Enrique Alfonso: El peso del mundo

Enrique Alfonso: El peso del mundo

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En ocasión del aniversario 506 de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana, el joven y destacado pintor, dibujante, escultor y ceramista,  Enrique Alfonso Rodríguez (La Habana, 20 de abril de 1989), acaba de  concluir la pieza El peso del mundo, óleo sobre lienzo, 180x120cm, recreada en el Santo Mártir nacido en la antigua tierra de Caanán, Asia Occidental, entre el Mediterráneo y el río Jordán, bajo el nombre de Offerus, quien sobresalía entre sus coterráneos por su gigantesca estatura, de más de dos metros, según asegura la leyenda.

 

Enrique da continuidad a las tesis precedentes en sus pinturas y dibujos: el drama de la existencia humana. Foto: Cortesía del artista

La obra, que será exhibida durante el espectáculo titulado Un concierto por La Habana, previsto a celebrarse este 14 de noviembre, a las 6.00 p.m., en la Catedral de La Habana, muestra al Santo con el niño Jesús sobre sus hombros, aludiendo a la historia trasmitida por generaciones en la que se asegura que luego de una extensa e inútil   búsqueda para encontrar a su nuevo patrón, el gigantesco Cristóforo, como así fue posteriormente llamado,  se encontró con un solitario anciano, a quien le requirió algunos consejos y éste le sugirió que construyera una cabaña a la orilla del río más acaudalado de aquella región y se valiera de sus dotes físicas para ayudar a las personas a pasar al otro lado. Asimismo le dijo que esa era la forma de poder encontrar  al personaje que buscaba.

Cristóforo hizo caso al ermitaño y se asentó modestamente en las márgenes del profundo río y tomó un grueso tallo de un árbol de la zona y lo comenzó a usar como báculo para ayudarse a caminar mejor dentro del agua. Así transportó a decenas de personas sobre sus enérgicos hombros, hasta que una noche escuchó el llamado de un niño  que le pedía ayuda para pasar a la otra margen. Lo cargó sobre su espalda y se metió en el agua, pero no tardó en sentir que el cuerpo de la criatura se iba haciendo cada vez más pesado hasta casi hundirlo a él en el lecho del río.

Al llegar a la otra orilla el gigante regañó al infante, ante lo cual este último le sentenció que era el mismísimo Cristo en persona, y su enorme peso se debía a que llevaba sobre sí todo el peso del mundo. Como prueba de sus palabras, le dijo a Cristóbal que sembrara el báculo junto a su cabaña, y a la mañana siguiente lo encontraría convertido en un árbol florecido, cosa que, cuentan, así sucedió. Desde entonces Cristóforo o San Cristóbal, quien alcanzó gran popularidad en Oriente y Occidente, fue conocido como El portador de Cristo.

Según un texto de la escritora, periodista, investigadora, crítica literaria, guionista de cine, radio y televisión, Gina Picart Baluja, publicado en Radio Ciudad de La Habana, “hacia finales del Medioevo la leyenda, de Cristóbal cobró nuevo auge, y por haber transportado sobre sus espaldas al niño Dios, Cristóbal fue convertido en patrono de los transbordadores y barqueros.

“Como La Habana —agrega—, en su definitiva ubicación se fundó como puerto de mar geográficamente colocado entre el Nuevo y el Viejo Mundo, es fácil imaginar cuántos marinos, aventureros, soldados, frailes, comerciantes, exploradores y viajeros se habrán sentido necesitados de obtener la protección del santo para enfrentar las aguas procelosas que separan la isla de Cuba de toda tierra firme. Ésa pudiera ser la razón para que la nueva villa haya sido colocada bajo la advocación del santo y bautizada con su nombre”.

El cuadro de Enrique

Inspirado en la historia de San Cristóbal, el artista de formación prácticamente autodidacta vuelve a hacer derroche de sus calidades expresivas en el dibujo y en el uso de una amplia y rica paleta de colores fríos y cálidos, así como de las transparencias, las luces y las sombras, en una suerte de entretejido en el que se fusionan la técnica con sus sensaciones personales.

 

El peso del mundo, óleo sobre lienzo, 180x120cm, 2025. Foto: Cortesía del artista

Con una rápida evolución artística, en El peso del mundo, inspirado en San Cristóbal, Enrique da continuidad a las tesis precedentes en sus pinturas y dibujos: el drama de la existencia humana, para de tal modo reflejar su recurrente diálogo con la tradición pictórica, literaria, histórica y social. En tal sentido hace del dibujo la arquitectura esencial de sus composiciones, con un trazo nítido y un natural manejo de la profundidad y de la multi-direccionalidad de la línea para concluir en cuadros imaginativos e hilarantes.

Este cuadro de algún modo se inserta dentro de la tendencia iconográfica de su más reciente serie titulada Revelaciones, expuesta durante los meses de septiembre y octubre en el Museo Napoleónico de la capital, donde presentó una exposición con óleos sobre lienzo y dibujos a tinta sobre cartulina en los que preponderó las huellas del tiempo y de la historia a través de artificios con valiosa factura.

 

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