Bajo los auspicios de la Asociación de Artistas Plásticos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), desde el pasado 21 de noviembre se desarrolla el I Concurso Nacional de Gráfica Expandida, donde se reúnen varias generaciones de artistas, en tanto constituye momento para la renovación de técnicas y el fortalecimiento de novedosos proyectos creativos; contexto en el que asimismo se reflexiona en torno al quehacer nacional y a la historia de un género de las artes visuales en el que han dejado su impronta destacados artífices cubanos.
Como parte de este evento fueron inauguradas seis exposiciones colaterales: la primera, presentada en la Academia de Artes San Alejandro, está conformada con trabajos premiados en el certamen para estudiantes; además de la titulada Medio siglo de impresiones, concebida en evocación del Taller Cultural Luis Díaz Oduardo, en la Galería Casa de Carmen Montilla; mientras que en el Palacio Conde de Lombillo se realiza un Homenaje a la Asociación de Grabadores de Cuba, y en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam se instaló la muestra Crónica grabada, una antología de premiados en los Encuentros Nacionales de Grabado.
El programa incluye, además, el proyecto denominado Conexiones, con artistas de la Asociación Internacional Boston printmakers, en Casa de la Américas, y Humor y gráfica, en la Galería 23 y 12.
Crónica grabada, exhibición de obras laureadas
En este texto particularmente me referiré a Crónica grabada, exhibición que contó con la curaduría de Ana Beatriz Almeida, donde se presentan obras laureadas en las nueve ediciones de los Encuentros Nacionales de Grabado auspiciados, hasta el año 2016, por el Taller Experimental de la Gráfica de La Habana, fundado el 30 de julio de 1962, bajo la conducción de artistas cultivadores de este género, con el fin de producir artes gráficas esencialmente con ideas novedosas o ensayísticas.
La exhibición, con creaciones de Zaida del Río, Belkis Ayón, Agustín Bejarano y Jannette Brossard, entre otros, fue concebida a más de 40 años de la fundación del Encuentro Nacional de Grabado. Posee un carácter historiográfico y tiene el propósito de evaluar y promover el desarrollo del grabado en Cuba, en tanto revitalizar una manifestación con una larga y fecunda tradición, cuyos momentos de mayor esplendor se remontan al siglo XIX.
Ana Beatriz Almeida: “el grabado continúa siendo un territorio fértil”
“En la actualidad, el grabado continúa siendo un territorio fértil, sostenido por creadores que defienden el medio con rigurosidad técnica y sensibilidad expresiva, junto con críticos, curadores e investigadores que contribuyen a preservar y asegurar su legado. La búsqueda de información vinculada a estos encuentros ha sido una tarea compleja. Muchos de los documentos que permitirían reconstruir su historia se han extraviado, y no todas las obras han podido ser localizadas. Aun así, se reúnen algunas de las piezas galardonadas junto con otras representativas de la producción de sus autores, ofreciendo una visión coherente del espíritu que distinguió aquella etapa”; expresó la curadora y crítico de arte, Ana Beatriz Almeida.
“Crónica grabada —agregó—, se erige como un homenaje y acto de recuperación de la memoria de uno de los acontecimientos más significativos del grabado cubano. Organizada como parte de las acciones que acompañan el Primer Concurso Nacional de Gráfica Expandida, convocado por la Uneac, esta muestra busca establecer un diálogo entre pasado y presente, reconociendo la continuidad de una tradición que se reinventa. Con ello se aspira a reafirmar la vitalidad de un medio capaz de reinventarse cada día para mantener su proyección en el tiempo”.
Un homenaje a las tradiciones del grabado en un contexto contemporáneo
Crónica grabada, asimismo, constituye un homenaje a las tradiciones del grabado en un contexto contemporáneo, donde la técnica se combina con la innovación artística. En esta exposición se compendian obras de destacados grabadores cubanos que, a través de sus creaciones, exploran temas relevantes de la identidad, la memoria y la historia. Cada pieza en exhibición narra una historia única, reflejando tanto las vivencias personales de los artistas como el conjunto de narrativas colectivas que han marcado el devenir de la sociedad cubana.
