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6 de agosto: Calor y fiesta

Playa de Copacabana, en Rio de Janeiro.ACN FOTO/Marcelino VÁZQUEZ HERNÁNDEZ
Playa de Copacabana, en Rio de Janeiro.ACN FOTO/Marcelino VÁZQUEZ HERNÁNDEZ

 

Río de Janeiro.- Las temperaturas avizoraban un clima invernal en esta ciudad, pero los abrigos han permanecido guardados hasta el momento y el calor de la competencia ha terminado contaminando no solo a los cariocas (correcto gentilicio para los habitantes de aquí), sino también a deportistas, visitantes y periodistas.

Durante las horas tempranas de la mañana es habitual ver correr a miles de jóvenes por aceras inmensas de las arterias principales, en las que hay espacio también para ciclos, tirarse fotos, conocer amigos y hasta sacar a los perros, por cierto, muy bien cuidados.

Mientras el día avanza, el sol castiga con la misma fuerza que las comidas rápidas: pizza, hamburguesa y perro caliente, resuelven el almuerzo a más de un estresado periodista, que solo tiene en la Sala de Prensa café, café y más café. ¿Será que acaso los organizadores pensaron que para el frío vaticinado lo más apropiado era solo esta bebida caliente?

Sin embargo, el calor mayor de los Juegos aparece en la noche, cuando fuera de las instalaciones del Parque Olímpico –allí se concentra el grueso del programa de la lid- miles de personas comparten con amigos y familia la posibilidad de tirarse una foto con alguna figura nacional o internacional de los Juegos, comprar un souvenir bien caro como recuerdo o tomar una cerveza al ritmo de espectáculos musicales como el vivido este sábado con el reguetonero Daddy Yankee.

Como casi siempre pasa en estas citas, son muchas las sorpresas reservadas todavía en cada lugar. En las playas de Copacabana el sol y las delicias de sus playas ha cedido espacio para que pasen los cinco aros por sus calles, en tanto trajes típicos, trusas en exceso provocadoras para los hombres y cocos deliciosos complementan un lugar paradisíaco, pero con precios triplicados en todas sus ofertas.

La fiesta verde y amarilla, la primera de su tipo en Sudámerica ha tenido también la calentura de la violencia, con pocos sustos grandes y una alerta permanente de ataque terrorista. No ser precavido costó par de robos de laptop a periodistas amigos, mientras los organizadores insisten en no utilizar transportes fuera de los establecidos.

La próxima semana veremos cuánto más adentro podemos conocer esta ciudad, donde sigue mirándonos desafiante el Cristo del Corcovado, al cual llegaremos también para vivirlo y contarlo.

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