira de Berlanga (René Companioni), quien guitarra en mano provoca una inesperada fiesta a la que se suma la comunidad bajo una jubilosa y rítmica tonada.

La pelea de gallos y el juego de dominó, dos divertimentos estrechamente vinculados con la vida de los campesinos cubanos.
La pelea de gallos y el juego de dominó, dos divertimentos estrechamente vinculados con la vida de los campesinos cubanos.

En tanto ocurre el gracioso alboroto, en la escenificación se produce una pelea de gallos conducidos por Orlando A. Hernández y Ordán Hernández, este último aficionado, como igualmente lo son Antonio Parada, Yonsel Sosa (acompañado de su mono Muñe) y Gustavo Gómez (El Vaquero), invitados que junto al resto de los actores, Manuel Alfonso (Sotero), Carmen Rodríguez (frutera) y Lisbany Martínez (pescador), asumen otro atractivo cuadro: el juego de dominó; Lisbany abre la entrada del caballo con un tema de música campesina, demostrando su donaire como actor y cantante.

Sin embargo, tal hecho vinculado a los temas de las obras de Ávila fue criticado por algunos que opinan que no debió de consumarse en esa institución, y lo calificaron de “transgresor” e “inconveniente”.

Aunque el proyecto contó con el apoyo del Consejo de las Artes Plásticas y de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas en ese territorio, evidencia la necesaria actualización y la falta de experiencias que reverencien allí la dinámica función y el “papel” actual de las galerías de arte, sobre todo en la promoción de ideas que permitan potenciar los nexos de la plástica con el resto de las artes: el teatro, la danza, el cine, la música…

La realización de performances y otros tipos de espectáculos dentro de las galerias de arte, relacionados —directa o indirectamente— con los disímiles acontecimientos expositivos, motivan, sobre todo en la capital, a numerosos creadores a complementar tales presupuestos estéticos a partir de otros mensajes proyectados desde diferentes expresiones artísticas.

Las galerías de arte han dejado de ser fríos espacios en los que solamente “funciona” el diálogo iconográfico propuesto por los artífices. La dinámica actual reclama la creación aunada entre distintas expresiones artísticas. Proponérselo no es tarea fácil ni festinada. Sin complicados y poco entendibles conceptualismos, el despliegue escénico de una estampa de sano costumbrismo rural fue una válida manera de introducir al público en la muestra de Ávila, cuyos discursos precisamente se nutren de esa rica tradición tan poco recreada por todas las artes.

Al prever este performance también se tuvo en cuenta que los trabajos de este artista generalmente rememoran dos emblemas en la historia de la plástica cubana y que no es la primera vez que irrumpen en una apertura como esta: los caballos y los gallos, figuras igualmente cercanas a la idiosincrasia y la cultura de los avileños. Los que allí estuvieron disfrutaron, a pesar del calor y de la pésima acústica, de la grandeza del complementario mensaje de la profesionalidad actoral de Teatro Primero.

Candelita (Hanny Gómez) y Amado (Luis G. Pérez), los jóvenes enamorados sobre los que gira la breve dramaturgia de la puesta en escena en la galería Raúl Martínez.
Candelita (Hanny Gómez) y Amado (Luis G. Pérez), los jóvenes enamorados sobre los que gira la breve dramaturgia de la puesta en escena en la galería Raúl Martínez.
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