Icono del sitio Trabajadores

Inclusión de Cuba en lista unilateral de EE.UU., un acto deshonesto (+Fotos)

A 20 días del ataque terrorista a la embajada de Cuba en Washington, el Gobierno de Estados Unidos aún guarda silencio. Sin embargo, incluyó a La Habana en una lista unilateral de países que “no cooperan” en la lucha contra el terrorismo, lo que ha sido calificado por Carlos Fernández de Cossío, director general para EE.UU. del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), como “un acto político, deliberado y profundamente deshonesto”.

“Es un listado ilegítimo que no tiene reconocimiento absoluto por ningún foro internacional u órgano colegiado autorizado en temas de lucha contra el terrorismo, y que busca desacreditar a Cuba y presionar a terceros países en sus relaciones con la isla”, sostuvo el diplomático durante un encuentro con medios de la prensa nacional, este martes, en el que también repasó otros temas sustanciales de las deterioradas relaciones bilaterales.

Ello surgió y continúa explicándose por el aislamiento que sufre la autoridad estadounidense ante los organismos internacionales, foros multilaterales y la comunidad mundial.

“La imposibilidad de imponer su agenda y criterios frente a la voluntad de la mayoría de los Estados, ha conducido a ese Gobierno a publicar listas sobre distintos temas para señalar a otras naciones”, sustentó.

Citó el ejemplo del listado sobre el combate al narcotráfico, “lo cual es paradójico, porque es conocido que a nivel global, el mercado fundamental para el tráfico de drogas es EE.UU.”.

“Es en ese territorio donde más dinero se genera y más fortunas existen como fruto del tráfico de drogas”, subrayó.

Lo mismo hace con la libertad religiosa y la trata de personas, mientras que tiene al menos dos listas referidas al tema del terrorismo, como en la que está incluida Cuba, acusada de “no cooperar lo suficiente con el esfuerzo estadounidense de lucha” contra ese flagelo.

Algo paradójico a juicio de Fernández de Cossío, teniendo en cuenta que EE.UU. conoce, así como la comunidad internacional, que “Cuba tiene una posición vertical y consistente contra del terrorismo, nuestra intolerancia con cualquiera de sus manifestaciones es absoluta”.

Solo en el servicio y política exterior, Cuba ha sido objeto de más de 500 actos terroristas, en su mayoría fraguados, organizados, financiados y ejecutados desde territorio estadounidense, por individuos que viven allí y han disfrutado de libertad al amparo de aquel gobierno, a pesar de ser extremistas connotados y reconocidos.

“No estoy contando aquí el terrorismo de Estado, practicado por el Gobierno estadounidense, específicamente por la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) contra el pueblo de Cuba”, mencionó.

Fernández de Cossío señaló un factor esencial, y es que —como bien conoce el Gobierno de EE.UU.— actualmente existen acuerdos de cooperación bilateral, así como en materia de aplicación y cumplimento de la ley, que incluyen el combate contra el terrorismo.

Añadió que recientemente han habido acciones concretas de colaboración, algunas de ellas de beneficio para el Gobierno estadounidense y de interés para su seguridad nacional.

El director general de EE.UU. del Minrex aseveró que, desafortunadamente, determinados países o autoridades estadounidenses en otras naciones prestan atención a estas calificaciones, y actúan en algunos casos en correspondencia.

El impacto práctico de entrar en este listado de “no cooperar completamente” con los esfuerzos antiterroristas de Washington, es la prohibición de la venta o licencia para la exportación de artículos y servicios militares y de defensa a estos Estados.

Silencio cómplice sobre el ataque terrorista a embajada de Cuba

Mientras EE.UU. decide incluir a La Habana en su lista negra, calla con respecto a los sucesos del 30 de abril último, cuando un ciudadano de origen cubano abrió fuego contra la embajada caribeña en la capital norteamericana.

Para las autoridades diplomáticas de la isla, cada día que pasa de silencio público sobre el acto terrorista perpetrado por un individuo que se confesó dispuesto a matar, “es un día que demuestra la complicidad de la actual administración en relación con dicho acontecimiento”.

“Es un silencio cómplice, sobre todo cuando se han podido demostrar vínculos entre ese ciudadano [Alexander Alazo Baró] con grupos e individuos de trayectoria violenta en aquella nación, promotores actos agresivos contra nuestro país”, detalló el funcionario.

Como refirió el Canciller cubano en una comparecencia para hablar sobre tales hechos, el Gobierno de EE.UU. está aún por explicar cuáles son los nexos de un centro religioso de la zona de Doral, en el sur de Florida, con el atacante, así como el vínculo entre los discursos y planteamientos agresivos y hostiles contra Cuba que se promueven allí con la conducta y la decisión de este individuo de ametrallar la embajada con la intención confesa de matar.

