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Hugo de los Reyes Chávez habla de Fidel

Hugo de los Reyes Chávez conversa con colaboradores de varias misiones del Estado venezolano de Barinas. Foto: Jorge Pérez
Hugo de los Reyes Chávez conversa con colaboradores de varias misiones del Estado venezolano de Barinas. Foto: Jorge Pérez

“La mística de Chávez, Comandante, todavía persiste en esta casa de campo, donde pasó muchos años de la infancia. Sus andanzas, las canciones, las alegrías, todos esos recuerdos, todo él siempre está aquí con nosotros”, Hugo de los Reyes Chávez, su papá, hace el relato con un dejo de añoranza que contagia a los periodistas encargados de la cobertura del trabajo de colaboradores cubanos en Venezuela y de numerosos de sus representantes.

Accedió, sin cortapisas, al pedido de conversar sobre el idolatrado hijo, el revolucionario cabal, al hombre inspirado en las ideas emancipadoras de El Libertador, “a quien bajó de las estatuas” para traerlo otra vez al pueblo, porque Bolívar todavía tiene mucho que hacer en los pueblos de Nuestra América y hoy más que nunca ante la brutal arremetida del imperio y su afán de recolonización, de hegemonía.

Hugo de los Reyes, o El Maestro, apelativo al que responde instintivamente, y que le reconoce el ejercicio de esta profesión por muchos años, cuenta anécdotas que develan la personalidad de Hugo Rafael Chávez Fría, sus profundos sentimientos de justicia social, su amor a la historia y al pueblo, los conceptos de lealtad, de compañerismo y sus vínculos con el Líder Histórico de la Revolución Cubana.

Y la conversación fluye por cauces que nos acercan a Fidel, al Comandante en Jefe, “tan unido a Hugo por convicciones revolucionarias y es un privilegio haberlo conocido personalmente”, dice emocionado y cuenta de los lazos que unían —y unen— a los dos comandantes de América y momentos inolvidables de sus encuentros con él en La Habana y Venezuela.

“Hugo era muy amigo de Fidel. Fidel decía que Hugo era su hijo y Hugo decía que Fidel era su segundo padre”, sonríe en gesto de aprobación, “Padre político”, decía él”, reafirma y da gracias a Dios, “porque tuvimos el privilegio de convivir con él muchos años —se refiere a Hugo— y de ser, como se dice el Líder de la Revolución Bolivariana”.

Y no oculta su satisfacción, porque “el pueblo venezolano lo recuerda con mucho cariño, y dondequiera que uno va ve muestras de esa admiración. Es como Fidel en Cuba, igualito, son líderes, hombres de historia, de pensamientos muy amplios, con una gran proyección y, por supuesto, con un gran sentido del amor a la Patria.

“Yo fui a La Habana, recuerda, y estaba conversando con Fidel, en el Palacio; y él al final me dijo: ´Te voy a recomendar algo, dile a Chávez que no se desespere, que nosotros aquí en Cuba tenemos ya más de 30 años de Revolución y hemos hecho muchas cosas, pero nos faltan todavía más y la Revolución de ustedes es una niña, tenía como un año aquí, y está empezando a crecer. Dile que no se desespere, me reiteró, y así se lo dije a Hugo cuando llegué a Caracas y recordamos siempre esas anécdotas, esos grandes consejos de Fidel con mucho cariño y con mucho respeto.

“Fidel estuvo aquí en Barinas, en la residencia, yo era gobernador. Ahí almorzamos y Elena (se refiere a su esposa) prepara muy bien el plato de chigüire, lo hizo para el almuerzo y Fidel le formuló como 50 o más preguntas a Elena sobre el chigüire, ‘¿qué come ese animalito?, ¿cómo vive?’…, a él le gustaba saber de todo. Después fuimos para Sabaneta y la gente sabía que era Fidel y salía a saludarlo, a conocerlo personalmente, y él donde veía gente paraba, y le daba un pequeño discurso ahí mismo y seguíamos.

“A Sabaneta —tierra natal de Chávez— llegamos como a las doce del día, con pleeeeeno sol”, enfatiza en el adjetivo para ilustrar la inclemencia natural. “Era verano”, remarca; y rememora: “En la esquina de la Iglesia, donde nací yo, nació mi hermano, había mucha gente concentrada, esperándolo, era ya como la una de la tarde y los rayos de sol estaban muy fuertes y Fidel se ‘manda’ un tremendo discurso de como una hora o más y la gente sudando, pero oyendo a Fidel.

“Yo lo acompañé hasta Guarane. Fue una gran gira, de grandes enseñanzas, no se olvida, y de grandes experiencias para beneficio del pueblo que uno va acumulando también”.

Y para resumir contrasta las huellas dejadas por esos dos grandes hombres de la historia contemporánea de Nuestra América: “Para Cuba Fidel está vivo y para la mayoría de los venezolanos Chávez también está vivo, y nosotros aquí, vamos pa’lante con la Revolución siempre, con el dolor de haberlos perdido físicamente, pero con la satisfacción del gran trabajo que hicieron ellos por ambos pueblos y ese recuerdo de uno será para siempre, hasta que uno se vaya.

“Allá, dice y mira al cielo, deben estar Hugo y Fidel junticos, ¿verdad? Viendo los adelantos de los dos pueblos. Así como están los ojos de Chávez pintados en muchos lugares, como símbolo de que sigue vigilante, y la frase Chávez Corazón de Pueblo; y, cuando voy a la terapia y veo escrito Yo soy Fidel y la banderita cubana, es fácil advertir que Fidel está ahí. Ellos siguen entre nosotros”.

En la despedida encomia la colaboración de los cubanos que cumplen misión en la Patria de Bolívar y su apoyo solidario “que ayuda a hacer realidad muchos de los sueños de Fidel y Chávez en beneficio de los más humildes”, enfatiza y proclama: “Sé los sacrificios que hacen, en situaciones a veces muy duras, alejados de la familia y por eso es más grande el mérito”.

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