Tiene estampa de Quijote. Pero lo que importa no es que lo aparenta, sino que lo es. No solo por ser poeta, condición que ya le otorga visa para integrar la pléyade de los epígonos de Don Alonso Quijano. Es más un Quijote por su vocación de servicio en favor de la obra de sus hermanos poetas, empleando tiempo que necesitaría para su propia creación, complejísima misión espontánea que muy pocos creadores sienten como un placer necesario y que menos creadores aún se consagran a ejercerla.

Esa predisposición a desfacer entuertos llevó a Miguel Mariano Piñero Martínez (Guáimaro, 1958, residente en la comunidad de San José, a 16 kilómetros de la cabecera municipal de Colombia, provincia de Las Tunas) a fundar en marzo del 2013 el Grupo Nacional de Escritores Rurales, con el fin de favorecer el acceso de los autores radicados en zonas apartadas a recursos imprescindibles de la vida literaria, como convocatorias a concursos, conversatorios, tertulias, talleres literarios, intercambios de experiencias y un largo etcétera.
Y lo inclinó también en ese año —tras merecer el Premio Ala Décima— a solicitar ingreso en la agrupación homónima en su Filial provincial de Las Tunas. A esa colectividad, con base en La Habana y extendida por el país, ha prestado sus voluntarias contribuciones, entre ellas la de ser jurado de su concurso nacional.
Su tesón quijotesco le ha permitido llevar en paralelo su personal creación poética, con un saldo positivo ascendente. Entre otros numerosos lauros, en el 2014 conquistó el Premio Cucalambé compartido con el escritor Herbert Toranzo —por decisión de un jurado compuesto por los relevantes poetas Roberto Manzano, Carlos Esquivel y Alberto Peraza— y acaba de repetir ese codiciado galardón en la edición correspondiente a la Jornada Cucalambeana recién concluida en Las Tunas, esta vez por votación de un equipo evaluador integrado por los también reconocidos escritores Diusmel Machado, Agustín Serrano y Argel Fernández.
Con ese motivo conversamos ahora con Miguel Mariano, de antemano convencidos de que, como todo Quijote, lleva adarga. Y si lleva ese antiguo escudo de cuero, el modelo que usa no puede ser otro que la adarga de corazón.

PERIODISTA:
—Ante todo, te reitero el abrazo por este galardón, que muchos sentimos como propio, por el respeto, la admiración y el cariño que te has labrado con tu ascendente trabajo literario. Ya tenías publicado el libro Divagaciones entre las nubes y el lodo (Editorial Sanlope, 2009) y aparecías en diversas antologías cuando conquistaste el tercer lugar en el X concurso nacional Ala Décima (2010) con tu cuaderno Cartas desde el infierno. En el 2011, tu obra Discursos del solitario mereció el más alto lauro en el Concurso nacional de glosas Canto alrededor del punto, en la Jornada Cucalambeana de ese año. En el 2012 recibiste mención en el concurso iberoamericano Cucalambé, en el 2013 alcanzaste el Premio Ala Décima con tu cuaderno Epístolas del escriba y en el 2014 mereciste el Premio Cucalambé por tu libro (In)mutaciones del solitario. Once años después, vuelves a conquistar el lauro principal del más significativo certamen de la décima escrita. Más allá de la lógica emoción —que compartimos contigo—, ¿cómo asume el escritor que eres esta segunda corona poética cucalambeana?
MIGUEL MARIANO:
—La asumo con la misma modestia y sencillez del guajiro que escribe décimas, que nació en Santana escuchando cantar décimas a su abuelo Julián y escuchando las décimas que su padre José Miguel Piñero escribía. Desde niño comprendí que todo lo que alcanzara como escritor se lo debía a ellos. Y si hoy siento un poco de sano orgullo no es por mí, es por esos dos POETAS MAYORES que sé que, donde quiera que estén con Dios, saben que todos mis premios les pertenecen entera y únicamente a ELLOS.
P:
—¿Hay puntos de contacto entre aquel (In)mutaciones del solitario y este Delirios insulares que espera por ver la luz?
M.M:
—Sí, tanto que cuando fue impreso (In)mutaciones del solitario y lo leí por primera vez me dije que debía haber tenido por título Delirios insulares y ese día escribí Otro jueves, el primer poema del libro que ya tenía por título Delirios insulares y nace ahora como la continuación o una segunda parte de (In)mutaciones del solitario, porque los dos libros van de la mano gritando lo que todos los que vivimos en una isla rodeados por el mar queremos gritar sobre ese mar donde terminan nuestros sueños y a menudo el grito nos asfixia. Pero callamos. Te dejo como muestra una décima del poema Delirios insulares:
Al mar debo mi obsesión
por Van Gogh y su pintura,
a mi perro la ternura
a Job mi resignación;
a Satán mi indecisión,
a Dios debo mi orfandad.
