Icono del sitio Trabajadores

Más que arrendar, PRODUCIR (Separata Economía)

Foto: Heriberto González Brito

Fidel Rendón Matienzo

En Cuba el arrendamiento de espacios, lo­cales, equipos y medios, bajo el amparo de diversas normativas, ha permitido ampliar o mejorar la venta de bienes y mercancías a la población, así como ofrecerle más servi­cios, con calidad y cierto confort.

Particularmente en la gastronomía, los servicios y en el comercio se percibe su impacto, pues mipymes, trabajadores por cuenta propia, cooperativas no agro­pecuarias y proyectos de desarrollo local han asumido el arrendamiento de cafe­terías, restaurantes, quioscos y áreas, no sin antes someterse a un proceso de licitación en el que la empresa estatal y los gobiernos locales dicen la última pa­labra.

También por nuestras carreteras de ciudades y poblados circulan, bajo el con­cepto de arrendado, ómnibus, camiones y equipos ligeros para la transportación de pasajeros y de carga.

¿Cuántas de las más de 2 mil 700 em­presas estatales han “escogido” esa vía para aumentar sus ganancias, sin olvidar que algunas se hallan descapitalizadas o dependen de otras que lo están?

Incrementar ingresos empresariales arrendando activos que no están produ­ciendo y permanecen ociosos no puede ser el único o principal modo de obtener ga­nancias, por muy carentes que estén estas de recursos.

¿Dónde queda el objeto social, la mi­sión fundamental de esa entidad, su res­ponsabilidad ante el Estado?

La mayor preocupación de muchos compatriotas está en los altos precios de no pocos bienes y servicios en locales o medios arrendados.

De ahí que también otros economistas señalan lo ineludible de que las empresas estatales se preocupen no solo por las ga­nancias salidas del arrendamiento, sino ante todo del cumplimiento de los com­promisos o beneficios sociales que deben emanar de cada contrato o licitación con las contrapartes y cómo pueden ayudar a combatir la inflación.

La empresa estatal socialista es el actor primordial de la economía cubana y está llamada a generar cada vez más bienes y servicios, tan necesarios para la población, por eso hoy, más que arrendar, lo impor­tante es producir.

 

 

Roselló y Enfos: Dos caras de la misma moneda

La Empresa Roselló destaca por su éxito productivo y alianzas estratégicas,
mientras Enfos sobrevive mediante arrendamientos ante la caída de su producción estatal. Ambas aplican alternativas para sostener salarios.  Ver más

El camino de las utilidades

Luis Manuel Castanedo Smith*

La distribución de utilidades, y las múltiples dificultades asocia­das con el tema, han sido motivo de debates en el Consejo Nacional de la CTC (en cuatro de las ocho sesiones realizadas entre enero del 2021 a abril del 2024); así como en varias reuniones del Secretariado Nacional y en despachos persona­les con secretarios generales de los Sindicatos Nacionales, por solo ci­tar esos ejemplos.

De igual forma, ha estado presente en las preocupaciones y planteamientos de los trabajadores de los más diversos sectores, deri­vados del proceso orgánico del 22 del Congreso de la CTC. Está iden­tificado que la distorsión se rela­ciona con el incumplimiento de lo aprobado en el Lineamiento 13 de la Política, Económica y Social del Partido y la Revolución para el período 2021–2026, en el cual se define que: “Los ingresos de los trabajadores, incluidos los jefes, en el sistema de entidades de carácter empresarial, estén en correspon­dencia con la riqueza creada, los resultados alcanzados y el trabajo aportado”.

Realmente es un asunto que urge examinar. Vale preguntarse si siempre el ejercicio de distribu­ción de utilidades tiene como res­paldo la riqueza creada.

Una primera debilidad en este sentido es el hecho de que desde el movimiento sindical en los di­ferentes niveles, no se dispone de información sistemática y oportu­na para poder ejercer el papel de contrapartida ante las direcciones administrativas vinculadas con la actividad económica productiva, lo que limita una acción más enér­gica en el momento que son adop­tadas las decisiones.

