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El nacer perenne de José Martí

Hace 170 años, en una casita del humilde barrio (entonces periférico) de San Isidro, en La Habana colonial, nació un niño que con el tiempo se convirtió en patriota, escritor, periodista, abogado, líder y Apóstol de la independencia de Cuba. Hoy José Martí es, además, parte de ese “misterio” que nos acompaña y define.

Casa Natal de José Martí. Foto Yimel Díaz Malmierca

La breve y fecunda existencia de apenas 42 años comenzó en una iluminada y modesta habitación de la calle San Francisco de Paula, número 41. Allí persiste en nacer cada 28 de enero cuando el lugar se llena de voces que recitan sus versos, cantan su historia y ratifican la voluntad de venerar y difundir su legado.

El inmueble sufrió los avatares del tiempo y la desidia, aunque se impuso el tesón de quienes identificaron y defendieron su valor simbólico. Entre ellos sobresale la comunidad cubana en Cayo Hueso, Estados Unidos, que en 1899 colocó la primera tarja (aún en la fachada). También los que pujaron hasta convertir el edifico en un bien de patrimonio público, algo que sucedió en 1918. A los Hermanos y al Venerable Maestro de la logia masónica Habana debemos la contribución económica suficiente para inaugurar allí el Museo José Martí, que en el 2025 cumplirá 100 años.

El primer director fue el periodista y escritor Arturo R. de Carricarte y de Armas. Tras su muerte, en 1948, le sucedió Joaquín Llaverías, quien por entonces rectoraba además el Archivo Nacional de Cuba. Al año siguiente la casa fue declarada Monumento Nacional por la Comisión Nacional de Etnología y Monumentos. Para entonces se subordinaba al Gobierno de La Habana. Luego del triunfo de la Revolución, el Consejo Nacional de Cultura decidió denominarla Museo Casa Natal de José Martí, y desde 1994 es parte de la dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH).

La institución, dirigida desde hace más de una década por la máster en ciencias Dioelis Delgado, tiene entre sus fines atesorar y exhibir valiosos documentos y bienes muebles vinculados a José Martí, su entorno social y familiar. También promover y socializar su vida, pensamiento y obra mediante un articulado programa sociocultural.

Tal como reconoció el Historiador de la, Ciudad Eusebio Leal, es misión de los museos «fomentar la memoria: la memoria del ser, la memoria de la familia, de la comunidad, de la nación, la memoria del mundo» .

En este camino son muchas las experiencias de este emblemático centro. Entre las más conocidas destacan esas especies de festivales martianos que organizan cada enero, a los que se vinculan niños, jóvenes y adultos del entorno comunitario para participar en concursos de dibujo (Pinta mi amigo el pintor) y declamación (Verso amigo); así como en la Vigilia Martiana, concierto al que se suman trovadores y músicos de varias generaciones.

El Museo, como entidad, es parte del Programa Nacional de Estudio y Promoción del Ideario Martiano, rectorado por la Oficina del Programa Martiano y su director Eduardo Torres Cuevas. Integra además la junta directiva nacional de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM) y la red de instituciones martianas, junto al Centro de Estudios Martianos, la Fragua Martiana, y el Memorial José Martí.

Casa Natal en el barrio

En el imaginario de los cubanos la casita de la calle Paula tiene un lugar distinguido. Las 8 salas han sido recorridas, al menos una vez, por casi todos los niños de la capital. Con frecuencia esa visita se ha convertido también en un reclamo de los infantes del resto del país.

“Ese pedido encontró feliz respuesta hace algo más de una década—cuenta Dioelis—, gracias al proyecto Casa natal de José Martí en el barrio. Es una idea hermosa que hemos desarrollado de conjunto con la filial habanera de la SCJM, las direcciones territoriales de Cultura, la Asociación Hermanos Saiz (AHS), y otras instituciones.

Como parte del programa de actividades del museo Casa Natal por el aniversario del natalicio de José Martí  fue inaugurada la exposición Presencia, del artista José Miguel Pérez, se presentó el libro «Martí y lo griego», de Oriol Marrero, y la Agencia San Cristóbal, de la OHCH, presentó la ruta turística Martí en La Habana. Foto Nestor Martí

“El proyecto surgió a partir de la experiencia que tuvimos en una edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana. En esa ocasión, la Oficina recreó la casita de Paula en la fortaleza de San Carlos de la Cabaña. El diseñador Carlos Alberto Masvidal, artífice de la visualidad de la OHCH, hizo unas gigantografías inspiradas en el Museo y nuestros especialistas se valían de ellas para recorrer los espacios y explicar la colección.

“Con esos impresos, adaptados para hacerlos más perdurables y fáciles de transportar,  salimos a recorrer barrios, escuelas, centros de trabajo, cooperativas agrícolas, prisiones, universidades… Con ellos nos sumamos a la cruzada artística que organiza la AHS por las comunidades del macizo de Guamuhaya, en el Escambray, adonde también llevamos el proyecto Martí, el Apóstol, en 3D, de excelente acogida, sobre todo por los niños.

“En esas presentaciones insistimos en la dimensión humana de Martí. A los pequeños les hablamos del gorrito que usó en el bautizo; de la toalla, que entonces no eran de felpa, sino de hilo; de las figuras ilustres que firmaron el álbum de recuerdos de la boda con Carmen Miyares, de las piezas museables del hijo de Martí (José Francisco) donadas a la Casa.

“Es una labor enriquecedora para nosotros como investigadores y también para las personas que se acercan al patrimonio por primera vez.”

Regresar siempre a la casita de la calle Paula

La proyección educativa, sociocultural  y comunitaria de la Casa Natal también encuentra salida en el Aula Museo que funciona desde 1995; en las actividades que se organizan en el salón y la Biblioteca Especializada Fermín Valdés Domínguez, inaugurados en 1978 en el inmueble anexo; y en las propuestas con las que cada verano se suman a las Rutas y Andares para la familia cubana, que permiten imaginar la Habana vivida por Martí, o constatar los lugares donde estudió, trabajó, interactuó…

 

Dioelis no jerarquiza entre los múltiples quehaceres de su cargo, todo es importante, opina, pero los ojos le brillan de entusiasmo cuando habla de la investigación: “Las tareas administrativas no me dejan mucho tiempo, lamenta, pero cuando es preciso decir mi verdad, me siento, escribo y publico, muchas veces en nuestra página de Facebook, que ya tiene más de 2 mil 600 seguidores”.

 

Dioelis Delgado durante la inauguración de la exposición Presencia. Foto Nestor Martí

Con humildad y orgullo habla del trabajo investigativo que le permitió constatar, con documentos, que fue en Paula # 41 donde nació Martí, no en La Cabaña, como sospechaban algunos. Valiosa fue también la experiencia de corroborar la autenticidad del donativo de valiosas piezas que integran la colección de José Francisco Martí.

Tal como hicieron sus antecesores, Dioelis defiende con pasión la necesidad de mantener vivo el Museo: “Hay que renovar el guión museológico, el actual tiene más de 30 años, es preciso atemperarlo a tendencias expositivas y de visualidad más contemporáneas”, argumentó.

Precisamente esa nueva propuesta museográfica es uno de los compromisos de los directivos de la OHCH a propósito del aniversario 170 del natalicio de José Martí. La firmeza de esa palabra empeñada, la voluntad de hacer y ser útil de todos los implicados, encarna esa fuerza telúrica que ha convertido a la casita de la calle Paula es un sitio fecundo, pionero en Cuba del trabajo que deben realizar las instituciones de su tipo, y hogar del perenne nacimiento de José Martí.

 

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