Icono del sitio Trabajadores

A propósito del Día de la Cultura Cubana: La ley y el himno nacional cubano

Pedro de Jesús1

“Los símbolos nacionales son la bandera de la estrella solitaria, el himno de Bayamo y el escudo de la palma real”. Así dice el Artículo 4 del Proyecto de Constitución que se discute en Cuba. En él la marcha compuesta por Perucho se designa a través de una construcción que significa algo así como ‘el himno que nació en Bayamo’, ‘el himno que por vez primera se cantó en Bayamo’, etcétera. No constituye un título. Si lo fuera, se habría indicado a través de comillas o cursivas, además de la mayúscula inicial en la primera palabra: “Himno de Bayamo” o Himno de Bayamo.

En la imagen el manuscrito de Perucho Figueredo, documento más antiguo que se conserva de
La bayamesa.

En contraste, si revisamos el anexo a la Ley 42 de 1983, De los Símbolos Nacionales —en vigor—, veremos que la partitura de la pieza aparece encabezada por la expresión HIMNO DE BAYAMO, toda en mayúsculas, con las cuales parece reconocérsele la condición de título.

Cabe entonces la pregunta: ¿es o no es un título?

Aunque Figueredo bautizó el himno como La bayamesa, hay abundantes pruebas documentales de que en la década de los noventa del siglo XIX los cubanos se referían a él, mayoritariamente, con las expresiones “el himno bayamés” o “el himno de Bayamo”, y de que ambas trascendieron al siglo XX, hasta que la última acabó imponiéndose, en detrimento, incluso, del nombre original.

Siempre hubo, no obstante, una marcada resistencia a que la denominación popular “himno de Bayamo” alcanzara la condición de nombre propio, equiparable a La bayamesa. En consecuencia, en libros, periódicos y documentos legales solo se aceptó, como resalte gráfico, la mayúscula inicial en la palabra himno. Pero le fueron sistemáticamente negadas las cursivas o las comillas, verdaderos recursos para la delimitación del título de una creación musical.

Es decir: se aceptaba el modo popular de llamarlo, pero solo se tenía por auténtico el nombre con que su autor lo había creado, La bayamesa, el cual, sin embargo, se evitaba por ser idéntico al de la canción de Céspedes, Castillo y Fornaris estrenada en 1851 (¿No recuerdas, gentil bayamesa…?).

Ahora nuestros legisladores tienen la oportunidad de zanjar de una vez por todas este dilema, heredado desde el mismo siglo XIX.

En primer lugar, deberían incluir La bayamesa en el Artículo 4, porque es el título original de la composición, y así reza en la única partitura autógrafa de Perucho que se conserva. Continuar desestimando ese nombre en nuestros textos constitucionales nos hace pobre favor, porque se enajena una parte significativa de la historia del himno y de la historia de nuestra nación, la que atañe, sobre todo, a los vínculos de los conspiradores independentistas del Comité Revolucionario de Bayamo con los ideales políticos de la Revolución Francesa y la canción patriótica La marsellesa.

En segundo lugar, es preciso que asumamos, también, el nombre que la obra adquirió por convención. Pero su tratamiento ortotipográfico debe ser coherente y evidenciar, sin margen a duda, que se trata de un título. No es el original, en efecto; pero es el que los cubanos le dimos. ¿Por qué sentir prurito de reconocerlo en cuanto tal? De modo que, según las normas editoriales contemporáneas, lo idóneo será escribir en cursivas la expresión íntegra y con mayúscula inicial su primera palabra: Himno de Bayamo.

De resultas, el Artículo 4 de la nueva Constitución quedaría: “Los símbolos nacionales son la bandera de la estrella solitaria, La bayamesa o Himno de Bayamo y el escudo de la palma real”.

Una vez realizados estos cambios, habrá que emprender otros en la propia Ley 42/1983, De los Símbolos Nacionales, sobre todo en el anexo con que se publicó en la Gaceta Oficial de la República.2

Este documento no ofrece una representación en verso de nuestro himno, sino únicamente su letra inserta en partitura. Aun cuando el fin primordial de La bayamesa o Himno de Bayamo es el canto y/o la ejecución instrumental, ha de tenerse una pauta verbal oficial para su edición en libros de texto, folletos divulgativos, prensa periódica, etcétera. De lo contrario, seguiría ocurriendo lo que hasta hoy: unas veces —la mayoría— vemos escrita la letra en dos cuartetos, y otras en una octava.