Por otra parte, los análisis so­bre la distribución de las utilida­des y su correspondencia con los resultados en la producción de bienes y servicios, así como del crecimiento de la productividad del trabajo, carecen de un espacio protagónico en los órganos de di­rección colectiva y, principalmen­te, en las asambleas con los traba­jadores.

Hay que decir que se ha identi­ficado un alto nivel de emisión de dinero, que no siempre está acom­pañado de aportes productivos, lo que sin duda fomenta un impac­to negativo en el dañino proceso inflacionario que vivimos. Igual­mente está la generación de altos ingresos en actividades desvincu­ladas del objeto social que no ge­neran ofertas a la población (por ejemplo, el alquiler de locales).

Este comportamiento resulta muy peligroso no solo en el orden económico, sino también en la de­formación ideológica. Ante esta realidad crece la fluctuación labo­ral, no hacia donde más se produ­ce, sino para donde están los ma­yores ingresos.

Por demás, está la tendencia, en no pocas oficinas centrales, que la cuantía obtenida por distribu­ción de utilidades es muy superior a la que reciben sus entidades, incumpliéndose lo que estableció el artículo 49.2 de la Resolución no. 201 del 2023 del Ministerio de Finanzas y Precios.

Otra cuestión a meditar y en la cual comparten responsabili­dades las direcciones administra­tivas y sindicales es la referida a los reglamentos aprobados en cada entidad. De manera reiterada se detectan inconformidades de los trabajadores en su elaboración y utilización.

Nuestra organización favore­ce que se distribuyan utilidades, y que constituyan una parte de los ingresos salariales, tan nece­sarios en un momento en el que el dinero ha perdido su capacidad de compra.

La CTC también insiste en que se haga bajo el cumplimien­to de la política aprobada de que quien más aporte sea el que más reciba, siempre respaldado por resultados productivos de bienes y servicios. Defender estos prin­cipios es defender nuestro modelo socialista, el cual solo es posible consolidar y mantener sobre la base de una economía productiva y eficiente.

* Funcionario de la secretaría general de la CTC

 

¿Empresas productivas o financieras?

Víctor Luis López Lezcay*

La falta de recursos materiales y financieros por la que atraviesan muchas de nuestras empresas pro­ductoras de bienes y servicios ha deteriorado de manera significativa sus sistemas de valores empresaria­les. Esto ha provocado, en determi­nados casos, el incumplimiento de su actividad principal, pues ante la necesidad de sostenerse, han tenido que reinventarse y buscar ingresos financieros que les permitan cubrir gastos básicos como salarios, pagos a proveedores o deudas.

En este proceso, algunas han desplazado su enfoque productivo hacia actividades secundarias o, incluso, han destinado sus medios de producción al mercado inmobi­liario, transformándose en entida­des arrendadoras.

El escenario en el que actúan los actores económicos es comple­jo. Exige profesionales con un alto grado de preparación, flexibilidad y conocimiento en temas económi­cos, especialmente financieros. La economía cubana, abierta, cam­biante y sujeta a presiones exter­nas, obliga a las empresas a adap­tarse constantemente. Por tanto, el esquema tradicional de empresas con un único objetivo productivo resulta insuficiente para enfrentar los desafíos actuales.

La dinámica empresarial está marcada por fuerzas competiti­vas y restricciones materiales que alteran su equilibrio interno. La falta de recursos —como problema objetivo— y la búsqueda de salidas rápidas —como problema subjeti­vo— han llevado a que diferentes direcciones empresariales encuen­tren en la actividad inmobiliaria una vía aparentemente más sen­cilla para obtener financiamien­to rápido y seguro. Sin embargo, al hacerlo, muchas entidades han destinado activos esenciales para su tarea principal hacia fines aje­nos a su misión original, perdien­do así la esencia para la cual fue­ron creadas.

