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RETRATOS: Un liniero estrella

Han pasado casi treinta años desde que Alfredo Justo Tejera empezara a trabajar como liniero en la capital cubana y todavía dice que el momento más feliz de todos es cuando, luego de haberse resuelto una avería, escucha a las personas, en especial a los niños, gritar: “¡Ya llegó la luz!”.

 

Cumplir con las normas de seguridad y protección es primordial en la labor de los linieros, expresó Alfredo Justo Tejera. Foto: Agustín Borrego

En estos días, casi no ha habido tiempo para el descanso. Luego del paso del huracán Ian, las fuerzas del sector eléctrico en toda la ciudad comenzaron a laborar en función de recuperar los daños causados por el fenómeno meteorológico. No hubo que llamarlo: en cuanto los intensos vientos disminuyeron, él fue para la Organización Básica Eléctrica (OBE) de Arroyo Naranjo. Pronto su brigada estuvo lista para asumir las misiones encomendadas. Ahora respira más tranquilo, pues el miércoles, cinco de octubre, (momento de la entrevista), solo casos muy puntuales quedaban por recibir el servicio eléctrico en ese territorio capitalino.

“Anoche nos acostamos a las doce de la noche, y estamos aquí desde bien temprano. Esto es como el cuerpo de guardia de un hospital; ahí usted llega y siempre está el médico para atenderlo. Pues aquí nosotros estamos para dar respuesta a cualquier emergencia”, expresó, este hombre que escogió un oficio, el cual, según él, es para personas valientes.

“No se puede tener miedo a las alturas ni a la corriente. Aquí todo significa un riesgo. Por eso, la prioridad es cumplir las normas de seguridad y protección”, sentencia.

El despertar de una vocación

Alfredo trabajaba como tornero en una Base de Reparaciones en el poblado de Managua hasta un día en que camino a la casa se detuvo a observar a unos hombres que reparaban una avería en el tendido eléctrico. Desde ese instante surgió la idea de convertirse en liniero. Se imaginó subido a uno de esos postes y sintió felicidad.

“Una compañera me habló de la Escuela de Capacitación de La Habana, ubicada en Capdevila y opté por el curso de liniero C (hoy liniero eléctrico)”. Así aprendió la técnica para subir postes, cambiar aisladores y tensar líneas. Y no se arrepintió del cambio que dio a su vida. “Esto es lo mejor que hay, lo descubrí estando en la escuela”, señala con entusiasmo.

 

Junto a compañeros de trabajo. Foto: Agustín Borrego Torres

Transcurría el año 1993. De entonces a la fecha, muchos huracanes han dejado la huella en el país y él siempre ha estado presente en los procesos de recuperación, lo mismo en la capital que en otras provincias.

“Me formé paso a paso, seguí superándome y me adiestré en las demás categorías. En la actualidad, soy jefe de brigada”, acota. Ahora mira los postes con cierta envidia. No es de los que sube. “Mi responsabilidad está en hacer una correcta planificación de las acciones a ejecutar; velar por la vida de los que están en las alturas y se cumplan los procedimientos de trabajo de las tareas que se realizan”, alega.

En esos instantes, se siente como un padre que cuida por la familia, sabe que un pequeño descuido puede costar una vida. Por eso es muy exigente con el uso de los medios de protección, pues son fundamentales en esa faena. “Solo los linieros energizados están validados para laborar con todos los tipos de voltaje”, expone.

Para este Maestro Superior, la consagración y entrega son cualidades que caracterizan al gran ejército de los hombres de este sector, quienes nunca ponen reparos para que el servicio eléctrico llegue hasta el lugar más intrincado del país.  A veces, son los de occidente los que apoyan al oriente de la Isla, y otras, como en esta oportunidad, es viceversa.

Por estos días, Alfredo ha agradecido como siempre el grito de alegría de los capitalinos cuando se ha repuesto el servicio eléctrico; sin embargo, es la felicidad de los niños la que más lo conmueve, tal vez porque en ellos ve el rostro de los dos nietos que en casa lo esperan y lo reciben con un beso.

Puede consultar anteriores Retratos aquí:

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