El Centro Wifredo Lam, reconocido por su compromiso con el desarrollo y la difusión del arte latinoamericano, se convierte en el escenario ideal para esta muestra que busca conectar al público con el proceso creativo del grabado e invita a los visitantes a adentrarse en el proceso técnico y conceptual que involucra esta forma de arte, permitiéndoles apreciar la destreza y el rigor que implica cada obra. Además, la curaduría ha sido diseñada para facilitar una reflexión profunda sobre el rol que juega el grabado en la documentación histórica y su capacidad para comunicar emociones y experiencias.
El Encuentro Nacional de Grabado ha sido un espacio crucial de intercambio entre artistas, proporcionando un contexto donde se fomentan diálogos intergeneracionales y se reafirman las raíces culturales de los participantes. En este sentido, Crónica grabada no solo representa una muestra, sino un punto de encuentro donde se celebra la creación contemporánea y se rinde homenaje a las influencias del pasado.
Diversidad de estilos y enfoques presentes en la exposición
El legado de estas iniciativas se manifiesta en la diversidad de estilos y enfoques presentes en la exposición. Desde técnicas tradicionales hasta experimentaciones modernas, que reafirman la vitalidad del grabado en el panorama artístico actual. Así, el Centro Wifredo Lam se transforma en un espacio donde el arte y la historia se entrelazan, ofreciendo al público una oportunidad invaluable para comprender mejor las complejidades de la cultura visual de Cuba. La muestra es un testimonio del dinamismo artístico y una celebración del grabado como un medio potente de comunicación y reflexión, en tanto promueve la experimentación y la investigación en torno al grabado.
Las obras expuestas representan un amplio espectro creativo, desde el grabado en relieve hasta las prácticas mixtas que incorporan elementos digitales y multimedia. Este enfoque interdisciplinario amplía las posibilidades de la gráfica, desdibujando las fronteras entre los formatos y llevando al espectador a replantear su comprensión acerca de lo que puede ser considerado grabado en la actualidad.
Hara Kiri: un hito significativo en la historia del grabado en Cuba
Entre las obras expuestas en Crónica grabada sobresale una que causó conmoción cuando en el año 1997 obtuvo el Primer Premio en el Encuentro Nacional de Grabado. Me refiero a Hara Kiri (grabado sobre plástico, 108 x 82 cm, 1997) del pintor, dibujante, grabador y escultor Agustín Bejarano (Camagüey, 1964), quien con esta pieza marcó un hito significativo en la historia del grabado en Cuba, porque no solo refleja su maestría técnica, sino que también establece un diálogo profundo con diversas corrientes artísticas y sociales que han caracterizado el desarrollo del grabado en la isla.
Hara Kiri posee una importancia crucial: su contexto histórico, su relación con el simbolismo cultural cubano y su impacto en las generaciones posteriores de artistas. Este maestro utiliza su obra para explorar temas complejos como la identidad, la memoria y la resistencia. Su enfoque combina elementos tradicionales del grabado con una perspectiva crítica que invita a la reflexión sobre la condición humana. Uno de los aspectos más interesantes de esta pieza es la técnica utilizada para su producción por Bejarano, quien ha experimentado con diferentes métodos de grabado, incluyendo la xilografía, el aguatinta y la litografía, técnicas cuyas influencias se pueden observar en este trabajo, lo que demuestra su dominio y su capacidad para innovar dentro de un medio que exige precisión y control.
Además, la obra incorpora un uso audaz de los elementos gráficos, esencial para transmitir la emotividad que marca el discurso del artista, quien al utilizar contrastes fuertes y sombras profundas, así como una gradación tonal de líneas y tonos entre el blanco y el negro, genera una atmósfera que envuelve al espectador, invitándolo a sumergirse en el contenido simbólico de este grabado.
Identidad y pertenencia
El título, Hara Kiri, hace referencia a un ritual japonés de suicidio que simboliza tanto la desesperación como el honor. Este concepto, al ser trasladado al contexto cubano, despierta reflexiones sobre el sufrimiento, la resistencia y la búsqueda de significado en un mundo que a menudo parece caótico. Bejarano se apropia de esta idea para abordar cuestiones de identidad y pertenencia, temas que son cruciales en la cultura cubana contemporánea.