De manera particular, rememoró que las misiones diplomáticas de Cuba en Washington y Nueva York han sido blanco de ataques con explosivos y disparos, e incluso en medio de una céntrica avenida del barrio neoyorquino de Queens fue baleado el diplomático cubano Félix García, en 1980.

“Hemos tenido que enfrentar la COVID-19 con las limitaciones del bloqueo”

Otro aspecto en el que se detuvo Fernández de Cossío fue en el recrudecimiento del bloqueo contra Cuba durante la administración Trump, y cómo se ha hecho sentir esta política en medio de la lucha de la isla contra la pandemia de la COVID-19.

En tiempos de COVID-19, un factor fundamental es obtener los insumos que requiere el país para el aseguramiento médico, de equipamientos y materiales con el propósito de enfrentar esta enfermedad causada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.

Precisamente, el bloqueo significa un escollo para adquirir en mercados de terceros países algunos productos y equipamientos fabricados por empresas subsidiarias de EE.UU., o que contienen un porciento de componentes, partes o software estadounidenses.

Entre los ejemplos concretos ya hecho públicos, Fernández de Cossío se refirió a uno de 2019, cuando Cuba trató de contratar varios equipos de ventilación mecánica usados en las terapias intensivas, y tan necesarios ahora en el contexto de la COVID-19.

Otra situación más reciente fue la ayuda que se intentó enviar desde China, la cual no pudo llegar a suelo cubano porque la empresa transportadora de la carga se negó a hacerlo ante el temor de ser castigada por las leyes de EE.UU.

Se ha alegado en ocasiones —dijo— que EE.UU. autoriza la venta si Cuba solicita una licencia. “Nadie que conozca cómo funciona el comercio internacional, en particular cuando hay necesidades apremiantes, puede suponer que los problemas se resolverán de manera urgente mediante procesos deliberadamente dilatados como los que establece ese Gobierno”, apuntó.

“Si EE.UU. no tuviera restricciones no exigiría licencias, ni pondría los medicamentos y alimentos dentro las limitaciones a Cuba para comprar en EE.UU. o en terceros mercados”, aseguró.

Alegar que el bloqueo no es real, es un acto deshonesto

Acerca de grupos que dentro y fuera de Cuba sostienen que el cerco de Washington no es real, el Director General de EE.UU. de la Cancillería opinó que “están mintiendo”.

En ese sentido, recordó que la motivación para la aplicación del bloqueo está escrita desde inicios de la década del sesenta.

El memorándum del seis de abril de 1960, con la firma de Lester D. Mallory, subsecretario de Estado Asistente para los Asuntos Interamericanos, define claramente el propósito del bloqueo: crear penuria, escasez y con ello, una situación económica insostenible en Cuba, a fin de derrocar al Gobierno.

Por si eso no fuera suficiente, —sentenció Fernández de Cossío— se trata de algo que está escrito en la Ley Helms-Burton, cuyo título I dice explícitamente que es obligación del Gobierno de Estados Unidos, procurar frenar u obstaculizar las relaciones comerciales de Cuba en cualquier parte del mundo.

“Mandata a Washington a enterarse de cuáles son las relaciones económicas y comerciales la isla con otras naciones, y a tratar de obstaculizarlas, al punto de exigir que el Departamento de Estado reporte cada año al Congreso sobre los resultados y cumplimento de esta medida”, argumentó el diplomático.

Cada año, el bloqueo cuesta a Cuba más de 4 000 millones de dólares a causa de las prohibiciones para adquirir productos en un mercado tan cercano como el estadounidense, acceder a esa tecnología y por los obstáculos que impone a terceros países.

Y es que la isla, además de estar impedida a realizar importaciones desde EE.UU., tampoco puede acceder a productos que contengan más de un 10% de componentes estadounidenses (materias primas, piezas y partes, software, propiedad intelectual).

“En una economía tan globalizada como la actual es muy difícil encontrar productos que no tengan hasta un 10% de fabricación norteamericana”, sustentó Fernández de Cossío, quien insistió en que Cuba tampoco puede comerciar con empresas subsidiarias de EE.UU. radicadas en terceros países, aunque respondan a la legislación, paguen impuestos y empleen a personal de las naciones donde están asentadas.

Leer más:

Cooperación médica, también en la diana de los ataques

Cada año, el bloqueo cuesta a Cuba más de 4 000 millones de dólares a causa de las prohibiciones para adquirir productos en un mercado tan cercano como el estadounidense, acceder a esa tecnología y por los obstáculos que impone a terceros países.

