Drogas: Salir del infierno para abrazar la vida

Drogas: Salir del infierno para abrazar la vida

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La única persona que puede decidir si va a abandonar el consumo y someterse a tratamiento es el propio drogadicto, que podrá enfrentar el proceso de rehabilitación con el apoyo de la familia y las orientaciones médicas. 

 

Pedro Miguel tiene 28 años y comenzó a consumir a los 14, cuando un primo le dijo, “ven para que pruebes algo que te va a gustar”. Primero se drogaba cada 15 días, después los fines de semana hasta que lo necesitó constantemente. “Llegó el momento en que el cuerpo me lo pedía, no podía parar y empezaron las molestias, diarreas, vómitos, fuertes dolores articulares, dolor en el pecho…”

 

Se sometió a tratamientos en varias instituciones y estuvo sobrio durante 3 meses, 6 , ¡hasta 3 años! Pero volvió a consumir y ahora se trata en el servicio de adicciones que radica en la sala Cowley del hospital capitalino Calixto García donde estuvo ingresado.

Conversamos cuando finalizó la terapia grupal en la que participó junto con su esposa Grisel y su abuela Idalia que lo llama todos los días porque por su edad y lo lejos que vive no puede siempre seguir de cerca la evolución del nieto.

“Aquí me he sentido como en ningún otro lugar, he concientizado que es real la recuperación y que lo puedo lograr”̶ confiesa Pedro Miguel quien en el momento de nuestro diálogo hacía tres meses que no consumía.

Él y Grisel llevan siete años de relaciones y pronto cumplirán su primer aniversario de matrimonio. Se conocieron cuando ambos laboraban en la Empresa de Servicios Generales (Servigen) donde él era mecánico y ella contadora. Le pregunto a ella: “¿Cómo no te has arrepentido de estar tanto tiempo junto a un adicto?”. “Nunca”, responde con energía, “cuando se ama de verdad esas cosas duelen, pero una se preocupa, no lo suelto, lo acompaño a todos los tratamientos”.

Después de una gran inestabilidad laboral que lo llevó a varios centros de trabajo y a realizar las más diversas ocupaciones, Pedro Miguel decidió junto a su esposa emprender un negocio familiar de cafetería en Santiago de las Vegas donde residen y según afirman les va bien.

Una enfermedad voluntaria

El doctor  Jorge Luis Velázquez,  jefe del Servicio  de Psiquiatría y Psicología del hospital  Calixto García, profesor auxiliar del servicio y máster en Psiquiatría Social, liderea el equipo que se encarga de la atención de los adictos que desean rehabilitarse.

 

Dr. Jorge Luis Velázquez. Foto: Heriberto González Brito

 

“Para atender las adicciones contamos con una consulta abierta los martes a partir de la una y media de la tarde, en la que recibimos a todo el que lo necesite, de cualquier lugar de donde venga. Hay ocasiones en que hemos estado atendiendo pacientes hasta las 8 de la noche.

“Se incorporan oficialmente al grupo de psicoterapia a partir de esa consulta donde les aplicamos  tratamiento médico, hablamos con ellos sobre lo que es la adicción y los responsabilizamos con el problema. Insistimos en que la única persona que tiene posibilidades de librarse de esa situación es el mismo adicto, con la ayuda de la familia y la nuestra.

“Por ello los miércoles tenemos psicoterapia de grupo con familiares y pacientes y los sábados solo con familiares.

“Los que vienen a nuestro servicio alegan que no pueden parar el consumo, la mayoría son muy jóvenes, a menudo empiezan con una sustancia y con el tiempo van consumiendo varias aunque últimamente predomina el químico.

“Es una enfermedad social y familiar, ellos se van destruyendo y a la vez destruyen a la familia. De ahí que hagamos una psicoterapia exclusiva para familiares porque en primer lugar deben entender que estas personas son enfermos, aunque de un mal adquirido voluntariamente, que ellos mismos provocaron.

“En el afán de consumir gastan su salario, después piden dinero a los familiares, continúan apropiándose de objetos del hogar para venderlos, más tarde pasan de la casa a la calle donde empiezan con estafas y después a robar.