Mi hogar es la soledad
donde el silencio se agota
y un sinsonte de ala rota
le canta a la libertad.
P:
—Siempre he admirado en tu quehacer literario esa lograda interacción entre la dolorosa expresión de las angustias existenciales y la proyección de una voz que no escamotea lo íntimo rural sino que se apoya en él. ¿Cómo influyen tus orígenes en tu creación poética?
M.M:
—Tanto que llevo mi origen en el alma latiendo más fuerte cada segundo vivido y recordándome siempre que todo lo que logre se lo debo a los poetas mayores que me dotaron de las herramientas para crear, a mi maestra Cachita que cuando le mostré en el aula mi primera décima me abrazó, me dio un beso y me dijo “ya eres un pequeño poeta, pero llegarás algún día a ser un gran poeta”, aunque yo prefiero ser toda mi existencia el pequeño poeta de mi primera maestra Clotilde Guerra (Cachita).
P:
—Háblanos un poco de tu trayectoria laboral y profesional. ¿Hay de algún modo contradicción entre el trabajo que realizas y tu creación literaria?
M.M:
—A mi trayectoria laboral le debo dos de las cosas más importantes de mi vida. En todos los centros de trabajo por donde pasé no tenía nombre ni apellido: era sencillamente el poeta, el poeta que en todas las actividades importantes del centro, cuando se alcanzaba una meta importante o había algún motivo para celebrar, escribía un poema y lo leía en el acto de celebración y jamás se me puso un obstáculo para asistir a los eventos a los que fui invitado. Además en uno de esos centros de trabajo conocí a Mercedes de la Luz, la que hoy es mi esposa desde hace veintisiete años, que es el tiempo exacto en que he logrado todos los premios y las publicaciones que mencionas en el inicio de esta entrevista, porque ella ama la poesía y por eso cuando estoy en un evento ella está en el hogar asumiendo las tareas de los dos.
P:
—¿Cómo concibes la interrelación entre las dos columnas vertebrales que presenta el complejo artístico y literario de la décima cubana, o sea la vertiente oral improvisada y la vertiente escrita?
M.M:
—En mi caso, aunque desde niño escribía décimas, en un principio traté de improvisar y en ocasiones lo logré, pero un día mi amigo Argel Fernández me dijo que yo era escritor, que no improvisara más, y desde ese día soy escritor, pero creo que las dos vertientes, tanto la oral improvisada como la vertiente escrita juegan un importante papel en el complejo artístico literario de la décima cubana actual y cada una de ellas cumple con creces con el papel que le toca jugar para enaltecer nuestra Estrofa Nacional.
P:
—Se te admira también por ser uno de esos creadores —que no son muchos— que sacrifican parte del tiempo que necesitarían para su obra, en favor de promover la obra de los demás mediante la organización de acciones para la vida literaria de los escritores de décimas. Hablo por supuesto del Grupo Nacional de Escritores Rurales, que fundaste en marzo del 2013 y presides desde entonces. ¿Cómo consigues llevar adelante ese proyecto y al mismo tiempo atender y desarrollar tu propia evolución como escritor?
M.M:
—El Grupo Nacional de Escritores Rurales (más conocido como G-NERarte) tiene cinco miembros en su dirección, que tomamos juntos todas las decisiones que atañen al grupo, además contamos con el apoyo de todas las instituciones culturales de nuestro municipio y de nuestra provincia, así como con la colaboración de otros grupos como Ala Décima desde La Habana y Décima al filo, en Guáimaro, que están siempre a nuestra disposición para darnos ayuda. Por todas esas cosas puedo llevar adelante ese proyecto y al mismo tiempo atender y desarrollar mi propia evolución como escritor y porque además en los eventos de G-NERarte conozco e interactúo con escritores de todo el país y al finalizar, cada evento es como un termómetro que nos permite saber por dónde anda la décima y donde están sus mayores exponentes, además de que en la casa cuento con Mercedes de la Luz que es una excelente anfitriona y como ama la poesía y en especial a la décima hace que todos los visitantes se sientan como en casa.
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MOMENTOS DE LA CUCALAMBEANA 2025:
Premiación del concurso de décima escrita Cucalambé, conquistado por segunda vez por el poeta Miguel Mariano Piñero:
Premiación del concurso nacional de glosas Canto alrededor del punto, ganado por el poeta Oreste Fuentes Martínez:
También en el Catauro de la décima, celebración del aniversario 25 del Premio Iberoamericano Cucalambé para el libro (In)vocación por el paria:
Edición 44 del Coloquio Iberoamericano de la Décima, espacio académico de la Jornada Cucalambeana:


