El nombre de la enfermedad, chikungunya, quiere decir “el que se encorva” y es exactamente lo que vemos en las personas que la padecen, señala el doctor Carlos Fonseca Gómez, jefe del centro hospitalario del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí.

Como otras arbovirosis, se caracteriza fundamentalmente por fiebre y la astromialgia viene a ser su sello distintivo. Nosotros acostumbramos a explicar que es muy difícil solamente desde el punto de vista de los síntomas y manifestaciones diferenciar el dengue del zika, sin embargo el chicungunya tiene características muy específicas que la hacen de fácil diagnóstico desde la clínica.
Es tan típico el dolor, la rigidez, con inflamación franca de las articulaciones que permite sospechar la enfermedad con un alto margen de certeza. Adquieren tanto protagonismo las manifestaciones articulares que incluso muchas veces comienzan antes del inicio de la fiebre y horas después es que se instala el cuadro febril, una fiebre también muy elevada una de las más altas dentro de estas afecciones y la mayoría de los pacientes no sufren complicaciones graves si lo vemos en un contexto global. Es decir, de forma general la afección puede ser manejada ambulatoriamente en la mayoría de los casos.
Sin embargo, hay un grupo de personas, sobre todo de las edades extremas, que sí pueden sufrirlas y algunas pueden llegar a ser peligrosas. Las que tienen un sistema inmunológico más debilitado como son los niños pequeños y los adultos mayores, sobre todo los de más de 80 años, y aquellos que presentan otras comorbilidades, sobre todo padecimientos crónicos. Hay otro grupo en que las manifestaciones gatrointestinales, los vómitos y las diarreas pueden conducir a deshidratación, trastornos hidroelectrolíticos que, en muchos casos, justifican el ingreso y un manejo más intensivo.
Otra características que la población ha ido conociendo porque llevamos varios meses de evolución de la epidemia, es que las manifestaciones sobre todo las articulares se pueden prolongar en el tiempo incluso meses, esto genera cierto grado de incapacidad para las actividades cotidianas e incluso en algunos casos más extremos para laborar.

Los protocolos de atención tienen en cuenta el momento de la enfermedad: la etapa inicial aguda que dura entre 2 o 3 semanas, la subadguda que puede durar 3 meses y la crónica. En la etapa inicial se indican analgésicos y antipiréticos y se evitan los antiinflamatorios y esteroides, los cuales se recomiendan en la subaguda cuando no hay actividad viral, como agentes moduladores de la actividad inflamatoria. En la fase crónica pueden intervenir otros especialistas como los reumatólogos.
La severidad por tanto depende de la condición del individuo.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo en 1974 y Master en Ciencias Políticas de
enfoque Sur, Al graduarse pasó a atender temas históricos e
ideológicos y viajó a varios de los antiguos países socialistas. Al
pasar al periódico Trabajadores, escribió para el Suplemento de
salud durante varios años y realizó la cobertura del segundo
contingente de la brigada médica en Guatemala. Posteriormente fue
jefa de la edición digital y subdirectora editorial hasta mayo de 2025
que se jubiló y se recontrató en la publicación. En el transcurso de
su ejercicio profesional Ha ganado premios en concursos
periodísticos y de humorismo.

