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Fidel universitario: El robo de la campana de Demajagua (III)

Después de la experiencia de Cayo Confites, Fidel debía concluir los exámenes pendientes o volver a matricular segundo año para continuar como líder estudiantil de forma oficial, pero decidió no hacerlo, y así lo explicó:

“En tal etapa yo no era estudiante regular porque quería cursar el tercer año y, para hacerlo, tenía que ser estudiante libre; sin embargo, conté con el máximo de apoyo y prestigio en la Universidad; no solo con el de la Escuela de Derecho, sino con el de todos los estudiantes universitarios. Decidí no aspirar a cargos porque, como no estaba matriculado, no podía postularme. Para ello tenía que matricular en segundo año, cosa que no hubiera hecho nunca, pues siempre critiqué con mucha fuerza a los eternos líderes universitarios, los tipos con 30, 35 o 40 años, que no estudiaban ni hacían nada y eran líderes universitarios. Así hacía la gente de la mafia, se matriculaban para ser electos dirigentes”.

Se convirtió entonces en líder de la Universidad por la libre y continuó organizando grandes actividades contra el gobierno; como él mismo expresó “demostré una ausencia total de interés por los cargos y por los honores oficiales por primera vez en mi vida”

Una de esas acciones multitudinarias que encabezó fue la protesta por el asesinato del estudiante de preuniversitario Carlos Martínez Junco, muerto a tiros ante el Instituto de La Habana el 9 de octubre de 1947. Al día siguiente tuvo lugar un gran mitin frente al Palacio Presidencial y Fidel aparece encaramado en un pedazo de la antigua muralla hablándoles a los estudiantes. Los manifestantes condujeron el cadáver frente al Palacio como denuncia del crimen y Fidel habló después junto a la tumba de la víctima.

Al mes siguiente ocurrió un hecho que indignó al pueblo: el robo de la universidad habanera de la campana de Demajagua.

Este preciado símbolo de rebeldía e independencia se había tratado de utilizar un mes antes por el gobierno de Grau San Martín para un acto politiquero en la capital, con motivo del 10 de octubre y el Día del Veterano, para lo cual el ministro de Gobernación, Alejo Cossío del Pino, había recibido la encomienda de viajar a Manzanillo a buscarla. Pero encontró la repulsa de los manzanilleros que consideró su pretendido uso por el gobierno como un ultraje. Cossío tuvo que regresar a La Habana con las manos vacías no sin antes declarar a la prensa que el rechazo era un acto “incivil”.

En este contexto Fidel concibió la idea de que la FEU tomara en sus manos la situación y le propuso a su dirección utilizar la campana para un acto de masas contra el gobierno donde se tocara la Campana de Demajagua como se había hecho para convocar a la lucha por la independencia, y con las masas enardecidas de fervor patriótico marchar al Palacio para exigir la destitución de Grau.

La propuesta se aceptó y se le encomendó al propio Fidel, acompañado del estudiante Lionel Soto, vicepresidente de la Escuela de Filosofía que se trasladaran en avión a Manzanillo para solicitar la reliquia a los veteranos. Ambos jóvenes se presentaron ante el presidente de la Delegación de Veteranos, el soldado Manuel Berro Reyes, y ante Modesto Tirado Avilés, presidente de los hijos y nietos de Veteranos de Manzanillo.  Aceptada la idea por los manzanilleros, la Campana se trajo en tren hasta la capital donde a su llegada fue transportada en hombros por estudiantes universitarios y colocada en un vehículo que la trasladó al Aula Magna para situarla en el Salón de los Mártires cubierta por una bandera de Carlos Manuel de Céspedes

Fidel pidió una guardia estudiantil para custodiarla, pero como él mismo señaló hubo irresponsabilidad, por la mañana se enteró de que había desaparecido. “La campana llegó a La Habana el 3 de noviembre, estuvo un día en el Salón de los Mártires de la Universidad, y en la noche del 5 de noviembre, un día antes del mitin, fue robada por Eufemio y Alemán, elementos de la mafia del gobierno”

La concentración prevista por la FEU se realizó de todos modos, enardecida por la repudiable acción, colmó la escalinata y se extendió hasta la Plaza Mella, Fidel estuvo entre los oradores calificó el robo como un ultraje a la reliquia de la República y expresó “para los apóstatas autores del hecho nuestra repulsa y desprecio”. Según los reportes de prensa, concluyó proclamando que la universidad estaba en pie para luchar con el pueblo a fin de evitar el mal gobierno.

Los medios de difusión divulgaron ampliamente el hecho y Manzanillo se convirtió prácticamente en ciudad muerta en señal de protesta, los manzanilleros hicieron un llamado a los orientales para luchar juntos por el rescate de la campana “Pondremos a Oriente en pie de lucha” declararon.

Hubo una enérgica declaración de repulsa por parte de la FEU mientras Fidel encabezó una manifestación hasta la jefatura de la policía donde formalizó la denuncia.

Finalmente, la Campana apareció nada menos que en el Palacio presidencial y el 12 de noviembre el gobierno se vio precisado a devolverla a Manzanillo.

Así, en combate junto al estudiantado y al pueblo, concluyó para Fidel aquel azaroso año de 1947.

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