Chile gira a la derecha

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José Antonio Kast fue elegido presidente de Chile en el balotaje del 14 de diciembre de 2025. Obtuvo alrededor del 58,1 % de los votos frente al 41,8 % de su rival de izquierda, Jeannette Jara. El proceso consiguió una participación electoral excepcionalmente alta, cercana al 85 % del padrón, gracias a la implementación del voto obligatorio y el registro automático de electores.

El nuevo mandatario asumirá el 11 de marzo de 2026. Ese día la nación austral abrirá oficialmente puertas y ventanas a esa rancia corriente ultraconservadora y de derechas que recorre el mundo hoy.

 

Kast a por todas

El líder del Partido Republicano dentro de la coalición Cambio por Chile logró el apoyo de agrupaciones conservadoras, nacionalistas y más. A ello contribuyó el tono moderado de su discurso en campaña, en el que disimuló su firme oposición al aborto, al matrimonio igualitario y a otras políticas sociales progresistas impulsadas en las últimas décadas en Chile.

Tras su triunfo, el candidato que prometió gestionar con rigor y enfoque gradual sus prioridades políticas, aseguró que “los resultados no se verán al día siguiente, esto requiere perseverancia, fortaleza y sabiduría”.

El programa de gobierno estará centrado en responder a la “crisis de seguridad y orden”, para lo cual establecerán un plan inicial, denominado Desafío 90, que incluye control de la inmigración irregular, fortalecimiento de las fuerzas policiales, construcción de más infraestructura penitenciaria, y una política fiscal de recortes al gasto público y estímulo al crecimiento económico.

 

El legado de Boric

A pesar de las insatisfacciones que a la postre terminaron pasando factura a la candidata Jeannette Jara, es innegable que Gabriel Boric (2022-2026) el mandatario más joven que ha gobernado Chile, impulsó una agenda progresista en materia social y de derechos.

Parte de ese legado es la reforma de pensiones, calificada como la más significativa en décadas pues incrementó la participación de los empleadores en las cotizaciones, fortaleció la Pensión Garantizada Universal y creó mecanismos de compensación para reducir brechas de género. La ley, aprobada en el 2025, generó cambios profundos en un sistema que permanecía prácticamente inmóvil desde 1981.

Boric incorporó a su gobierno un enfoque de igualdad de género y justicia social que le permitió operar un gabinete ministerial desde el cual se promovió la participación de las mujeres en la fuerza laboral. Implementó políticas contra la brecha salarial, para valorar el trabajo de cuidados y enfatizar la protección contra la violencia de género.

En lo que respecta a derechos civiles, el contexto chileno contaba, desde el 2022, con avances importantes como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y normas antidiscriminatorias que protegen la identidad de género. Esta postura encontró continuidad en el gobierno de Boric, que apoyó institucionalmente agendas de diversidad sexual y de igualdad de derechos que hoy peligran frente a la ideología conservadora de Kast y los sectores que representa.

 

Memoria vs. anmesia 

Katia Chornik, investigadora y defensora de la memoria histórica, ha señalado fisuras en la educación y la formación de conciencia en Chile, lo cual resulta crucial para prevenir esa “amnesia histórica” que permite normalizar visiones conservadoras sin enfrentar el pasado doloroso que representa la dictadura de Augusto Pinochet.

Otros expertos sostienen, en cambio, que el apoyo electoral a Kast se explica por una confluencia de factores y no desde la nostalgia por la supuesta bonanza económica y el control de la delincuencia de que presumen los pinochetistas.

Cristóbal Rovira Kaltwasser, politólogo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, citado por The Guardian, afirma que “el apoyo a Pinochet nunca desapareció completamente” en segmentos del electorado, pero las preocupaciones predominantes de los votantes estuvieron más vinculadas a temas de seguridad y orden que a una adhesión irrestricta a ese legado represor.

El triunfo de Kast debe entenderse, además, en un contexto regional y mundial, en el que la derecha, una vez consolidado el poder económico, ha escalado el político. A ello contribuye que, en el imaginario ciudadano, se ha impuesto el anhelo de encontrar respuestas inmediatas a problemas de inseguridad, desplazando a espacios secundarios debates puramente ideológicos o históricos sobre justicia e igualdad social.

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