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Medidas radicales y sistemáticas

La reventa de productos y el acaparamiento de las ofertas de alta demanda en la red comercial estatal, es uno de los elementos que genera mayor insatisfacción entre la ciudadanía, resulta más fácil entender “no hay”, que “me despojaron”.

 

 

Un breve recorrido por grupos de ventas de las redes sociales, en sus distintas plataformas, basta para comprobar que muchas de las ofertas son sacadas de las tiendas, y no sólo de las de moneda libremente convertible (MLC).

Lo más preocupante es que son productos adquiridos por el Estado, que, como resultado de la falta de control, terminan en el mercado negro, aunque con la impunidad y transparencia que operan, tal vez debamos cambiarle el color.

Cada vez que un obrero o trabajador de cualquier sector se enfrenta a la imposibilidad de satisfacer con el fruto de su esfuerzo una necesidad apremiante para sí o su familia, se rompe una fibra de la nación; porque hoy no estamos hablando de lujos o sofisticación -a los que también es lícito acceder- se trata de necesidades básicas como alimentación, productos de higiene personal y para el hogar, equipos electrodomésticos e incluso medicamentos.

Aferrarnos a la espiritualidad como fórmula mágica desde la cual enfrentar carencias, es irracional; mucho menos apostar a construir un sistema de pensamiento ajeno al entorno; somos seres sociales.

Las nuevas medidas que se anuncian para erradicar las ilegalidades que tributan al alza de los precios y deterioro de la calidad de vida, deberán ser radicales y sistemáticas para que arrojen resultados.

Llegan tarde, porque hay males que ya crecieron en demasía, cortar de raíz las prácticas del acaparamiento y robo, lleva un escrutinio desde la base hasta la cima de todo el entramado productivo y de comercialización, con énfasis en el sector estatal; eliminar la impunidad exige deshacerse de esa falta de “fijador” que de forma tácita se ha aceptado como una expresión de “cubaneo.

Junto con la batalla campal por la trasparencia es imprescindible además la total liberación de las fuerzas productivas, que no haya una sola iniciativa que pueda tributar a nuestro bienestar y prosperidad que se quede enjaulada entre trabas burocráticas El camino está señalado solo falta transitarlo con eficacia.

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