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Rosita Fornés en la eternidad

En el mismo país donde nació, en los Estados Unidos, ha muerto en la madrugada de este miércoles Rosita Fornés. Pero ella decía que era, antes que todo, cubana. Una artista cubana. Una gran artista. Nuestra más completa vedette: la más integral y una de las más queridas.

 

Foto: Tomada del sitio web de la Televisión Cubana.

 

Cantante, actriz, bailarina… brilló en la zarzuela, la opereta, en el teatro dramático y la comedia, las revistas musicales, el cabaret, el cine, la radio, la televisión… Y en todos esos ámbitos mostró una capacidad, un talento, un histrionismo, una fuerza y una simpatía ejemplares.

Rosita era una artista de pueblo. Y su pueblo siempre le tributó cariño, respeto, admiración.

Cuando cumplió 95 años, le concedió una entrevista a este semanario. En su casa habanera rememoró momentos de su larga carrera. Tenía una memoria prodigiosa, era una excelente anfitriona. Ella estaba muy lejos de esa idea que nos hemos hecho de las divas etéreas y distantes. Acogía a todo el mundo con jovialidad, siempre con una sonrisa.

Es que vivía convencida de que el premio mayor era el aplauso del público: “Eso es lo más grande que puede recibir un artista. Mis momentos más emocionantes han sido frente a un teatro lleno; yo no tengo palabras para expresar lo que eso significa para mí. Esa es la dicha” —dijo en esa oportunidad.

Su país le tributó muchos honores: Premio Nacional de Teatro en el 2001, Premio Nacional de Televisión en el 2004, Premio Nacional de Música en el 2005, Orden Félix Varela ese mismo año. Recibió también reconocimientos en América y Europa, pues era una figura de proyección internacional.

Su ejercicio profesional fue una escuela para muchos. Una actuación suya era una lección de buen gusto, bien decir, de excelente proyección escénica. Durante aquella entrevista le recomendó a los que comenzaban:

«Tiene que gustarte lo que haces. Gustarte mucho. Tienes que disfrutarlo más allá del esfuerzo y de las dificultades que implique tu arte. Y después, y no menos importante: hay que estudiar, estudiar mucho. Tienes que tratar de ponerte en contacto con lo mejor de tu arte, con las mejores obras y artistas. ¡Hace falta talento, pero hacen falta también deseos!»

A los 97 años ha muerto Rosalía Palet Bonavia, la gran Rosita Fornés. No era una artista más: era —es— un símbolo, un ídolo para generaciones completas, paradigma de una cultura que honró hasta el último de sus días. Que seguirá honrando.

La legendaria vedette cubana Rosita Fornés falleció en la madrugada de este miércoles, a los 97 años, informó la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en su perfil en Twitter.

 

Fornés acumuló varias décadas de experiencia en el arte, incursionando en la Opereta, la Zarzuela, la comedia ligera, el drama clásico, la revista musical, el Cabaret la radio, el Cine y la televisión.
Trabajó junto a los más famosos actores y actrices de su época, como los argentinos Hugo del Carril, Luis Sandrini, Libertad Lamarque y Tita Merello; o los cubanos Rita Montaner, Maruja González, Zoraida Marrero, Bola de Nieve, Benny Moré, María de los Ángeles Santana y Esther Borja; y junto a los maestros Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats, Adolfo Guzmán, González Mantici, o Armando Romeu.

A los 15 años de edad, triunfó como cantante en La Corte Suprema del Arte, hecho que le abrió el camino a su debut como actriz en el largometraje Una aventura peligrosa (1939) dirigido por Ramón Peón, aunque su primer gran triunfo fue con la obra El asombro de Damasco, en 1941.

Fundadora de la televisión cubana, Fornés mereció numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Teatro en 2001, Premio Nacional de Televisión en 2004, Premio Nacional de Música en 2005, Orden Félix Valera en 2005, y Orden del Mérito Civil de España, otorgado por el Rey Juan Carlos en 2011.

“No cambio el cariño de mi pueblo por todos los premios del mundo”
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