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RETRATOS: Pasión de un soldador

Cosme Jovelar Fernández, un soldador para respetar. Foto: Agustín Borrego Torres
Cosme Jovelar Fernández, un soldador para respetar. Foto: Agustín Borrego Torres

De habérselo propuesto, Cosme Jovelar Fernández hubiera sido un gran boxeador. Entrenó y hasta llegó a competir en un Torneo Playa Girón, pero en la tercera pelea perdió. También practicó béisbol, esa fue otra de sus aficiones, una pasión que aún lo acompaña y que lo hace seguir por siempre al equipo Industriales.

Sin embargo, su verdadera historia comenzó cuando llegó al taller Varona. Recuerda que, a inicios de la década del 60, empezó como ayudante de soldador, en momentos muy complejos, cuando los mejores operarios partieron a Estados Unidos y muchas de las fábricas quedaron prácticamente vacías.

Según cuenta, ha estado en todas las obras importantes emprendidas en la entidad, en la cual se hizo experto soldador. Lo que era un taller se convirtió en un centro de repercusión en la economía del país, donde surgen productos y piezas que contribuyen a la sustitución de importaciones.

Con orgullo Cosme rememora el año 1974, cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro visitó la entidad e intercambió con los trabajadores y  casi le dio una conferencia sobre la soldadura de argón. Para él fueron pasajes hermosos la participación en la construcción de equipos para el polo científico, entre estos, para las plantas para la producción del PPG.

Está feliz del aporte al país de la Unidad Empresarial de Base Varona, la más importante de las cinco que integran la Empresa Metal-Mecánica. Sobresalen por las producciones destinadas a la integración de las minindustrias que procesan frutas y vegetales y los tanques para el almacenamiento de combustible, entre otros renglones.

Cosme respondió siempre al llamado de su sección sindical y estuvo presente en cuatro zafras, además, de integrar el movimiento de microbrigadas, lo cual le permitió obtener su apartamento. En el 2009 decidió jubilarse, pues ya tenía 48 años de trabajo. Mas se sentía fuerte, con esa complexión de atleta que siempre le ha acompañado.

Estuvo poco tiempo en casa, no era hombre de estar tranquilo. Se incorporó de nuevo y ahora está de controlador de calidad de las soldaduras. Además, contribuye en la formación de las nuevas generaciones. “Algunos ya son trabajadores nuestros”.

Entre las satisfacciones del experimentado soldador está el nieto de 32 años, quien trabaja en la empresa como tornero. Es la continuidad, el relevo, que además de la sangre, también lleva su nombre. Asegura que el taller ha sido su principal ring, y en este ha ganado todas las peleas.

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