Lo correcto será integrar los ocho versos en una sola estrofa. Ajustándose a moldes poéticos y musicales de amplio uso en la tradición patriótica cubana y latinoamericana del XIX, nuestro himno fue concebido en octavas, como los de México, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Perú o Bolivia. Constituye una prueba irrefutable de ello la disposición que, en el autógrafo, Perucho da a los versos escritos fuera del pentagrama.

Otra cuestión que urge enmendarse en la representación oficial de la marcha es la escritura de bayameses con mayúscula inicial, uso desautorizado para los gentilicios en las normas ortográficas contemporáneas de la lengua española.

Por otra parte, mientras el sustantivo patria se escribe con minúscula inicial en el segundo verso de la representación legal, en el cuarto aparece con mayúscula de relevancia.

Entre las razones que motivan la asunción de esta mayúscula, la Ortografía de la lengua española recoge la estima a ciertos términos “sagrados o dignos de especial veneración por razones religiosas o ideológicas”. Aunque se recomiende “restringir al máximo su empleo”, no resulta censurable en el sustantivo patria, tratándose de que nuestro himno es un texto de contenido patriótico. Pero si se opta por ella, debe mantenerse en ambas realizaciones del vocablo.

Otras peculiaridades de la representación oficial de la letra del himno que es necesario modificar se relacionan con su puntuación.

En las primeras cuatro líneas encontramos un par de enunciados imperativos (Al combate, corred, Bayameses; No temáis una muerte gloriosa), sucedidos por sendas expresiones declarativas que se les subordinan (que la patria os contempla orgullosa; que morir por la Patria es vivir).

A las oraciones del segundo y cuarto versos se les llama causales explicativas, en virtud de que con ellas se argumenta la razón de lo expresado en las respectivas que les anteceden. Según las normas ortográficas vigentes, este tipo de oraciones precisan aislarse mediante comas. Es lo que, por fortuna, se constata en el anexo legal al cierre del primer verso, tras la palabra bayameses. No se toma, sin embargo, igual decisión al final del tercero, a seguida de gloriosa, posición en la cual también, como queda dicho, ha de colocarse el signo.

Las líneas quinta y sexta son, sin lugar a dudas, las más complejas del texto. En la singularísima estructura oracional que allí se verifica —y que en el corto espacio de este trabajo no podemos analizar— el primer segmento (en cadenas vivir) funciona como sujeto, y el segundo (es vivir en afrenta y oprobio sumido) constituye el predicado o atributo. En el anexo a la Ley 42/1983 ambos miembros se separan mediante coma (En cadenas vivir, es vivir…), en franca transgresión de las normas ortográficas vigentes, que proscriben este uso superfluo del signo.

Consumados los cambios, la letra quedaría como la relacionamos a continuación: Al combate corred, bayameses, / que la patria os contempla orgullosa. / No temáis una muerte gloriosa, / que morir por la patria es vivir. / En cadenas vivir es vivir / en afrenta y oprobio sumido. / Del clarín escuchad el sonido. / ¡A las armas, valientes, corred! (Hacemos la salvedad de que igualmente válida sería la opción de escribir ambas realizaciones del sustantivo patria con grafía inicial mayúscula.)

Pero, de nada valdrían estas modificaciones si no se garantizan mecanismos acertados de divulgación del nuevo cuerpo jurídico, única forma de eliminar la multiplicidad de variantes gráficas en la reproducción de la letra del himno, lamentable práctica que es hoy muy común. También en el uso de nuestros símbolos nacionales debemos asegurarnos de que impere la ley.

1Pedro de Jesús es escritor, licenciado en Letras y Máster en Estudios Lingüístico- Editoriales Hispánicos.

2El autor realiza un análisis pormenorizado de esta propuesta de cambios en su libro Lengua, verso e historia en el himno nacional cubano, que la Editora Abril presentará en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2019.

Compartir...
Salir de la versión móvil