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El tiempo y la juventud, reflexión en tiempo de Covid-19

Durante las últimas sesiones del Consejo de Defensa Provincial en Villa Clara dos temas saltaron en los análisis para evitar la propagación de la Covid-19 : el tiempo de las pesquisas y la irresponsabilidad de algunos jóvenes. Y en medio de las acciones para cada una recordé una canción y un poema.

Pablo Milanés en una de sus memorables melodías alerta sobre el valor del tiempo, lo nombra «el implacable, el que pasó». A su vez el legendario poema de Rubén Darío llama a la juventud «divino tesoro, una condición que se va para no volver».

Aunque parezca paradójico todo está relacionado. Acortar el tiempo en la detección de casos positivos, sospechosos y contactos de la Covid-19 implica menos contagios, menos pacientes ingresados, menos en terapia, mejor aprovechamiento y racionalidad en el uso de los recursos humanos y materiales y sostenimiento de los procesos sanitarios.

Por eso se pide al personal de la salud incrementar las pesquisas activas, hacer casi en tiempo real el estudio epidemiológico, ubicar los contactos e incluso detectar las personas relacionadas con estos para detener la cadena, mucho más cuando los casos asintomáticos aumentan de manera significativa. Mientras pasa el tiempo aumenta el contagio y ya sabemos que estamos ante un enemigo invisible.

Según han manifestado varios directivos a diferentes niveles el pesquisaje en ocasiones ha demorado incluso tres días. En Villa Clara tiene ese comportamiento, indicador de falta de oportunidad y se evidencia en los municipios de  Cifuentes, Placetas y Santa Clara, territorios que se han complicado, de manera peligrosa, con el transcurso de los días.

Es por eso que no podemos permitir que el tiempo nos deje “esa huella triste” ni las “marcas imborrables” de la que habla el cantautor cubano. En este caso serían ausencias irreparables, enfermos complicados y apertura de nuevos centros asistenciales, como es ya el caso de Villa Clara que habilitó el Hospital Celestino Hernández, además del Militar  Manuel Fajardo, para atender sospechosos y contagios.

Por otro lado, es cierto que mantener aislados a los jóvenes llenos de energía e ímpetu resulta complicado, pero es definitorio que ellos, a pesar de  las características de la adolescencia -rebeldes e irreverentes- tengan percepción del riesgo de esta enfermedad. Urge hacerles entender las adversidades a la que nos enfrentamos y las trágicas consecuencias.

Téngase en cuenta que en la provincia de Villa Clara el 29,3 de los ingresados responden a edades entre 15 y 18 años. Ese número habla por sí solo. En Camajuaní, por ejemplo, de los 18 casos confirmados  hasta el momento, 10 son menores de 18 años. Es el momento de exigirles disciplina y responsabilidad individual, familiar y social, por ellos mismos, por ese tesoro que es iniciar el camino de vivir.

Si impone respetar las indicaciones del Consejo Defensa en Villa Clara: elevar percepción del riesgo, detectar asintomáticos, realizar pesquisas activas y oportunas y cumplir las medidas de aislamiento social.  La vida que es “tan corta al parecer cuando se han hecho cosas sin querer”, como afirma Milanés, será larga y optimista. A su vez, la juventud, divino tesoro que nuestra sociedad privilegia, nunca se irá y no tendrá que llorar sin querer, como inscribe en sus versos Darío.

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