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Vida bloqueada

Por: Dr. Joaquín Infante Ugarte*

Lo que el Gobierno de los Estados Unidos hipócritamente denomina embargo es una falacia. Embargo es una medida cautelar, cuando a un deudor moroso se le congela el dinero para que no pueda utilizarlo y así garantizar el cobro de la deuda. La eliminación de las relaciones comerciales y financieras con nuestro país, la prohibición de viajar aquí a los ciudadanos estadounidenses y la aplicación de las leyes discriminatorias contra Cuba en otros países y a ejecutivos de firmas extranjeras, entre otras medidas, es en toda la extensión de la palabra un bloqueo económico, comercial y financiero.

 

Y vale aclararlo una vez más porque todavía hay quien emplea la palabra embargo, que pretende esconder la verdadera dimensión de un conjunto de leyes, medidas y regulaciones aplicadas oficialmente contra Cuba desde 1962, las cuales fueron concebidas para originar un incremento de las carencias entre la población, provocar sufrimiento y desesperación, socavar el mayoritario apoyo popular a la Revolución y destruir nuestro proyecto socialista.

Es paradójico que recientemente Estados Unidos haya orquestado una maniobra en la ONU para acusarnos de violadores de los derechos humanos cuando el bloqueo constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de los cubanos, y califica como acto de genocidio y terrorismo económico.

Esta política es un atentado permanente contra la existencia misma de los cubanos, porque afecta directa y cotidianamente su nivel y calidad de vida, en todos los ámbitos, y es un freno al desarrollo.

Cuando se dice que los daños acumulados por este acoso alcanzan la cifra de 933 mil 678 millones de dólares tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, no podemos dejar de pensar cuánto se podría haber hecho con esos recursos y cómo podría haber ascendido nuestro PIB a pesar de nuestros errores internos.

Este acoso criminal nos obligó a la reubicación geográfica del comercio. A veces cuando me comentan que los japoneses fueron los creadores del just in time, o sea el inventario cero, respondo en broma que en realidad lo aplicamos nosotros hace mucho tiempo.

El inventario cero representa para las empresas una ventaja porque le permite utilizar más eficientemente sus recursos, ya que de tener almacenado mucho tiempo gran cantidad de mercancías pueden presentarse deterioros o daños o pérdidas. Al triunfo de la Revolución no necesitábamos inventarios, todo venía de los Estados Unidos cuando hacía falta, por barco o avión, por su cercanía era nuestro mercado natural. Con la implantación del bloqueo tuvimos que buscar a los suministradores más lejos, y eso nos obliga a tener en existencia en los almacenes mercancías durante meses con la consiguiente pérdida económica.

Hemos dejado además de recibir ingresos debido a que el mercado de EE. UU. está vedado a los exportadores cubanos; los productos importados de otros países incrementan sus precios, por estar condicionados a la percepción de llamado “riesgo país”, debido a la permanente amenaza de sanciones contra aquellos que comercien o inviertan en Cuba; no podemos utilizar el dólar en las transacciones comerciales; estamos privados igualmente de créditos provenientes de bancos estadounidenses y se les aplican fabulosas multas a entidades bancarias y financieras de cualquier nación por establecer relaciones normales con nuestro país.

Esta persecución se ha recrudecido en los últimos tiempos, mas se trata de una política fracasada que la comunidad internacional ha rechazado reiteradamente. Hemos resistido hasta ahora y lo seguiremos haciendo, pero la vida de los cubanos no puede seguir bloqueada.

*Premio Nacional de Economía y asesor del presidente de la Anec

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