Sin la imprescindible brújula

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Jorge López Suárez, obrero de la granja urbana Manatí, en el municipio del mismo nombre en Las Tunas, tiene 72 años de edad y muestra con regocijo un certificado que lo distingue por su buen desem­peño laboral y dice con nostalgia: “Esos fueron otros tiempos. Entonces había producción y bue­na gestión administrativa.

En la zafra no todo depende de los trabajadores. Foto: Reynaldo López Peña

“Ahora las cosas son diferentes”, remarca con cierto desconsuelo y afirma que hace alre­dedor de un año no cobra salario, y se mantiene en el organopónico El Tanque protegiendo los recursos y ahí mismo “siembro dos o tres cante­ritos que riego a mano, cosecho y comercializo la producción para sobrevivir”.

En Cuba hay otros que, como Jorge, sufren el impacto de los problemas financieros de las entidades donde trabajan, cuyas pérdidas aten­tan contra la economía del país y los ingresos de sus fuerzas productivas, hechos que obstacu­lizan los programas de desarrollo y estimulan el éxodo hacia el exterior o hacia otros empleos mejor remunerados, principalmente en el sector privado.

La granja urbana antes mencionada tuvo en plantilla 117 trabajadores y hoy cuenta con 13 en funciones de custodios. La entidad debe mi­les de pesos a productores, usufructuarios, su­ministradores, a la Oficina de Administración Tributaria (Onat), a la Empresa Eléctrica, así como los salarios de su colectivo… “Pero, con la organización también hay impagos que perjudi­can su sostenibilidad”, agrega José Luis Dimas Mathew, el director.

Similar situación en el territorio tienen sus análogas, hecho agravado por la indefinición de su subordinación, tras ser creadas las empre­sas agroindustriales agropecuarias municipales (EAAM).

Las renombradas organizaciones recibieron una moratoria de sus deudas y “cuando se desin­tegró la Empresa Provincial de la Agricultura, a la que pertenecíamos, nos trasladaron una deu­da de 6 millones de pesos vinculada con el pago de salarios. Ninguno de los tres organopónicos producen porque no tienen fuerza de trabajo, solo 11 hombres que protegen los medios. Los escasos ingresos el Banco los retiene por concep­to de intereses”, reseña Omar Ramón González Téllez, director de la granja urbana de Puerto Padre.

“Para resolver los impagos salariales fue­ron aprobados créditos emergentes con la re­gulación de que solo cubrían los saldos de tres meses: marzo, abril y mayo del 2023, pero hay deudas que datan de agosto del 2022 en la Em­presa Agroindustrial del municipio de Jesús Menéndez, por solo citar ese ejemplo”, remarca Danuris Ortiz Velázquez, miembro del Secreta­riado Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en Las Tunas.

 

Preciso encontrar el camino

A nivel nacional cerca de 300 empresas estatales cerraron el año 2024 con pérdidas, con predomi­nio en los sectores Agropecuario (69) y Azucare­ro (45). De estas, la mayoría radica en la región oriental, específicamente en las provincias de Granma con 16, y Holguín y Las Tunas con 13 cada una.

Trabajadores indaga en El Balcón del Orien­te Cubano causas y consecuencias de este fe­nómeno y se acerca a opiniones de expertos y obreros vinculados con el tema en áreas que son primarias para la economía y la población: las producciones de alimento y de azúcar.

No se puede desconocer el impacto de las li­mitaciones financieras y el recrudecimiento del bloqueo económico, financiero y comercial im­puesto por los Estados Unidos a Cuba, obstácu­los tan reales como las posibilidades de lograr que nuestro sistema empresarial estatal busque alternativas para ser rentable, eficiente y ope­re con utilidades. Hay ejemplos que demuestran que se puede superar esa pendiente, con expe­riencias que vale la pena generalizar.

El criterio lo defiende el licenciado en Con­tabilidad y Finanzas Víctor Pereira Santies­teban, director de Economía y Planificación en el territorio tunero. “Existen entidades que teniendo incumplidos los planes de venta y de producciones físicas, no logran el nivel de utili­dades planificados, pero tampoco tienen pérdi­das”, enfatiza.

Según datos del pasado año, el sistema em­presarial estatal de este territorio previó una utilidad de mil 369 millones de pesos, y obtu­vo solo 54.2 millones debido al incumplimiento de 40 entidades, de las cuales 13 concluyeron su ejercicio contable con pérdidas.

