Octubre llega y vuelve a hacerse viral el tema del bloqueo comercial, económico y financiero, impuesto por los Estados Unidos (EE. UU.) de América contra Cuba, desde hace décadas, denunciado una y otra vez, en la Asamblea General de la ONU, donde año nuestro país presentó su proyecto de resolución, para ser debatido y sometido a su aprobación los próximos días 28 y 29 del presente mes.
Afloran esperanzas e incertidumbre, pues desde 1992 a la fecha, en 34 ocasiones ha encontrado apoyo mayoritario de la comunidad internacional; el pasado año el documento obtuvo 187 votos a favor y solo dos contrarios: EE. UU. e Israel.
Hablo de inseguridad, ante las truculentas presiones e intimidaciones del gobierno de Washington, a varias naciones, principalmente de América Latina y Europa, con el fin de modificar la posición tradicional de estas naciones contra el bloqueo hacia nuestro país.
Tales intenciones ya fueron denunciadas por el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, quien denunció la orquestada campaña de descrédito, irrespetuosa, cínica y de intoxicación informativa, bajo el pretexto de ser Cuba una amenaza para EE.UU., con la cual genera presión contra terceros países, así como crea un clima de desinformación, confusión, sentimiento de inseguridad y temor, afirmó el jefe de la diplomacia cubana en declaraciones a la prensa nacional y extranjera acreditada en La Habana.
Sobre el tapete quedaron nuestras verdades y daños para quienes aún pecan de ingenuos y piensan que los efectos del bloqueo no existen y olvidan la promulgación, desde el 12 de marzo de 1996, de la conocida Ley Helms-Burton, cuyos efectos extraterritoriales afectan a la soberanía de otros Estados, a los intereses legítimos de entidades o personas bajo su jurisdicción y a la libertad de comercio y navegación.
Testimonios de ciudadanos norteamericanos que quisieran viajar a Cuba en calidad de turistas, hablan de su existencia, al impedirles hacerlo con fines turísticos, como otras prohibiciones desde dejarnos importar fabricaciones con más de un diez por ciento de componentes norteamericanos hasta consentir exportaciones a esta nación de productos de allá.
Además de admitir importaciones de servicios u otros elementos cubanos, incluyendo aquellos manufacturados en terceros países que contienen materias primas nuestras como níquel o azúcar. Autorizar a ciudadanos de EE.UU. a recibir tratamientos médicos aquí; permitir exportaciones de medicinas y equipamientos para la industria biotecnológica.
Nos sentiríamos mejor si en el sector bancario dejaran el acoso y en su lugar, autorizaran el uso del dólar estadounidense en las transacciones internacionales de Cuba y consientan que las transacciones se realicen a través del sistema bancario de EE.UU. cuando provengan de operaciones nuestras con terceros países.
Otras acciones comprenderían la posibilidad a entidades cubanas de abrir cuentas en bancos de EE.UU. e instruir a los representantes norteamericanos en instituciones financieras internacionales que no bloqueen el otorgamiento de créditos u otras facilidades financieras a Cuba.
Como vemos el bloqueo sigue siendo una piedra fuerte de romper para el desarrollo de nuestra economía, los ilusos que creen en su inexistencia, solo los invito a leerse la resolución expuesta cada año, donde aparecen los daños que hablan por sí solos.