Cargando...No hay que contarlo todo para decir que vivimos como sociedad un 2025 de tensiones, apagones, vaivenes, emigración, pero sobre todo de pérdida de credibilidad en el imaginario de la Cuba que queremos ser y la que verdaderamente puede ser.
Ahora mismo les propongo un minuto. 60 segundos del último día del 2005 o del primero del 2026 para compartir no postales ni mensajes encadenados. Solo algunas ideas sueltas para amar a los amigos, a la familia y a este país. Lo imprescindible para no dejarse de enamorar, aunque las peleas, las contradicciones, la política y no pocas carencias sigan atentando a diario contra esa legítima pretensión.
Lo haré desde una historia que encierra todo lo que pudiéramos estar escribiendo en decenas de cuartillas.
ROSA tiene una hija que se llama FE, que hace tan solo un año decidió irse de Cuba después de graduarse de Informática. Quería probar su talento y la preparación recibida por sus magníficos profesores universitarios, porque aquí había perdido algo de sentido el nombre que su mamá le puso y que tanto le gustaba repetir de pequeña.
BLANCA, la hermana menor de ROSA, también se había ido con toda su descendencia y cada vez que escuchaba o leía en redes sociales lo difícil que estaba la situación en Cuba, la invitaba a que se decidiera a acompañarla en el apartamento pequeño que rentaban para ella sus hijos LUZ y AURORA. Pero ROSA solo respondía: «no quiero irme, me gusta mi país, con su vino amargo incluido. Allá voy de visita cuantas veces quieras».
ROSA no entendía por qué tantas mentiras y ofensas, a veces hasta aberraciones mentales, herían el orgullo entre los cubanos en un mundo virtual diseñado supuestamente para encontrar amigos y compartir desde el respeto y la ética. Mientras tanto iba resolviendo lo más urgente con algunas divisas que le mandaba BLANCA cada dos meses, pues su jubilación perforaba su cartera a los 10 días de cobrarla.
ESPERANZA, la vecina de los altos, invitaba a ROSA a su casa en las noches interminables de apagón porque había podido comprarse un Ecoflog gracias a sus hijos ERNESTO Y JOSÉ, que también vivían lejos de ella. Una y otra vez le insistía a ROSA en cuidarse mucho, porque «caer en un hospital o contraer Chicunguya, sería fatal». Eso sin contar que los medicamentos antes de comprarlos le sube la presión a cualquiera por los altos precios del mercado informal.
MILAGROS, tía de ROSA, había conocido personalmente a FIDEL y siempre le había inculcado a ROSA que más allá de virtudes y defectos que todos tenemos el papel del liderazgo de aquel hombre cambió a Cuba. «Siempre hubo problemas en la educación, la salud, la vivienda, el transporte, la agricultura y más, pero no existía problemas de liderazgo. FIDEL lo resolvía todo», le repetía una y otra vez MILAGROS.
Algo distinto sí hicieron ROSA, FE, BLANCA, ESPERANZA y MILAGROS este último minuto del 2025 o el primero del 2026. Tomaron un papel y esbozaron los sueños nacidos desde esta nación. Todas terminaron insatisfechas por los que aún no han concretado, pero al mismo tiempo fue mayor la promesa de conquistarlos y abrazarse nuevamente, como lo hacían hace 10 años. ¿Tanto hemos cambiado?, preguntó alguien. ¡Tanto tendremos que seguir cambiando!, respondió ROSA convencida.
“Dile a CUBA… que la quiero”, resumió MARTÍ, el esposo de ROSA su llamada telefónica desde lo profundo de África, donde cada día salva la vida a 10 niños y le hace caso omiso a un cáncer de próstata.
Esa es la familia cubana que despide este año. A ella levantémosle un altar de resistencia, comprensión, amor y paz. Y que cada quien se encuentre en esa historia.
FELIZ 2026 A TODOS MIS SEGUIDORES
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.
