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Con Filo: Comercio y gastronomía: ¿patico feo o cisne?

Pocos sectores económicos generan tantos sentimientos encontrados como el Comercio y la gastronomía. Motivo de muchas de nuestras insatisfacciones ciudadanas más visibles, y a la vez servicios de los cuales no podemos prescindir, y que siempre están ahí, funcionando. Aunque sea para recibir nuestras críticas.

 

Ilustración: Martirena

De transformación en transformación, la actividad comercial y gastronómica es quizás de las más polémicas, y también de las que más tiempo y esfuerzo le dedica el gobierno cubano en todos sus niveles de dirección.

Particularmente durante estos dos últimos años los trabajadores del Comercio y la gastronomía han tenido que laborar en condiciones en extremo difíciles, por los efectos combinados de la pandemia de Covid-19 y el recrudecimiento brutal del bloqueo.

Tanto las entidades estatales como sus formas de gestión no estatal han tenido que lidiar con los efectos del severo desabastecimiento, sin dejar de asumir las urgencias de la comercialización y elaboración de alimentos, junto con otros servicios esenciales para la población.

Restricciones y cambios en la forma de ofrecer sus servicios, maratones de venta en horarios extendidos, una demanda tremenda que se expresa en la presión de enormes colas de público, cierres de establecimientos, reaperturas parciales y bajo estrictas precauciones, de todo ha ocurrido en el Comercio y la gastronomía en esta etapa tan contradictoria, donde no han faltado ejemplos de entrega, incluyendo el apoyo al enfrentamiento de la Covid-19, y también conductas reprobables y serios problemas organizativos.

No obstante, nadie puede prescindir de tales servicios, y quizás por eso la exigencia popular sea mayor hacia comerciantes y gastronómicos.

Esenciales en esta nueva etapa de lenta reanimación económica del país, ese sector decide además, en asuntos tan lacerantes ahora mismo como los precios y la inflación, la calidad de los productos y servicios, la cantidad, variedad y tipos de ofertas.

La combinación de los negocios privados y las cooperativas empieza a tener cada vez mayor peso en el Comercio y la gastronomía, en una apuesta que protege solo servicios muy esenciales en manos del Estado, en función de garantizar la canasta básica y las ventas de las cadenas de tiendas.

Pero incluso ese ramo estatal tiene ante sí el dilema de evolucionar a fórmulas más eficientes de brindar sus servicios. El comercio electrónico, las tiendas virtuales, las transacciones mediante dinero plástico o tarjetas, son tendencias que deben imponerse, y para las cuales es preciso destinar tecnologías, ciencia e innovación, además de alianzas y encadenamientos estratégicos con otros servicios públicos.

El ordenamiento monetario y cambiario, así como el perfeccionamiento y ampliación de los actores económicos, tiene quizás su expresión más cercana a la ciudadanía en este sector del Comercio y la gastronomía. El triunfo de esos procesos fundamentales para la economía cubana pasa por lo que se logre o no en su reanimación bajo nuevas reglas. El patico feo, no olvidemos, puede convertirse en cisne.

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