
A veces la ayuda, entre otras muchas acciones de buena fe, puede ser una tabla de salvación. Como seres humanos, ese sorbo de humanidad puede asemejarse a una bocanada de aire fresco cuando el dolor es tan intenso que por momentos consigue asfixiarnos.
¿A qué viene esta reflexión?, se preguntará usted en medio de tiempos duramente humanos, en el que cualquier acción positiva y desinteresada es capaz de dibujarnos una sonrisa en el rostro y en el alma. Pues le digo. Hace varias semanas el multicampeón mundial y doble titular olímpico Julio César La Cruz realizó una donación de diversos y muy necesarios productos a los damnificados por el huracán Melissa.
El pugilista, quien por esas fechas se alistaba en suelo chino para incursionar en el Campeonato Mundial de la Asociación Internacional de Boxeo de Dubái, conversó desde la sede de ese torneo con Trabajadores sobre su actitud.
“Me debo al pueblo, es un gesto solidario y de corazón; quienes atravesaron por esa triste situación merecen nuestro apoyo. Para mí actuar así vale más que cualquiera de las medallas que tengo, pues lo hice de corazón y con mucho orgullo.
“Cuando supe que el donativo había llegado sentí satisfacción. Ayudar en algo a las personas que han sufrido pérdidas es un sentimiento que demuestra que todos podemos ser solidarios”.
Julio apuntó que estuvo al tanto de las diferentes manifestaciones de respaldo que realizaron con amor figuras de la música y el deporte.
“Nos unimos como pueblo. Fue un lindo y humano gesto. Saber que pudieron contar con nosotros”.
Julio César La Cruz ha sido grande dentro del ring. Su acción fraterna y responsable eleva su condición humana y demuestra que la humanidad puede y debe brindar un gigantesco abrazo cuando la vida y sus tormentas azotan.
Muy bienvenidos fueron esos “puñetazos” de caridad y comprensión de un grande del movimiento deportivo cubano.