En ese sentido, dentro de la obra se pueden identificar iconografías que remiten a la cultura popular cubana, así como a elementos que evocan la naturaleza y el entorno social de la isla. Mediante la inclusión de estos símbolos, se establece un puente entre lo local y lo universal, subrayando la relevancia de su mensaje en un escenario global. Es así que este grabado no se limita a ser una mera representación gráfica; sino más bien, se convierte en un vehículo de comunicación que invita a la reflexión colectiva. Al interactuar con Hara Kiri, el espectador se ve confrontado con dilemas éticos y existenciales.
Referente indiscutible en el ámbito del grabado monumental en América Latina
Agustín Bejarano es un referente indiscutible en el ámbito del grabado monumental en América Latina. Su labor no solo abarca la creación de obras visualmente impactantes, sino que también establece un diálogo profundo con el contexto cultural y social en el que se inserta. Su estilo, caracterizado por la utilización de múltiples planchas, ha sido precursor de técnicas que posteriormente han sido adoptadas y reinterpretadas por artistas contemporáneos, como es el caso de Belkis Ayón.
Dentro de la serie Huracanes, de 1989, este artista despliega una maestría notable en tres de sus obras más destacadas: Una canción de amor para este mundo, Adiós cielo azul y Un universo para dos. Cada uno de estos grabados no solo representa un esfuerzo técnico impresionante, sino que también ofrece un viaje emocional e introspectivo que invita a reflexionar sobre su propio entorno y vivencias.
Bejarano ha influenciado a generaciones de artistas
La pieza Una canción de amor para este mundo es, sin lugar a dudas, un paradigma en el uso del grabado monumental al contar con 35 planchas y alcanzar dimensiones casi colosales de 4340 x 4910 mm. La combinación de estas características formales no solo resalta la habilidad técnica de Bejarano, sino que también permite la creación de una narrativa visual compleja que explora temas de amor, desamor y la conexión intrínseca entre los seres humanos y su entorno. La grandiosidad de esta obra actúa como un espejo que refleja las emociones y tensiones de la realidad contemporánea. De igual forma, su proyecto titulado El tiempo es un sol sin brillo (1989), también de la serie Huracanes, (colografía, 1 824 x 10 362 mm), con 33 planchas, fue presentado en la Exposición de Tesis Huracanes, en el Castillo de la Fuerza.
Asimismo, Un universo para dos, donde utiliza 18 planchas y mide 1860 x 4900 mm, refleja la dualidad de la existencia y la necesidad de encontrar un espacio compartido en un mundo a menudo caótico. La interacción de las figuras en este grabado sugiere la búsqueda de conexiones significativas en medio de la adversidad, un mensaje que resuena profundamente en la obra del artista; en tanto Adiós cielo azul, realizado con 8 planchas y un tamaño de 2914 x 2720 mm, captura la esencia de la pérdida y la nostalgia, resonando fuertemente en un espectador que busca entender las consecuencias de la transformación social. Esta obra, aunque más contenida en comparación con la anterior, no disminuye su impacto; por el contrario, la simplicidad de las formas abstractas y la paleta de colores contribuyen a crear un místico ambiente que envuelve al observador.
De tal modo, este maestro no solo deja un legado significativo en el ámbito del grabado monumental, sino que establece bases firmes para el desarrollo de esta técnica en el contexto del arte contemporáneo cubano. Su exploración de temas universales mediante el uso de perspectivas innovadoras ha influenciado a generaciones de artistas, como Belkis Ayón, cuyos grabados igualmente exploran las posibilidades expresivas de este recurso expresivo a través de una lente crítica y personal. La obra de Bejarano continúa inspirando, invitando a una reflexión continua sobre nuestra condición humana.
Bejarano ha obtenido varios primeros lauros en salones nacionales de grabado en Cuba; el primero, siendo estudiante del ISA, alcanzó el Gran Premio en el Encuentro Nacional de Grabado (1987), con su obra Mundo de Cristal (calcografia y colografia, 2800 x 2020cm.), de la serie Huracanes, perteneciente a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Igualmente fue acreditado con similar corona en el Salón Nacional de Grabado de 1993 y 1997, respectivamente, este último con un conjunto de proyectos que también le valió una exposición de su obra gráfica y pictórica en la Galería Gan, en Tokio, Japón. En ese mismo año obtuvo Premio en la XI Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano y del Caribe, Puerto Rico.