Teté: una maestra excepcional

Teté: una maestra excepcional

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La Heroína del Trabajo de la República de Cuba siente que ha cumplido con una obra humana, la de contribuir a que cientos de niños hayan recobrado la esperanza.

¿Qué fuera la escuela Solidaridad con Panamá para niños con limitaciones físico-motoras sin Esther María La O Ochoa, más conocida por Teté, y viceversa? Irremediablemente la una está ligada a la otra, sin que haya mediado un pacto premeditado, ni profecía alguna.

Ella no concibe la vida sin sus niños, su escuela y su colectivo. A este centro paradigma de la educación especial en Cuba le ha dedicado sus mejores años y toda la experticia de maestra consagrada.

Allí cada rinconcito le trae recuerdos, cada espacio una historia, un pequeño, una familia, la tristeza de un hogar desconsolado por la llegada de una discapacidad. Pero cuando todo parecía no tener final, Teté multiplicaba el optimismo, daba fuerzas y tendía una mano solidaria.

Así ha sido durante las casi tres décadas que lleva en la institución y el medio siglo que acumula en el sector de la educación, quehacer excepcional que la hizo acreedora del título honorífico de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, en diciembre del 2020.

Nacida en Gota Blanca, en el corazón de la Sierra Maestra, se crio muy cerca de Palma Soriano, lugar donde alfabetizó con apenas 13 años, bajo el influjo de María Josefa Hernández Osorio (madre de Vitelio Ruiz Hernández, Héroe del Trabajo de la República de Cuba), maestra amorosa y consagrada, cuyo ejemplo siguió Teté, movida por la admiración y el cariño que le profesaba.

 

Momento de sano orgullo, cuando fue condecorada con el Título de Heroína del Trabajo de la República de Cuba. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda.

 

Fundadora de los Comités de Defensa de la Revolución, de la Federación de Mujeres Cubanas, y de la Unión de Jóvenes Comunistas (en los primeros años Asociación de Jóvenes Rebeldes), en 1963 empezó a formarse como maestra makarenka, en Minas de Frío.

“Mi familia no quería que fuera para allí. Una tía de mi mamá que me criaba decía que era muy lejos, entonces falsifiqué su firma. Había terminado el 6to. grado y mi familia no tenía los cinco centavos para pagar el ómnibus diariamente a la secundaria, que quedaba distante. Ese nivel era requisito para incorporarme. Pero saqué buenas notas en Matemática y Español y me aprobaron”.

¿Fue dura esa etapa?

“Sí. Fidel lo hizo para que aprendiéramos a vivir en condiciones difíciles, en medio de la montaña. Martí señaló alguna vez que subir montañas hermana a los hombres. Y es cierto, ya se había visto en el Ejército Rebelde y en Minas de Frío sucedió igual. Por el lugar donde nos encontrábamos, era muy extraño recibir algún paquetico enviado por la familia, pero si llegaba lo repartíamos entre todos, había una gran hermandad entre alumnos y profesores, de los cuales recuerdo hasta sus nombres, porque fueron espectaculares.

“Allí estuvimos un año, no teníamos aulas, ni asientos, las clases se impartían a la intemperie y tampoco había corriente eléctrica, solo una planta que funcionaba por la noche. Nos bañábamos con agua fría, de río, de manantial. De aquella época conservo amistades. Cada vez que nos llamamos les digo que las amigas son como las estrellas, que no se ven, pero ahí están”.

¿Y cuándo terminó en Minas de Frío?

“Fui para Topes de Collantes, comprendido en el proyecto de formación de maestros junto a Minas de Frío y Tarará. En Topes solo había un edificio y nosotros construimos otras aulas. En una misma jornada, a la brigada que le tocara preparaba mezcla, movía carretillas, ponía bloques, y después para las clases. En lo particular me resultó difícil, pues muchas veces en horas de la madrugada me ponía a estudiar.

 

El General de Ejército Raúl Castro Ruz y el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez han visitado la escuela en varias ocasiones.

 

“De los dos años que había que estar solo estuve uno. En La Habana se necesitaban maestros y seleccionaron los mejores expedientes para realizar aquí la práctica docente. Empecé a impartir 4to. grado en un colegio en Mantilla, en el municipio de Arroyo Naranjo, y después pasé al nivel Prescolar. Por el día dábamos clases y por la noche estudiábamos. Tarará fue una verdadera escuela, aunque en aquel entonces nos quejábamos porque la disciplina era muy recia, un poco makarenka, así decíamos.

“En 1967 me gradué de maestra primaria y luego inicié los estudios de Defectología (hoy Educación Especial). Trabajé en varias instituciones para niños sordos (René Ramos Latour, Cheché Alfonso, Sierra Maestra)”.

¿Cómo llega a Solidaridad con Panamá?

“Esta es la quinta escuela que dirijo. En 1986, en un congreso de la Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores (ACLIFIM), el cual presidió el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, se acordó construir la primera institución para niños con tal discapacidad.

“Llegué un tiempo después de inaugurada; vine por unos meses, y ya casi acumulo tres décadas.
“Al principio, como es lógico, di cabezazos, cometí errores, (nunca de principios), como por ejemplo ubicar escolares con iguales patologías en un aula y sucedía que los demás les ponían apodos. Después nos dimos cuenta que así estábamos segregando a los muchachos con diversos tipos de enfermedades.

 

Junto a sus colegas y fieles colaboradoras, quienes han contribuido a los éxitos de ese centro escolar, fundado por Fidel el 31 de diciembre de 1989.

“En aquel entonces apenas eran cuarenta y pico de escolares, a partir de 4to. grado. No teníamos niños pequeños, pero la escuela se fue complejizando entre 1995 y 1997.

“Empezaron a visibilizarse niños con esa discapacidad y Fidel quiso que Solidaridad con Panamá tuviera carácter nacional. El trabajo era constante, de lunes a lunes. Los alumnos solo iban a sus casas dos veces en el curso, en julio y a finales de diciembre; en las semanas de receso permanecían aquí. ¡Sinceramente, no había descanso!

 

Mis niños, mi escuela, mi pedacito de Cuba… (+ Videos)

 

“El colectivo lo integran alrededor de 150 trabajadores, 87 de ellos especialistas, como los licenciados para la rehabilitación física, la psicopedagoga, la psicóloga, los profesores de educación física, los maestros de aula, las auxiliares pedagógicas, las docentes de talleres para la Educación Laboral, además del personal médico y paramédico. ¡Eso no lo tiene nadie en el mundo!

“Independientemente de que en Cuba las escuelas de la Educación Especial son privilegiadas en cuanto a la atención y a la prioridad que el gobierno les otorga, la mía lo es mucho más, sobre todo por el personal con que cuenta: amoroso y entregado a la profesión, algo que debe caracterizar a quienes trabajamos en esta enseñanza.

“Yo le hablo a mis maestros de la necesidad de pensar como país, como siempre dice nuestro presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Él quiere decir que cada quien defienda su pedacito y Solidaridad con Panamá es el nuestro. Por lo tanto, esta es mi escuela y ellos siempre serán mis niños”.

 

(Tomado del No. 23 de la Revista CTC)

 

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