Y es que la isla, además de estar impedida a realizar importaciones desde EE.UU., tampoco puede acceder a productos que contengan más de un 10% de componentes estadounidenses (materias primas, piezas y partes, software, propiedad intelectual).

“En una economía tan globalizada como la actual es muy difícil encontrar productos que no tengan hasta un 10% de fabricación norteamericana”, sustentó Fernández de Cossío, quien insistió en que Cuba tampoco puede comerciar con empresas subsidiarias de EE.UU. radicadas en terceros países, aunque respondan a la legislación, paguen impuestos y empleen a personal de las naciones donde están asentadas.

A su juicio, el vigoroso y efectivo sistema de salud cubano, capaz de asegurar el acceso a servicios de calidad para todos a pesar de las limitaciones económicas, también está en la diana de los ataques de EE.UU., “un país incapaz de proveer asistencia sanitaria a sus ciudadanos”.

Antes de que surgiera la pandemia de la COVID-19, que ha venido a demostrar la incapacidad de la administración de Donald Trump para gestionar la crisis sanitaria en su país, “el tema ya figuraba en la campaña de debate electoral de EE.UU., identificado como una de las preocupaciones fundamentales de los electores”, observó Fernández de Cossío.

“En contraste, la colaboración médica internacional cubana es capaz de prestar servicios a millones de personas en el mundo, sobre la base de acuerdos bilaterales intergubernamentales totalmente legítimos, que descansan en principios y nociones que diversas resoluciones de la ONU han defendido, como la cooperación Sur-Sur”, manifestó.

Consideró que el propósito de esta campaña es desacreditar a Cuba, y tratar de sostener la idea de que es un país inviable, todo ello con el objetivo de “restarle recursos económicos que legítimamente recibe como resultado de los servicios de salud que presta a nivel internacional”.

EE.UU. habla en nombre de los cubanos que viven allá, pero no los representa

Por último, el Director General de EE.UU. del Minrex se refirió a las próximas elecciones presidenciales en ese país, donde el tema Cuba ha aparecido particularmente en el sur de la Florida, aunque “es difícil pronosticar qué peso real va a tener en los comicios de noviembre, incluso en ese Estado”.

El primer motivo expuesto por Fernández de Cossío fue que demográficamente, los cubanos en EE.UU. no tienen un peso significativo en el proceso electoral.

En segundo lugar, señaló que no todos los cubanos que viven en ese país votan, algunos porque no son ciudadanos estadounidenses (por tanto no tienen el derecho), mientras que otros que sí lo son tampoco pueden hacerlo por presentar deudas con el Estado.

Recordó que las elecciones en EE.UU. se realizan en un día laboral, por tanto, “hay cubanos que no pueden darse el lujo de faltar a sus trabajos para votar, o sus centros no les otorgan el permiso de ausentarse con ese fin”.

Encuestas realizadas en EE.UU. en los últimos años demuestran que, incluso para los votantes cubanoamericanos, el tema de la relación con Cuba no es tan sustancial. “En su lista de prioridades ocupa el cuarto o quinto lugar; más importantes para ellos son los asuntos relacionados con la Salud, el empleo, la seguridad ciudadana y la vivienda”, añadió.

Sin embargo, de acuerdo con Fernández de Cossío, hay algo que no se debe obviar, y es que no es lógico suponer que el cubano que vive en EE.UU. vote a favor de un gobierno comprometido con políticas que lo alejan o cortan los vínculos con su país de origen.

Una de las trabas fue la suspensión de los vuelos regulares procedentes de EE.UU. a Cuba, a lo que luego se añadió la reducción de los chárter, que solo pueden ser operados hacia La Habana.

“Es difícil pensar que la mayoría de los cubanos respalde una campaña comprometida con entorpecer las relaciones con sus familiares, lo que nos hace pensar que la maquinaria política, sobre todo del Partido Republicano en la Florida, no toma demasiado en cuenta el criterio o la opinión de los cubanos, sino que los utiliza”, apuntó Fernández de Cossío.

Es dentro de esa maquinaria política republicana donde hay varias figuras de origen cubano, “quienes han ganado dinero sobre la base de la corruptela política de los EE.UU. y mediante sus vínculos con servicios especiales que orquestaron, desde Florida, acciones contra Cuba”.

“Esa maquinaria que dice hablar en nombre de los cubanos, es la que sí tiene cierto peso en la estructura política, y a la que apuesta el Partido Republicano y el actual equipo de Gobierno de EE.UU.”, dijo.

(Con información de Cubadebate)

Compartir...
Salir de la versión móvil