Holguín.— Isis María Salomón Calderón puede comunicarse bastante bien sin necesidad del lenguaje de señas. A sus 23 años y con una limitación auditiva, es una feliz licenciada en Educación Especial.

En la escuela La Edad de Oro, dedicada a niños con discapacidades auditivas y visuales, Isis educa a niños de tercer grado. Afirma que les enseña en lenguaje de señas y argumenta que también tuvo a su cargo otro grupo de segundo grado al que instruyó sobre números, animales y otros temas.
Como ella hay muchos con diferentes afectaciones que hoy están perfectamente insertados en el mundo laboral. Los datos exactos fueron proporcionados por Yudelkis Rivera Olivares, jefa de Educación Especial de la Dirección General de Educación en esta provincia, quien informó que tras el pasado curso escolar se incorporaron al trabajo más de 230 jóvenes, que hoy son valiosos en cooperativas agropecuarias, centros de salud, gastronómicos y de la industria alimentaria, así como en servicios comunales y mipymes, entre otros.
Este abanico de oportunidades es resultado de un sistema educativo sólido y velador de la inclusión. La funcionaria explica que “la educación especial holguinera tiene una red escolar de 26 instituciones ubicadas en los 14 municipios, para atender a 3 mil 552 niños y adolescentes con discapacidades sensoriales (auditivas y visuales), físico-motoras e intelectuales, además con trastorno del espectro autista, con manifestaciones inadecuadas en el comportamiento y dificultades generalizadas para el aprendizaje.
“Nuestra misión principal está en la formación integral para la vida de nuestros alumnos en cualquier contexto educativo, tanto dentro de las escuelas especiales como en las de enseñanza general, en dependencia del impedimento”, plantea.
Especifica que “los alumnos con discapacidad intelectual inician con una etapa propedéutica, que comprende desde la primera infancia hasta el sexto grado, en la que adquieren las habilidades para la formación laboral, como coser, y otras tareas útiles.
“Ya en la segunda fase, que se desarrolla en las escuelas especiales de séptimo a noveno grados, van a distintas áreas polivalentes en las que adquieren conocimientos de técnica básica agropecuaria, carpintería, costura, zapatería, reparación de bicicletas y de instalaciones hidráulicas… Se van preparando para el tercer nivel, la práctica laboral, tras la cual pueden insertarse en centros de la producción y los servicios. Todo este proceso se realiza hasta los 18 años”.
Los ejemplos de éxito son tangibles y diversos. “Tenemos educandos que hoy trabajan como ayudantes de elaboración en panaderías particulares, otros en espacios de esterilización sanitaria fabricando torundas, en la construcción, por cuenta propia, como recepcionistas en nuestras escuelas, o como jardineros o ayudantes de cocina”, enumera la especialista.
Para aquellos que, al cumplir los 18 años, aún necesitan reforzar ciertas habilidades, la preparación se prolonga hasta los 21, cuando están más aptos para la vida familiar, y muchos se convierten en apoyo para el hogar y la comunidad, acota.
“Por lo tanto, no tenemos barreras. Y ellos lo que tienen son oportunidades y potencialidades”, enfatiza, no sin antes subrayar que siempre quedará como reto que la sociedad continúe enriqueciendo esta inclusión a partir de más comprensión y mediante políticas públicas que permitan ajustes razonables en el empleo,” precisa Yudelkis.

