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Vivir una cultura (+ Videos)

A cuatro hitos del arte nacional ha estado dedicada la Jornada de la Cultura Cubana que concluye hoy, 20 de octubre, fecha cardinal en la historia y la consolidación de una identidad:

20 Octubre: Día de la Cultura Cubana. Ilustración: Elsy Frómeta y Dayron Santana.

Cien años de Alicia; noventa de Omara y Sosabravo; cincuenta de Elpidio: aniversarios que implican celebraciones y asimismo un ejerci­cio de reflexión.

¿Hasta qué punto el arte nos ex­plica como pueblo? ¿Qué implica saberse herederos de una cultura extraordinaria? ¿Cuál ha sido el rol de la cultura y sus más relevantes exponentes en la consolidación de una identidad? Basta con una afir­mación: la cultura es el pueblo.

La realización mayor de la polí­tica cultural de la nación ha sido de­fender el derecho inalienable de la ciudadanía a disfrutar de las expre­siones y manifestaciones del arte. No hay cultura mayor ni cultura menor: hay un entramado conflu­yente, riquísimo e integrador. Es un patrimonio compartido por genera­ciones completas y que se amalgama con la historia.

El 20 de octubre de 1868, cuan­do Perucho Figueredo compartió en Bayamo la letra del himno que sería el de la nación toda, cristalizó esa simbiosis que ha marcado el devenir de un pueblo.

 

[box title=»Sobre el Himno de Bayamo:» box_color=»#1e38b0″ title_color=»#faf2f2″]

Acerca del Himno Nacional (I): Manuel Muñoz Cedeño, primer orquestador y más

Acerca del Himno Nacional (II): Diego José Batista, sacerdote y patriota

El himno que escuchó Perucho

Himno vivo: A propósito del Himno de Bayamo y el Día de la Cultura Nacional [/box]

 

El Día de la Cultura Cubana es reafirmación de un compromiso. Alicia Alonso repetía una y otra vez una vieja sentencia: el arte no tiene patria, pero los artistas sí. Y aunque distinguidos artistas cubanos han hecho obra significativa fuera del archipiélago, gran parte del acer­vo ha sido creado aquí. No es esta una cultura de diásporas enfáticas. Y en cualquier caso, lo bueno que se ha hecho fuera integra también el cuerpo maravilloso de esa cultura.

En tiempos marcados por una contingencia sanitaria, por el impac­to inmovilizador de una pandemia, no hubo apagón cultural en Cuba. Los artistas ensayaron alternativas, siguieron trabajando. Habrá que ha­cer en algún momento el recuento de estos meses de creación, la valo­ración justa de su aporte. Es que los artistas han hecho en buena medida una crónica de estas circunstancias.

 

 

Cuando el país retoma paulati­namente cierta noción de normali­dad, el arte recupera espacios, rea­comoda impulsos y concreciones.

Hay desafíos importantes para la cultura cubana y sus hacedores. Las nuevas tecnologías plantean nuevos escenarios.

Hay que repensar una economía de la cultura, que debe asumir crea­tivamente los retos de la economía nacional sin menoscabo de la socia­lización efectiva de cada una de las expresiones.

Los artistas aficionados, los portadores de tradiciones tienen que afianzar alianzas con los profe­sionales y las instituciones.

Es necesario defender el sistema de enseñanza artística y trabajar en su permanente renovación y funcio­nalidad.

Pero la fuerza de la creación es evidente. El arte seguirá ofreciendo sentidos y abriendo caminos. Cuba seguirá siendo cultura.

 

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