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¿Servicio 24 horas?

Ideal, muy útil, qui­zás ambicioso, pero para bien, es brin­dar un servicio determinado las 24 horas. Y si esa oferta se asocia a algo tan importante como la venta de combustibles, entenda­mos que se trata de una prioridad para la sociedad.

 

El hecho en cuestión ocurrió próximo a las siete de la mañana de un día reciente, en el servi­cupet capitalino situado en las calles Infanta y San Rafael. Pero a juz­gar por los relatos de los taxistas y choferes allí presentes sucede a cual­quier hora y en entidades similares.

¡Qué ironía confor­maban aquella taquilla cerrada por más de 30 mi­nutos, y al lado un letrero bien visible que informa­ba la venta todas las horas del día!

La fila de medios de trans­porte creció rápidamente. Nin­gún usuario supo la razón que ocasionó el cierre del servicio: ¿Cambio de turno? ¿Tiempo para el lógico consumo de ali­mentos? Quién sabe. Lo cierto es que la explicación no llegó. Una vez más triunfaba el irres­peto. Como si aquellos conduc­tores de vehículos, algunos con sustanciales tareas por cumplir en el ámbito de la salud pública, tuvieran tiempo para regalar.

La presencia de dos, y por momento de tres dependientes en el citado lugar, hace pensar que la interrupción se debió a un asun­to de organización del trabajo. Si un empleado se mueve del puesto de venta hacia una función tam­bién necesaria, otro tiene que re­emplazarlo para que continúe el expendio de productos.

Los horarios para los tan mencionados cuadres de caja tie­nen que ser examinados de ma­nera que ese tiempo no se vuelva contra el usuario.

No se trata de llevar al ex­tremo el dicho de que el cliente siempre tiene la razón, porque, sin restarle valor, bien sabemos que en ocasiones suceden acti­tudes inadecuadas de parte de los consumidores. Eso sí, cual­quier diseño de organización laboral tiene que estar en fun­ción de favorecer a quien recibe el servicio.

¿Cómo explicar que ese suje­to salga maltratado y disgustado del establecimiento a donde fue a buscar un beneficio?

Ordenamiento, no solo mo­netario, parece ser una máxima de estos tiempos en la sociedad cubana. El inicio del año 2021 es oportuno para revisar ho­rarios, rutinas de trabajo, mo­dos de hacer con la voluntad de tributar labores dotadas de las conocidas y reconfortantes tres E: eficiencia, eficacia y efecti­vidad.

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