Hay días que desde el amanecer debían clonarse sin importar las nubes grises, ni las ojeras de noches oscuras, ni el pan del desayuno, ni la marca del vehículo que nos pasa por el lado o el café que nunca coló.


Con una lección de UNIDAD, como quizás la más importante en los últimos tiempos, quiero eternizar a este primer domingo de octubre en la Cuba de este siglo.
La Habana se levantó más temprano, y no había desfile del Primero de Mayo, ni cantaba Silvio en la escalinata de la Universidad, la convocatoria era más universal, por la salud de todos.
El “sí se puede” de la valla de atrás, pasó a los corazones, a los puños unidos de la mayoría de un lado al otro de la capital. Cientos de trabajadores donaron sus horas de trabajo voluntario, a la más noble de las causas, la salud humana, y asistieron a la convocatoria de trabajar por y para levantar la ciudad.
Y uno que está a unos 50 kilómetros de tanto ajetreo, sintió a la Revolución bien cerca.
Pudo ser la demostrada trasmisión del dengue, el chikungunya o el zika, el detonante, o la mirada crítica a la esquina de cualquier barrio, que ya no permitía ni un día más de indolencia.

Lo cierto es que hacía falta ese impulso. Acompañar a los obreros de Comunales en lo que para ellos es tarea diaria. Sumar fuerzas, no solo humanas sino materiales, pues en ese obrar a favor de la limpieza va la tranquilidad de todo un pueblo, y cuando se es juez y parte, la lección se aprende.
Ya los días difíciles de la Covid-19 nos dejaron experiencias tan letales como el mismo virus. ¿Acaso no recuerdan que no creyó en nada ni en nadie?
Aquella situación epidemiológica compleja nos alejó, mató y enterró a solas, no tuvo compasión con mujeres, hombres, niños, con quienes visten de marca, viajan, o con los más sencillos. ¡Solo nos salvó la ciencia!
También es verdad, este domingo estuvo precedido por la convocatoria mayor. Solo así, cada centro laboral se volcó a su pedacito, y no le fueron inherentes la basura ni el salidero, los CDR y el consejo popular se pusieran de pie y los jóvenes demostraran la fuerza en el brazo, esa que ya sabemos es invencible.
Pero esa es La Habana, el resto de las provincias necesita los ecos de esta lección, el lunes, el martes… inmediatamente.


Hay un enemigo pequeño que vuela y prolifera enfermedades, y le viene muy bien la indisciplina social, la pasividad estatal y no estatal, las manos atadas, la indiferencia, la inmovilidad…
Escasea el combustible. No están los equipos suficientes para la recogida de desechos sólidos, ni siquiera esos colectivos de obreros están completos o poseen los medios indispensables para protegerse, pero, ¿Y si nos unimos? Incluso, ¿si los pensamos dos veces para verter nuestra propia basura?
Entonces en La Habana, y en toda Cuba, le damos una bofetada al Aedes, que es hacerlos a favor de la salud.
Acerca del autor
Desde 2005 el periodismo me abre las puertas en Radio Artemisa, con la posibilidad de reorientar mi carrera al cursar estudios en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Soy licenciada en Educación, en la especialidad de Defectología, y ya había cumplido varias tareas, incluso en la Unión de Jóvenes Comunistas.
Los resultados en el medio radial me condujeron a que, en 2011, al crearse la provincia de Artemisa, ocupara la responsabilidad de Corresponsal Jefa de la Agencia de Información Nacional, nombrada poco después Agencia Cubana de Noticias.
En ese mismo tiempo, alternaba como parte del ejecutivo de la Unión de Periodistas de Cuba, en el territorio, y posteriormente me desempeñé como su Presidenta; hasta que, en agosto de 2014 la dirección del Partido me designó directora del su Órgano Oficial, el periódico El Artemiseño, labor que continúo desempeñando.
Las funciones de dirección siguen aportando a la pasión por el periodismo, de ahí que mantenga publicaciones del acontecer de mi provincia en mi órgano de prensa Artemiseño, y en medios nacionales de comunicación, con mayor estabilidad, y representando tanto de compromiso como de orgullo, en el periódico Trabajadores.


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