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Comercio interior: Iguales productos con precios diferentes, un impacto de la dualidad monetaria

El mercado es un gran escenario en el que se con­cretan gran parte de los procesos económicos de un país, y en el caso cubano mu­chas veces tiene que lidiar con la dificultad de encontrar una con­gruencia entre sus leyes naturales y el efecto de la dualidad cambia­ria y monetaria.

Foto: Isabel Aguilera Aguilar

Como resultado del derrumbe del campo socialista y el recrude­cimiento del bloqueo estadouniden­se contra la Mayor de las Antillas, desde la década de los noventa en Cuba se implementaron medidas económicas, entre las que prevalece la existencia de dos monedas en cir­culación (CUP y CUC), y una tasa de cambio que en el circuito empre­sarial es de 1 CUP=1 CUC y en el ámbito de las personas naturales es de 25/24 CUP=1 CUC.

Esta decisión permitió a la nación recuperar su economía, pero con el transcurso de los años generó también distorsio­nes que, como han declarado las máximas autoridades políticas y gubernamentales, constituyen un impedimento para la libera­ción de las fuerzas productivas. El impacto de esta situación trans­versaliza toda la realidad cubana y se traduce en el comercio inte­rior y los servicios en distorsiones como la falta de continuidad entre los precios mayoristas y los mi­noristas, medición errónea de los hechos económicos, desestímulo para la industria nacional y las producciones locales, y que igua­les productos y servicios tengan diferentes precios.

Este sector resulta muy sensi­ble porque en él se concreta gran parte de lo que consume la pobla­ción y en la actualidad muestra una gran segmentación y comple­jidad institucional debido a la alta presencia de subsidios y de méto­dos para la formación de precios. Yosvany Pupo Otero, director gene­ral de Servicios, del Ministerio de Comercio Interior (Mincin), explicó a la Agencia Cubana de Noticias que si bien hasta la década de los noventa existía homogeneidad en los ingresos de la población y los mecanismos de distribución, a partir de ese momento ocurrieron importantes transforma­ciones que provocaron una segmen­tación de los mercados por monedas, y una gran diversidad de formas de distribución.

La política de precios del Mincin establece hoy la centralización de la aprobación de precios minoristas de productos y servicios de alto impacto en la población en el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros y el Ministe­rio de Finanzas y Precios, con el obje­tivo de respaldar programas sociales y necesidades básicas del pueblo. En esta situación se hallan, por ejemplo, los productos de la canasta familiar normada.

Al mismo tiempo otro grupo de mercancías y servicios se aprueban de manera descentralizada y aplican­do distintos métodos de formación de precios (de gastos, por correlación, etc), o convertidores para el compo­nente en divisas, lo que explica que estos varíen de acuerdo a la red co­mercial en que se ofertan o el terri­torio en el que circulen determinados bienes y servicios.

En ese sentido Pupo Otero ex­plicó que la canasta familiar nor­mada se comercializa a precios con subsidios y la diferencia es asumi­da por el presupuesto del Estado. En situación similar están los pro­ductos no alimenticios que forman parte de la canastilla, el uniforme escolar, el calzado profiláctico, los módulos para postrados e inconti­nentes, entre otros.

Aclaró el especialista que en todos estos casos el consumidor se vincu­la a establecimientos específicos, la comercialización se realiza a partir de per cápitas fijadas y de acuerdo con ciclos de distribución fijos.

La red minorista cuenta tam­bién con otros mercados y progra­mas de comercialización cuyos pro­ductos se pueden adquirir de forma liberada. Entre estos el programa de materiales de la construcción, los insumos agrícolas, la red de es­tablecimientos de mercados Ideal y la de artículos industriales.

En dependencia de la red en que circule o el programa al que per­tenezca, a estas mercancías que en ocasiones pueden ser las mismas, pero en circuitos diferentes se les aplica un método de formación de precios diferentes.

En el programa de materiales de la construcción se venden pro­ductos a precios sin subsidios en los que al componente de importa­ción se le aplica la tasa de cambio de 1 por 25, pero los que tributan al programa de ahorro del agua o terminación de vivienda tienen convertidores inferiores. Si se tra­ta de materiales que provienen de la producción local entonces sus precios son fijados por los gobier­nos territoriales.

Otro ejemplo citado por Pupo Otero es el de los productos de los mercados Ideal y de artículos in­dustriales, cuyos precios se forman por correlación con productos simi­lares, lo que lleva a que en ocasiones el precio minorista no es continui­dad del mayorista y sea necesaria la intervención del presupuesto del Estado para compensar el desfase.

Foto: Heriberto González Brito

A ello hay que agregar que el solo hecho de aplicar la tasa de cambio actual para las personas naturales (1 CUC=25 CUP) provoca que una lata de refresco cueste 10 pesos en un mercado Ideal o establecimiento de gastronomía, y 12.50 pesos en la red de tiendas recaudadoras de di­visas, lo cual es una vulnerabilidad para la comisión de delitos.

En la gastronomía los consu­midores se enfrentan a diversidad de precios de productos diferentes como resultado de la existencia de variedad de programas que impli­can distintos métodos de formación. Programas como el del Sistema de Atención a la Familia y la Merienda Escolar son subsidiados; sin embar­go, restaurantes y cafeterías tienen otras normas para fijar sus precios a partir de indicaciones centraliza­das, aprobaciones de los gobiernos locales o la aplicación de criterios de oferta y demanda cuando se tra­ta de establecimientos que pertene­cen a formas de gestión no estatal.

Algo similar ocurre con los ser­vicios, cuya aprobación de precios se halla descentralizada.

El comercio interior se encuen­tra en un proceso de perfecciona­miento que tiene el propósito de incrementar la calidad de sus pres­taciones y avanzar en la protección al consumidor. Ello significa que el sector se enfrenta a otras proble­máticas que sobrepasan las distor­siones que provoca la dualidad mo­netaria y cambiaria; sin embargo, avanzar en la eliminación de estas trabas allana el camino para solu­cionar muchas de las insatisfaccio­nes de la población.

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