La Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Uneac, celebra este viernes 64 años de fundada, reafirmando la esencia que implica su nombre: la unidad en torno a un espacio de pensamiento y creación. No se trata solo de agrupar, sino de propiciar el diálogo crítico, comprometido y diverso que permita defender los valores más auténticos de la cultura nacional. Desde sus inicios, bajo la guía de Fidel Castro, quedó claro que la cultura no es ornamento, sino sustento de la identidad, garante de la nación y motor para construir una sociedad más plena y consciente.
A lo largo de su historia, la Uneac ha ejercido una función clave de mediación: tender puentes entre los creadores y el pueblo. La creación artística, más que una obra aislada, debe convertirse en patrimonio compartido, abrirse al diálogo y formar parte de la vida cotidiana. En esa interacción se democratiza el arte y se fortalece la responsabilidad social de los artistas, quienes, desde su sensibilidad, pueden aportar perspectivas valiosas a los desafíos comunes.
Los tiempos actuales plantean retos enormes: comprender las lógicas de la guerra cultural, propiciar espacios para la crítica, consolidar jerarquías claras y acompañar la enseñanza artística son prioridades que demandan atención constante. La Uneac debe seguir llegando a las comunidades, generar diálogos permanentes y participar activamente en los debates más urgentes de la sociedad cubana, sin complacencias ni esquemas rígidos.
Hoy comienza el año 65 de la organización, que coincide con el centenario de Fidel Castro: es oportunidad para honrar una historia fecunda y proyectar la organización hacia el futuro. En 64 años, la Uneac ha sido foro de debates trascendentes, promotora de iniciativas culturales y acompañante de los procesos sociales más significativos del país. La conmemoración de hoy no cierra un ciclo: abre un nuevo año de trabajo que demanda más compromiso, más empeño y más lucidez de sus creadores.


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