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Al desaparecer físicamente, el Comandante Hugo Chávez Fría pasó a la posteridad, dejó de ser únicamente venezolano y se convirtió en símbolo para los pueblos de Nuestra América.
Esa tesis la validaron los más de cien mil tuneros que acudieron desde muy temprano a la Plaza de la Revolución Mayor General Vicente García, de la ciudad capital, este Primero de Mayo, acompañados por Víctor Gaute López, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; Nereyda López Labrada, secretaria General del Sindicato nacional de los Trabajadores de la Cultura; y, las máximas direcciones del Partido y el Gobierno en el territorio.
Su imagen junto a Fidel, a Raúl o simplemente a título individual recorrió la populosa avenida en brazos de viejos combatientes, de jóvenes, de niños… de un pueblo que reconoce y recuerda con cariño la obra del otro Libertador de América.
Porque el desfile en esta histórica plaza fue un acto de reafirmación revolucionaria y de apego al socialismo, por cuya prosperidad y sostenibilidad marcharon unidos los trabajadores y el pueblo, como un torrente de energías renovadas para reiterar al imperio y a los burgueses de este siglo un mensaje claro: seguiremos el camino de justicia social labrado en más de un siglo de luchas por la emancipación nacional.
Como sus principales anhelos de justicia social están satisfechos, los trabajadores tuneros enfatizaron sus exigencias de respeto a la Revolución Bolivariana y a su presidente Nicolás Maduro, criticaron las tendencias fascistas de la oposición y reclamaron la libertad incondicional de los Cinco antiterroristas cubanos retenidos ilegalmente en los Estados Unidos.
Todas esas demandas tuvieron réplicas en las ciudades cabeceras de los ocho municipios, que cerraron manifestaciones similares en las comunidades rurales de la geografía tunera.
