“Vivo con un salto en el estómago desde que deportaron a mi hijo desde Estados Unidos; allá estuvo preso por drogas y quién dice no vuelva cogerla”, confiesa llorosa una madre al abordarla en el Centro de Salud Mental del Municipio Especial, donde vi rostros jóvenes, llanto incontrolable de padres, promesas, consejos, manos amigas y, sobre todo: confianza.
Allí fui después de pactar un intercambio con los especialistas acerca de las drogas, esas sustancias que ejercen cambios en el funcionamiento normal del sistema nervioso central; algunas generan más adicción que otras, por ejemplo: la cocaína y la heroína y son, a la vez, las más peligrosas y las que tienen más posibilidades de llevar a una persona hacia la drogadicción.

Conocí a ese equipo de profesionales en la escuela de formación pedagógica Martha Machado Cuní, donde debatieron con el estudiantado acerca del término drogadicción, enfermedad dañina para la salud, tanto física como mental.
En ese centro educacional me impresionó escuchar a Jeison Ponce de León Alfaro, 17 años y del tercer curso de la carrera Español Literatura, al considerarse un “escudo” para apoyar a quien necesite de sus consejos en materia de adicciones; hablar con él de los efectos dañinos de las drogas, es como si lo hiciera con un profesional de la salud.

“En las clases nos dicen lo dañino de las sustancias adictivas, las cuales, si no son bien manejadas, llegan a afectar la salud del individuo y la sociedad, como futuro docente es un tema de cabecera para investigar a diario sus manifestaciones por el impacto social que tienen.
“Los individuos que caen en esta enfermedad son generalmente poco autónomos y de baja autoestima, común deficiente autocontrol y pocos eficientes a la hora de resolver los problemas por los cuales transitan; una época de la vida humana en la cual es muy común la adquisición de esta enfermedad es la adolescencia; en ella los jóvenes ingresan al mundo de las drogas por distintos factores sociales, como por ejemplo: conflictos muy fuertes”, expresó Jeison Ponce de León Alfaro.
Mientras, Charelys Borroto Ocaño, de igual grado escolar, 16 años y de la carrera Español Literatura, subrayó: “He aprendido que cuando una persona sufre de esta enfermedad e intenta recuperarse y alejarse del uso indebido de las drogas, es común que tenga que enfrentarse al síndrome de abstinencia, con las respectivas reacciones del organismo, físicas y psicológicas, que se presentan cuando se priva al organismo de sustancias a las cuales ya se había acostumbrado.

“Entre sus diversos efectos, en dependencia del tipo, cantidad y frecuencia del consumo; pueden producir alucinaciones, intensificar o entorpecer los sentidos o provocar sensaciones de euforia o de desesperación”, subrayó la futura maestra al entrevistarla.
Voces autorizadas
Ailec Carroso García, profesora de Español Literatura de la Martha Machado, coincide con el alumnado: “Los preparamos desde las mismas asignaturas de formación general hasta las de didácticas. En la mía trato el tema de las drogas a través del incesto; en Fundamento de la Psicología y de la Adolescencia, se hace mediante la caracterización de los adolescentes y les enseñamos a identificar señales anormales de esa etapa”, concluyó la pedagoga.
A José Enrique Romero Oliva, psicólogo del Centro de Salud Mental, lo conocí en el intercambio en esa escuela y lo busqué días después porque me dejó con deseos de saber más del por qué son considerados una “tumba cerrada”.

“Aquí vienen muchas personas en busca de ayuda, ya sea por adicciones, situaciones o conflictos que no pueden superar, como la muerte de un familiar, la necesidad de consejos para insertarse e integrarse a la sociedad después de pasar por la drogadicción, problema de origen social, que deben solucionarse a través de la educación responsable que debería brindar toda la sociedad y cada familia y persona en particular.
“Trabajamos bajo el principio de que en Cuba se considera el tráfico ilícito de drogas como un delito, cuyos riesgos y amenazas constituyen un peligro para la seguridad nacional, por lo cual se gana su combate bajo la política de tolerancia cero. Por eso aquí es vital la familia; acuden jóvenes, personas adictas que vienen por su propia voluntad a confiarnos su problema. A veces nos dicen ser consumidores, pero no podemos violar la ética y denunciarlos, todo lo contrario, encauzarlos con terapias.
“Acuden adolescentes, a quienes aconsejamos que para sentirse bien no hay que beber; son un grupo de riesgo y hacia ellos deben estar todas las miradas para movilizar la conciencia y la responsabilidad individual acerca de las consecuencias jurídicas, penales y el daño a la salud.
“Como consejero del bien veo en los últimos tiempos a adolescentes y jóvenes fumando demasiado, algunos alegan que los hace más atractivos y adultos, sin saber que cada año se diagnostican cerca de 5 000 personas con cáncer de pulmón y alrededor de 1 500 mueren anualmente por exponerse al humo de tabaco ajeno.
“Aquí les explicamos que las tasas de mortalidad por enfermedades crónicas no transmisibles es la más elevada, dentro de las mismas, las enfermedades del corazón ocupan el primer lugar, seguida de la muerte por tumores malignos, cuyo denominador común es el tabaquismo.
“También les hablamos que los estudios recogen múltiples enfermedades relacionadas con esta adicción: las cardiovasculares, las cerebrovasculares, las pulmonares y las digestivas, enfermedades no transmisibles, que según estadísticas mundiales agrupan las primeras causas de muerte en el mundo desde hace más de 20 años, representan más del 75 por ciento de las defunciones y aportan muertes prematuras y discapacidad.
“No falta en las conversaciones los daños de las adiciones a la salud y en la apariencia física, a corto, mediano y largo plazo, todo depende de la edad de inicio y de la cantidad de cigarrillos fumados a lo largo de su existencia”, expresó el psicólogo y cierra su entrevista con una historia que le ha marcado su vida profesional.
“Trabajé con un joven que inició el consumo de drogas a los once años, vino por su voluntad, al verse en una situación difícil en su hogar; hicimos varias sesiones y hoy está totalmente rehabilitado y agradece el apoyo de las terapias cognitivas conductuales, un proceso largo que pasa desde la consulta con el psiquiatra hasta la de orientación para modificar conductas. Aquí entre estas paredes quedaron sus angustias, secretos, impotencias…en esa “tumba” que siempre estará cerrada, pero se abre para escuchar y ayudar”, concluyó José Enrique Romero Oliva.


Me gustó el artículo 🙂