Las empresas agroindustriales azucare­ras (EAAM) año por año tienen problemas en los renglones planificados: azúcar, alcohol, otros derivados y miel, esta última progra­mada ahora en las de Colombia y Majibacoa y que no han podido materializar por déficits de combustibles y lubricantes, especifica el directivo.

Atestigua que el gran volumen de pérdidas se concentra en la EAAM Antonio Guiteras, la única con plan de producción de azúcar en la presente contienda. Las entidades de la Agricul­tura también arrastran pérdidas, aunque las re­cién constituidas EEAM ahora de subordinación local, recibieron una moratoria y tienen el gran desafío de mantener la categoría.

La Empresa Agroindustrial del municipio de Jesús Menéndez, “nació con deudas, pues he­redó impagos de salarios de la antigua Empresa Agropecuaria”, acuña Juan Sánchez Echava­rría, director de la unidad empresarial de base (UEB) de Aseguramiento, y califica el impago de sus clientes como otro obstáculo para la sos­tenibilidad.

No obstante los cambios y sus buenas in­tenciones hay eslabones extraviados. “Creo que pueden resolver la situación, tanto productiva como económica si todas las UEB del sector en el municipio tributaran sus producciones a la nueva empresa y no es así”, sostiene Juan Fer­nández, miembro del consejo de dirección y con más de 45 años de experiencia en el sector.

En lo personal considero que tal denomina­ción apunta más a una aspiración que a su reali­dad, porque no tienen industrias y deben destinar áreas a la obtención de alimentos para el autoa­bastecimiento en sus comedores obreros y comer­cializar excedentes. Los cambios de estructuras por sí mismos no transformarán la situación.

 

Causas y azares…

En el sector azucarero, como en el agrícola y otros, hay problemas que trascienden los esfuerzos, el interés, la entrega y el tradicional compromiso de sus trabajadores, porque la solución depende de recursos, tecnologías e insumos que escasean.

Elider Martínez Morales, secretario gene­ral del buró sindical de Industria y Derivados en la Empresa Agroindustrial Azucarera Antonio Guiteras, reafirma: “Desde su creación, hace ya tres años, hemos tenido pérdidas debido a los in­cumplimientos de los planes técnico-económicos, fundamentalmente, por falta de combustible, lu­bricantes, tiempo perdido por roturas industria­les, y en la actual contienda, el inicio tardío de la molienda y la fluctuación de la fuerza laboral de puestos claves que han emigrado en busca de me­jores salarios”.

José Antonio Pérez Pérez, miembro del Secre­tariado Nacional de la CTC, recalca la mentalidad de gastadores que predomina en algunos centros del ámbito empresarial e insta al ahorro, y a que cada empresa cuente con un plan de contingencia, objetivo dirigido a producir más y a reducir gas­tos, a usar mejor la fuerza laboral e incorporar a más trabajadores a labores directas en la produc­ción de alimentos. “Si las carencias limitan rendi­mientos hay que sembrar más”, sentencia.

 

Pierden la economía y los trabajadores

Las empresas con pérdidas dañan la economía y afectan a los trabajadores. Esa condición impide aplicar el Decreto 87, que respalda la aprobación de sistemas de pago, y la Resolución 201, del Mi­nisterio de Finanzas y Precios, que autoriza a hacer pago de utilidades a cuentas y al concluir el año distribuir el resultado final, alertan José Antonio Pérez y Danuris Ortiz.

Ambos dirigentes detallan otros beneficios jurídicamente establecidos, cuya implementa­ción sería de mucha utilidad para el entramado empresarial cubano, incluidos jubilados, comu­nidades…, pero hay que eliminar las pérdidas.

Ciertamente las empresas pueden navegar más seguras en los mares tempestuosos si, como opinan especialistas, trabajadores, directivos ad­ministrativos y sindicales, sostienen la brújula día a día y enfrentan contingencias sin descui­dar sus líneas estratégicas de desarrollo.

Acerca del autor

Licenciado en Periodismo (Universidad de Oriente, 1986), máster en Ciencias de la Comunicación (Facultad de Comunicación Universidad de La Habana, 2010). Inició como colaborador (1999) y desde el 2008 es corresponsal de Las Tunas. Profesor adjunto de la Universidad de Las Tunas con categoría de asistente. Cumplió misión en la República de Haití (2000) y en la República Bolivariana de Venezuela (2018-2021). Es colaborar del Periódico 26 y de la emisora provincial Radio Victoria.

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