“Estas personas sufren un proceso de psicopatización, y por ello llega un momento en que hacen lo mismo que un delincuente. El que logra rehabilitarse va recuperando la confianza, la dignidad, la moral, abandona las conductas transgresoras de la ley, va accediendo a la vida normal.

“Con la adicción se afectan diversos sistemas del organismo, pero quería enfatizar en el daño cerebral que es el más grande: pueden desarrollar una psicosis y hasta quedar con una esquizofrenia. También están en riesgo de desarrollar una demencia, independientemente de la edad que tengan..

 

Tres prohibiciones para avanzar

“En nuestra terapia hay tres cosas que tenemos prohibidas:

Primero:no podemos hablar de recaida, eso es falso, si menciono la palabra le estoy diciendo al adicto que puede recaer, cuando en realidad lo que ocurrió fue que él mismo decidió consumir de nuevo.

“Segundo: La palabra droga no la mencionamos porque si la decimos constantemente la reforzamos en su cerebro. La sustituimos por ‘la  sustancia que tú consumes’ o ‘eso que tú haces’.

“Tercero:.No permitimos que se piense que la adicción es para toda la vida. El que quiere se rehabilita si se deja guiar por la ciencia.

“En este punto, siempre recuerdo  al médico y científico español Ramón y Cajal que estudió el sistema nervioso y para algunos es el padre de la neurociencias. Él dijo: Toda persona puede, si se lo propone, ser escultor de su propio cerebro  y esa afirmación mantiene absoluta vigencia.

“Existe la plasticidad del cerebro, o sea la capacidad del sistema nervioso para adaptarse a la diversidad del entorno y hacia ello dirigimos nuestro trabajo. Le explicamos al adicto que quiere rehabilitarse el modo en que puede sustituir la adicción, le explicamos que las neuronas se comunican entre sí mediante conexiones llamadas sinapsis que se pueden regenerar . Por ello, cada vez que se adquieren nuevos conocimientos se establecen nuevas conexiones, es decir, el cerebro no borra, sino sustituye.

Palabras que se imponen

El doctor Velázquez conduce la terapia grupal. Lo rodean pacientes de todas las edades, predominantemente jóvenes, hombres y mujeres y sus familias, varios de ellos con sus parejas.

Reitera consejos para el adicto en etapa de recuperación: no puede tener dinero encima, ni pasar por los lugares donde consumía ni relacionarse con las personas que lo hacen en el barrio. Tiene que evitar ponerse en contacto de nuevo con la sustancia porque significaría un sufrimiento para la familia, una derrota para él  y una frustración para el equipo médico. Cada cual debe crear sus propias herramientas para ayudarse a si mismo y a los demás. No puede haber pesimismo. Todo debe ser ganar y ganar. La persona puede sanar y llevar una existencia normal.

Del grupo salen opiniones convertidas ya en convicciones: “uno mismo tiene que decir no quiero”; “siempre fui independiente pero ahora le entrego el dinero a mi padre porque sé que es un peligro tenerlo en mis bolsillos”; “cada cual tiene que ponerse su límite”; ”la decisión tiene que ser la del triunfo, no somos perdedores”; “lo que quiero que mi cerebro entienda es que esta es una enfermedad que tiene cura”; “en esto  soy yo contra mí mismo”.

Al final el especialista le pide a cada uno de los presentes que diga una palabra o una frase que resuma el encuentro y surgen: fuerza de voluntad, confianza, receptividad, mente positiva, esperanza…

Al concientizarlas el adicto podrá ir saliendo del infierno para abrazar la vida.

Acerca del autor

Graduada de Periodismo en 1974 y Master en Ciencias Políticas de
enfoque Sur, Al graduarse pasó a atender temas históricos e
ideológicos y viajó a varios de los antiguos países socialistas. Al
pasar al periódico Trabajadores, escribió para el Suplemento de
salud durante varios años y realizó la cobertura del segundo
contingente de la brigada médica en Guatemala. Posteriormente fue
jefa de la edición digital y subdirectora editorial hasta mayo de 2025
que se jubiló y se recontrató en la publicación. En el transcurso de
su ejercicio profesional Ha ganado premios en concursos
periodísticos y de humorismo.

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