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Al pan, pan: Primero los libros

Hubo una época no tan lejana en que, a la salida de La Cabaña, en los días de Feria, la gente llevaba bolsas cargadas de libros. Hubo una época en que las colas para las librerías del recinto ferial eran largas… y el público se quejaba, con razón, pero hacía la cola porque le interesaban las novedades.

 

Foto: Isabel Aguilera

 

Hoy, si uno se fija en los que salen de la fortaleza, notará que pocos llevan libros. A no ser libros para dibujar.

El Noticiero de la Televisión transmitió un reportaje muy ilustrativo: a la pregunta de qué vino a comprar a la Feria, mucha gente dijo que material escolar para los niños, crayolas o juegos didácticos.

Otros bien pudieran decir que vinieron a comprar chucherías o a montarse en los aparatos de diversión.

Una feria es fiesta, una feria es comercio… y por lo tanto, la Feria del Libro es fiesta y comercio… pero no solo es eso. Obviamente, fue concebida primero que todo como una cita cultural. Por lo tanto, lo meramente mercantil no puede estar por encima de esa vocación cultural.

El principal objetivo de la Feria del Libro no es recaudar dinero (aunque algunos aprovechen la Feria para ganarlo en actividades “colaterales”); el principal objetivo es, tiene que ser, socializar cultura, expresada en literatura de calidad.

Asumiendo incluso los problemas en la producción editorial, es perfectamente posible adquirir obras de primera línea, de autores reconocidos, por precios razonables. Por menos dinero, incluso, de lo que cuestan otras producciones que se venden también en la Feria.

Foto: Isabel Aguilera

El libro, el buen libro, debería ser el producto estrella de la Feria.

Más triste es el que va a la Feria solo a comer pollo frito, a pasar el rato, como el que va a la venduta de la esquina. Y llega al final de la jornada y se gastó un dineral en pollo, en refrescos, en chucherías múltiples… y ni un peso en un libro.

No tenemos nada en contra del pollo. No se puede vivir un día entero a base de literatura. La cuestión es de prioridades.

Hay quien también compra muchos libros y después esos libros duermen el sueño eterno en el librero de la casa. Triste también, porque hay un esfuerzo, un gran esfuerzo, en la organización de la Feria. Y el objetivo es honrar ese principio básico de la política cultural de la nación: arte y literatura para todos.

De eso se trata. Y el libro, contra lo que piensan algunos, no es un lujo. Es libro es una inversión para el futuro. Un país que lee, necesariamente será un país más próspero.

Aprovechemos mejor la Feria. Un último consejo, para los padres: Compren caramelos, pero también cómprenles libros a sus hijos.

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