No se puede negar que la ges­tión de activos inmobiliarios es una práctica legítima y, de hecho, uno de los negocios más rentables del mun­do. Pero cuando esta se convierte en el centro de la gestión empresarial, y no en un complemento temporal, ocurren distorsiones económicas di­fíciles de revertir, entre las que des­tacan la pérdida de productividad, la desconexión entre los trabajado­res y el propósito de la empresa y la creación de lo que los economistas llaman “burbujas financieras de ineficiencia”: ganancias aparentes que no reflejan una verdadera salud económica.

El problema no radica en que las empresas busquen alternativas para sobrevivir, sino en que el exceso y abuso de esas vías secundarias ter­mina debilitando la función produc­tiva y social que deben cumplir. Esto afecta no solo la empresa, también al entorno social y al sistema econó­mico en general, pues los recursos se desvían de la producción real hacia actividades especulativas de menor impacto social.

Desde la teoría económica, este fenómeno puede entenderse como un “giro de empresa”, es decir, un cambio de rumbo que rompe la vi­sión sistémica de la entidad. Cuan­do los directivos pierden esa visión integral, se hace difícil armonizar los intereses financieros de corto plazo con la participación de los trabajadores y la responsabilidad social de la empresa.

Para corregir estas distorsiones es necesario promover una cultura económica más integral, que combi­ne la gestión eficiente de los recur­sos financieros con el compromiso productivo y social de las entidades.

No es prohibir el uso de meca­nismos financieros o inmobiliarios, sino utilizarlos de forma estratégi­ca, sin perder el foco en la creación de bienes y servicios que satisfagan las necesidades de la sociedad.

En definitiva, el desafío actual de las empresas cubanas no es ele­gir entre ser productivas o finan­cieras, es aprender a ser financie­ramente sostenibles sin dejar de ser productivas. Solo así podrán cum­plir su misión original y, al mismo tiempo, adaptarse con éxito a un entorno económico cada vez más complejo y competitivo.

* Doctor en Ciencias Económicas Em­presariales

 

 

No se resuelve con topar

María de las Nieves Galá

Hace pocos días el gobierno pro­vincial de La Habana aprobó una resolución que estableció precios máximos de compra y venta para productos agropecuarios en todos los canales de distribución de la capital. ´

El propósito es garantizar ma­yor equidad y control en la comer­cialización. No es la primera vez, anteriormente ya se había emitido un documento que manifestaba si­milar propósito. Y como en aquella ocasión, vuelve a ser violado casi de forma general.

El cliente debe exigir sus derechos. Foto: Enrique González Díaz, Enro

Quienes han tenido la oportu­nidad de visitar mercados agrope­cuarios pronto se dan cuenta de que “el cuartico sigue igualito”, como le gusta decir a una amiga; da lo mismo el boniato, la cala­baza o la inalcanzable malanga. Los expendedores continúan aña­diendo que no es posible vender a menor precio algo por lo cual ellos tienen que pagar también altos precios.

Algunas personas consideran que poner el tope de los precios no resuelve el problema, y lo que hace es desabastecer el mercado. Al final, los productos se desvían al mercado negro y son más caros. Si no hay producción, nunca van a bajar, comentó alguien.

Lo cierto es que, en medio de ese vendaval, aquellos que tienen menos poder adquisitivo están más vulnerables y les resulta cada vez más difícil comprar de forma co­tidiana, aunque sea una libra de boniato para sustituir al preciado arroz, que ya no se puede consumir todos los días.

Claro que deben revisarse los precios y buscar la fórmula para que lo establecido se cumpla. De lo contrario, de nada sirve instru­mentar resoluciones que a la larga se convierten en letra muerta y el cometido no se cumple.

