
A lo largo de su historia, la Uneac ha ejercido una función clave de mediación: tender puentes entre los creadores y el pueblo. La creación artística, más que una obra aislada, debe convertirse en patrimonio compartido, abrirse al diálogo y formar parte de la vida cotidiana. En esa interacción se democratiza el arte y se fortalece la responsabilidad social de los artistas, quienes, desde su sensibilidad, pueden aportar perspectivas valiosas a los desafíos comunes.
Los tiempos actuales plantean retos enormes: comprender las lógicas de la guerra cultural, propiciar espacios para la crítica, consolidar jerarquías claras y acompañar la enseñanza artística son prioridades que demandan atención constante. La Uneac debe seguir llegando a las comunidades, generar diálogos permanentes y participar activamente en los debates más urgentes de la sociedad cubana, sin complacencias ni esquemas rígidos.
Hoy comienza el año 65 de la organización, que coincide con el centenario de Fidel Castro: es oportunidad para honrar una historia fecunda y proyectar la organización hacia el futuro. En 64 años, la Uneac ha sido foro de debates trascendentes, promotora de iniciativas culturales y acompañante de los procesos sociales más significativos del país. La conmemoración de hoy no cierra un ciclo: abre un nuevo año de trabajo que demanda más compromiso, más empeño y más lucidez de sus creadores.
