El valor de realizar la Asamblea Nacional del Poder Popular esta semana para discutir, razonar, proponer y seguir incidiendo en una realidad cada vez más tensa valdría explicarlo desde aquel concepto martiano: “…Diputado es imagen del pueblo: óbrese para él, estúdiese, propáguese, remédiese, muéstrese afecto vivo, sea el afecto verdad…”.
Muchos son los temas que se debatirán en esta ocasión y ninguno implica tener una vara mágica para su solución. Después de dos jornadas de trabajo en comisiones los parlamentarios se adentrarán en el plato fuerte, con el análisis del Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, el cual todavía anda bien lejos de cumplir los objetivos aprobados. Y no siempre por falta de voluntad o ineficiencia de los trabajadores.
Tampoco faltará el examen a la recuperación del Sistema Electroenergético Nacional, sin duda, la tensión más importante de Cuba hoy, de la cual se deriva el empuje productivo y también la calidad de vida de los ciudadanos. Del movimiento deportivo, el Ministerio del Transporte y el gobierno camagüeyano conocerán pormenores de su gestión, con las cuales no se tendrá que estar de acuerdo en todo y seguramente el debate hará sentir que valió la pena y no fue pura formalidad este ejercicio de rendición de cuenta.
Cuatro nuevas leyes también serán sometidas al último examen y posterior aprobación, pero antes que finalice la sesión ordinaria quizás sea polí- tico y revolucionario ratificar que la existencia de una nación no puede quedarse solo en valorar esfuerzos, pues como diría un refrán popular: el central muele caña.
Las razones fundamentales que siempre deben guiar a nuestro Parlamento las dibujó el propio concepto martiano de Diputado: “La inteligencia no es la facultad de imponerse; es el deber de ser útil a los demás”.
