René Guerra Huerta ya no estará como siempre de primero en la plaza de la Revolución Ignacio Agramonte Loynaz cada Día Internacional de los Trabajadores; ya no será el «joven» entre los héroes del Trabajo de Camagüey que arengaba al resto en las actividades.

Quizo un infarto apagar su voz la madrugada de este 18 de noviembre, pero René, el mecánico héroe del taller de locomotoras siempre se recordará allí, entre sus colegas del sindicato de transporte reparando lo que hiciera falta.
En el 2002 recibió la condición de Héroe, pero desde años anteriores, y sobre todo durante el periodo especial, demostró la valía de su sapiencia y la utilidad de construir, con sus propias manos, las piezas que hicieran falta para los ferrocarriles.
Todas las partes que fabricó, como dijo en entrevistas pasadas, las hizo de corazón, «porque hacían falta y no por un premio ni para ganar dinero».
Por eso consideraba que ser Héroe del Trabajo era el máximo reconocimiento que él, un simple obrero, podía recibir. Algo, que como aseguró, «solo sucede en una isla como esta donde lo importante son los hombres y mujeres».
Varios fueron los premios y reconocimientos que mereció en vida René: vanguardia nacional por 17 años consecutivos, Orden Lázaro Peña, la Medalla Hazaña laboral, entre otros. Pero su mayor recompensa fue la de ser Héroe y poder, aún después de jubilado, enseñar a los jóvenes y preparar el relevo y a los futuros héroes.

