Las artes escénicas cubanas lamentan hoy la pérdida de una figura esencial: el bailarín, coreógrafo y maestro José Antonio Chávez (Holguín, 1945), Premio Nacional de Danza, quien falleció en Ciego de Ávila a causa de complicaciones derivadas de una enfermedad repentina.
La noticia ha golpeado con especial fuerza al Ballet de Camagüey, compañía a la que Chávez consagró buena parte de su vida artística. La entrega del Premio Nacional 2023 reconoció no solo su intensa labor dentro del ballet cubano contemporáneo, sino también la fidelidad y dedicación de un creador que convirtió a la ciudad agramontina en el centro de su obra.
La historia del Ballet de Camagüey no puede contarse sin la impronta de Chávez. Su catálogo coreográfico, su trabajo formativo y sus interpretaciones escénicas —incluidas actuaciones recientes en roles de carácter— moldearon durante décadas el perfil artístico de la agrupación.
Piezas como Ofelia, Vivaldiana, Concierto barroco, Fatum… y su destacada versión de Giselle, junto con otros montajes realizados para compañías de diversas provincias, enriquecieron el repertorio nacional y consolidaron la madurez de su mirada creadora.
A pesar del frecuente fatalismo geográfico que suele pesar sobre las trayectorias artísticas, José Antonio Chávez eligió permanecer en Camagüey, desde donde alcanzó prestigio y reconocimiento.
Se convirtió así en pilar de un empeño que en su momento pareció utópico: hacer de la danza clásica una semilla fértil en una ciudad emblemática de la cultura cubana.
Su partida deja un vacío profundo, pero también una obra sólida y perdurable, nutrida por su labor como maestro de varias generaciones de bailarines y coreógrafos, tanto en los salones de ensayo como en las aulas de la Universidad de las Artes.


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