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Retratos: Tiempo para crear

A Ricardo Baró Fernández le gustan los aviones, pero nunca se imaginó piloteando uno de éstos. Prefiere la mecánica y esa fue la razón que lo llevó a estar muy cerca de las aeronaves, al punto de que puede distinguirlas desde que sobrevuelan el aeropuerto internacional José Martí.

 

Foto: Agustín Borrego Torres

 

No es dado a las palabras. Prefiere trabajar. Usted le pregunta si baila y él le responde que la mayor parte de su tiempo lo emplea para crear; que si le gusta la playa, y el repite que lo de él es trabajar. Y es que desde hace 30 años el mundo de las innovaciones se ha convertido en su razón de ser.

Anirista de corazón, recuerda que comenzó a innovar cuando laboró en el aeropuerto Playa Baracoa. “Ahí llegué en 1992 y esa fue mi gran escuela, en pleno período especial, me reafirmé como técnico en equipos especiales de aviación. Para ese entonces, ya había pasado por la Escuela Técnica de la DAAFAR Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea Revolucionaria».

Pero de eso hace algún tiempo. Desde el 2005 llegó a la Unidad Empresarial de Base de Transporte y Equipos Especiales en el aeropuerto José Martí, en La Habana. Ahora, rodeado de equipos, en muchos de los cuales ha quedado su huella, Baró relata cómo ha ido buscando solución a problemas concretos que se han dado con la técnica.

Entre sus innovaciones menciona la recuperación de las tarjetas electrónicas que controlan los equipos especiales del aeropuerto. Refiere que es una tecnología cara, por la cual el país hubiera tenido que emplear cuantiosas divisas.

 

Foto: Agustín Borrego Torres

 

“También hice una innovación en el sistema de enfriamiento de las elevadoras, equipos necesarios para bajar los contenedores del avión”, alegó este mecánico, que por sus resultados ha obtenido varios premios en los fórum de Ciencia y Técnica.

Hombre sencillo, nacido en el municipio de Guanabacoa, expresa que siempre tuvo inclinación por la mecánica, por eso no dudó en estudiar técnico de nivel medio en refrigeración y climatización, de lo cual se graduó en 1988 en el Instituto Tecnológico Hermanos Gómez. “Esa formación me ha sido útil en todo lo que he hecho”.

Al hablar de los resultados de su labor, afirma que lo debe también al apoyo de sus compañeros. “Aquí existe mucha cohesión, uno solo no logra los objetivos que se propone; el técnico tiene que interactuar con el mecánico; el mecánico con el ingeniero, todos ponen un granito de arena, esa es la única forma de alcanzar algo grande”.

 

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