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RETRATOS: Paseando la vida

Marlen Fuentes Moliner es más bien pequeña, de ojos expresivos y locuaz. Cubre su cabeza con un pañuelo y luego se pone el casco que exige su trabajo como taxista. Aunque le gustan los tacones, para la faena, usa tenis, que son muy cómodos.

 

Foto: Agustín Borrego Torres

Desde el mes de octubre del presente año, es una de las 23 mujeres que conducen los llamados Ecotaxis, que pertenecen a la Agencia de Taxis Número 9 de la empresa Taxis Cuba. Ella labora en el tramo comprendido entre la terminal de Ferrocarriles y el Hospital Hermanos Ameijeiras.

Pero su vida es intensa. Aunque siempre le apasionó el mundo artístico, estudió Licenciatura en Matemática, en la  Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona y durante años dio clases en las enseñanzas primaria y secundaria. “En ese período, por el día estaba en la escuela y en las noches bailaba en varios cabarets, hasta en el Tropicana, dirigida por Santiago Alfonso”.

Luego, en 1999 incursionó en la música y durante 15 años fue miembro del grupo Las Canelas, donde fungió como baterista. “Viajé muchos países: Italia, España, Bélgica, Holanda…todas las islas del Caribe”.

Según cuenta, puede tocar tumbadora, güiro, maraca, batería y paila. “Aprendí de forma empírica, fueron muchas las personas que ayudaron, me brindaron sus conocimientos desinteresadamente. Pude evaluarme, soy profesional y desde hace dos años dirijo el grupo ML Explosión.

“Cuando conocí de la convocatoria para manejar los triciclos, no lo pensé, siempre me ha gustado conducir y tenía los requisitos. Así que me presenté y fui escogida”, dice y alega que a su vehículo le dicen el carro de la alegría. “Siempre estoy cantando, lo mismo la Guantanamera que Lágrimas Negras, hasta le pido a mis pasajeros que hagan coro. Me dicen la contenta y cuando no me ven, preguntan por mí. Yo soy la última en empezar el recorrido y también la que lo cierro, a las cinco y media de la tarde”.

 

Foto: Agustín Borrego Torres

Le ha cogido el ritmo a la vía y con destreza sortea los baches de las calles Habana y Cuba en la Habana Vieja. La sensibilidad la domina. “Cuando suben personas muy mayores, me bajo y hasta los ayudo a cruzar la vía. El pueblo agradece mucho este trabajo. Hay quienes suben solo hasta por cuatro cuadras, y a veces me da pena, cuando veo a mujeres con niños, ¡quisiera subirlas al taxi, pero ya está lleno!»

Sobre su otro mundo, el artístico, señala que ha sido muy afectado por la COVID-19. “Se detuvieron las actuaciones. Pero ya nos preparamos para cuando el grupo comience a funcionar en el cabaret del hotel Inglaterra. “Puedo hacer las dos cosas, se admite el pluriempleo. Ya estoy elaborando el croquis mental: traigo la ropa en la mochila, cuando termine en el Ecotaxi, me visto aquí mismo en la base, y salgo para el cabaret.”

En tanto dice eso, se dispone a subir en su Ecotaxi, con la alegría que siempre le acompaña: “Ya tengo que salir, los pasajeros esperan por mí. Disfruto esto, aquí estoy paseando mi vida”.

 

Foto: Agustín Borrego Torres

 

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