“Hoy se reúnen las mujeres y constituyen esta Federación de Mujeres Cubanas, unidas en esa palabra: cubanas, y unidas en esa bandera que llevan en sus manos. Y se han unido para trabajar, para trabajar y para luchar; se han unido para todas las tareas que la Revolución nos trae; se han unido para la lucha y se han unido para el trabajo; se han unido para ayudar a la patria en cualquier circunstancia”.
Con estas palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el 23 de agosto hace 65 años durante el congreso constitutivo de la FMC surgía una organización de masas que desde entonces y sin descanso continúa haciendo camino al andar y ha sabido conquistar un espacio para las féminas en todos los sectores de la sociedad cubana.

Vilma Espín Guillois, heroína de la lucha clandestina y guerrillera contra la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), fue electa presidenta de la FMC en la histórica plenaria efectuada en el teatro de la Central de Trabajadores de Cuba, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento el 18 de junio de 2007.
En el informe central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en diciembre de 1975, el líder cubano expresó: «La mujer cubana, doblemente humillada y relegada por la sociedad semicolonial, necesitaba de una organización propia, que representara sus intereses específicos y que trabajara por lograr su más amplia participación en la vida económica, política y social de la Revolución.”
Antecedentes desde 1912
Ya desde fecha tan temprana como 1912, con diversos matices ideológicos, pero con intereses comunes, existieron en Cuba organizaciones femeninas que, de acuerdo con las limitaciones de la época, abogaban por la emancipación de la mujer.
Entre las agrupaciones más prominentes podemos citar al Partido Nacional Feminista, fundado ese año y poco después se convirtió en Partido Nacional Sufragista, cuyo objetivo primordial era lograr el derecho al sufragio.
En 1918 surge el Club Femenino de Cuba, con una proyección social muy superior a la de las organizaciones que le antecedieron al crear escuelas nocturnas y ciclos de conferencias, protegió a las obreras huelguistas y abogó por el derecho al voto y a otras prerrogativas de índole política y civiles negados por entonces a las mujeres.
Posteriormente, en 1921, hubo otras agrupaciones como la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas que aglutinaba al Congreso Nacional de Madres, Asociación de Católicas Cubanas y a la Asociación Nacional de Enfermeras, entre otras alianzas.
Durante la tiranía de Gerardo Machado (1929-1933) se funda la Alianza Nacional Feminista integrada por una membresía heterogénea que incluía a las provenientes de la burguesía, la intelectualidad y el proletariado. Entre sus principales plataformas de lucha estaban la conquista de derechos civiles y políticos a la par de los hombres y la creación de escuelas de enseñanza técnica.
Más avanzada fue la Unión Laborista de Mujeres, en 1930, cuya declaración de principios señalaba que su surgimiento tenía como finalidad la de “mejorar las condiciones de vida de la mujer por medio del cambio del status civil y político que actualmente ahoga o retarda sus iniciativas”.
El documento también esclarecía que “más que reclamación de derechos, la hora actual para la mujer cubana es demostración de suficiencia, y que desde la humilde operaria del taller hasta la profesional titulada de la Universidad, toda mujer que trabaje cumple una labor por igual necesaria a la nación”.
Aunque en años posteriores existió una Unión Nacional de Mujeres que convocó a un Congreso en 1939, no fue hasta 1946 cuando se crea una agrupación de mayor alcance como la Federación Democrática de Mujeres Cubanas, filial de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM).
Un bastión insurreccional contra la dictadura de Fulgencio Batista significó la participación de las cubanas a través del Frente Cívico de Mujeres Martianas, además de otros núcleos con la distribución de propaganda clandestina en las ciudades.
Los sueños y reivindicaciones de las masas femeninas cristalizaron verdaderamente a partir del triunfo de la Revolución cubana en 1959.
Correspondió a la FMC la difícil y honrosa encomienda de aunar voluntades y objetivos emancipadores en una sola organización. borrar toda forma de discriminación, tabúes y prejuicios como justa respuesta a los anhelos de justicia social y dignidad humana.
Desde el primer momento, las tareas se encaminaron a favorecer la preparación plena de la mujer y a su participación en todos los ámbitos de la sociedad.
Aquel acontecimiento hace seis décadas y un lustro hizo algo más que cohesionarlas. Les dio sentido a su existencia, las adiestró en disímiles oficios, las hizo partícipes directas en programas educacionales como la Campaña Nacional de Alfabetización, así como en la defensa de la Patria, la formación de las nuevas generaciones, actividades patrióticas, culturales y de apoyo a la vacunación infantil, son algunos ejemplos tangibles.
Enfrentadas a no pocos avatares en nuestro difícil día a día, ellas son parte de esas masas que han participado y participan de manera significativa en todas las esferas del proyecto social cubano.
El Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM), aprobado por el Decreto Presidencial 198/2021 “resume el sentir y la voluntad política del Estado Cubano y constituye la piedra angular en el desarrollo de políticas a favor de las mujeres, al tiempo que da continuidad al avance y desarrollo de la igualdad de género en el país, en tanto institucionaliza este derecho”.
Con su entrega, firmeza, combatividad y disposición ante enormes desafíos, la FMC reafirma las palabras de Fidel cuando puntualizó el 8 de marzo de 1997: “Sin la mujer, la obra ingente de la Revolución no habría sido posible”.
Acerca del autor
Graduado de Licenciatura en Periodismo, en 1976, en la Universidad de La Habana. Hizo el servicio social en el periódico Victoria, del municipio especial isla de la Juventud, durante dos años.
Desde 1978 labora en el periódico Trabajadores como reportero y atiende, desde 1981 temas relacionados con la industria sideromecánica. Obtuvo premio en el concurso Primero de Mayo en 1999 y en la edición de 2009. Es coautor del libro Madera de Héroes.



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