 

Segundas posiciones con orden

Vivian Bustamante Molina

La ampliación del objeto social en los sectores empre­sarial y presupuestado no está ajena al propio proceso de actualización del modelo económico cubano y el perfeccionamiento del sistema empresarial estatal, contenido en el Decreto Ley no. 34 del 2021.

En su articulado deja bien claro que las entidades están destinadas a la gestión de sectores estratégicos, la prestación de los servicios públicos, y la dirección y ejecución de actividades económicas en el ámbito de sus competencias y que “en su gestión actúan con eficiencia, racionalidad, eficacia, calidad, responsa­bilidad social y transparencia”.

Con el arrendamiento se han recuperado numerosos locales que siguen dando servicio. Foto: Darío Extremera

Cumplida aquella parte, la Resolución no. 28/2021, del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), abre el diapasón de competencias al establecer que “resulta necesario seguir flexibilizando los objetos sociales” para permitir a los actores económicos ampliar —de manera lícita—, el alcance de las labores secundarias “de producción, comercialización y prestación de ser­vicios”.

Pero ojo, la norma jurídica precisa que aquellas “no pueden ir en detrimento del cumplimiento del ob­jeto social”.

Y como la práctica inmobiliaria se halla entre las acciones aprobadas y con cierta proliferación, la Ga­ceta Extraordinaria no. 38/ 2021 publicó entre otras regulaciones la Resolución no. 97, del MFP, a partir de las funciones de este organismo de dirigir y controlar la ejecución de la política en materia de formación, fijación y modificación de precios y tarifas.

Es así que expone las cuotas mínimas mensuales a pagar en pesos cubanos por metro cuadrado de área interior rentada contractualmente, “por el servicio de arrendamiento de inmuebles para fines residenciales, que prestan las entidades estatales, las sociedades mercantiles de capital ciento por ciento cubano y otras autorizadas, a personas jurídicas cubanas o extran­jeras, y también a personas naturales cubanas residentes en el país y extran­jeras”.

 

 Impulsa Cuba siembra de arroz

El Gobierno cubano ha puesto en marcha un ambicioso plan nacional con el objetivo de al­canzar el autoabastecimiento de arroz, fundamental en la dieta de la población.

La estrategia, confirmada por el presidente del Grupo Agrícola del Ministerio de la Agricultura, Orlando Linares Morel, consiste en la siembra de 200 mil hectáreas del ce­real en el próximo año.

Según información del periódico Granma, durante un encuentro con directivos y productores del municipio de Mayarí, provincia de Holguín, Linares Morel explicó que esta iniciativa “constituye una tarea de primer orden indica­da por la máxima dirección del país”.

El programa, de alcance nacional, está previsto que comience tan pronto se reali­ce en noviembre próximo una evaluación crítica de los re­cursos hídricos disponibles. El proyecto involucrará 14 provincias, 133 municipios y aproximadamente 23 mil pro­ductores. (Tomado de Agenda Económica, de Cubadebate)

 

Por la producción sostenible de alimentos

El Instituto de Investigaciones de Ingeniería Agrícola (IA­gric) y el Instituto de Suelos desarrollan un proyecto para acelerar la producción soste­nible de alimentos en lugares seleccionados. Las acciones fundamentales se realizan en los municipios de Artemisa, Bejucal, Guanabacoa, Güines y Madruga.

El objetivo general de las tareas del IAgric es crear un sistema integral de asistencia técnica, capacitación y ges­tión para la explotación de los sistemas de riego y la maqui­naria agrícola a nivel local que contribuya a elevar la eficien­cia en el empleo de los medios disponibles.

Ello contribuye a alcanzar una mayor productividad y di­versificación de productos y servicios, mediante el mane­jo, conservación y utilización adecuada de los recursos hu­manos y naturales para incre­mentar la producción agrícola sostenible en municipios ur­banos y suburbanos. (Tomado del Sitio web de la Agricul­tura)

Descargue en versión PDF: Más que arrendar, PRODUCIR (Separata Economía)

Compartir...
Salir de la versión móvil