No fue por consenso, sino por unanimidad el acuerdo de hacer pública la historia de vida de Asbel Cutiño Rivero, porque directivos y trabajadores de la unidad empresarial de base (UEB) Ómnibus Nacionales Las Tunas lo consideran un emblema de buenas prácticas que enaltece a los trabajadores del sector, quienes este 28 de junio celebraron su Día en Cuba.
Porque la trayectoria de Asbel es un símbolo de constancia, de superación y de entrega. Esa es una opinión compartida por el colectivo laboral, que admira su sus principios éticos a toda prueba.
Acercarse a la trayectoria de Asbel no fue difícil, es un conversador –que no hablador- por excelencia, y sus méritos trascienden el discurso y se levantan sobre esfuerzos cotidianos por servir bien a los pasajeros, “yo solo pienso en el bienestar de los clientes en el transcurso del recorrido. Que el viaje sea tranquilo y llevarlos seguros al destino final. Atender sus expectativas con buena forma”, afirma
“Eso lo aprendí, abunda, de mis colegas y de la dirección de la unidad en esos años de espera, y lo reafirmé en la escuela nacional, institución a la que como a mis compañeros les agradezco la formación.”
La evocación de un sueño…
En el mes de abril del 2006 Asbel llegó a la UEB, y a pesar de su juventud, sin complejos empuñó escobas, recogedores y otros implementos y se destacó como auxiliar de limpieza, “era la única plaza disponible en ese momento, y era, también, la oportunidad de acercarme al sueño de mi vida: conducir una guagua”.
Había dejado atrás la filial tunera del Instituto de la Reserva Estatal, “allí manejaba un carro chiquito, con licencia de cuarta, pero yo seguía pensando en las guaguas, por esa razón hice el cambio aunque a muchos les parecía mal.
De muchacho le obsesionaba esa idea, que después supo era una profesión de alto riesgo y de mucha responsabilidad, desafíos que estaba dispuesto a enfrentar –y enfrenta- y no le hicieron abandonar sus intenciones.
Recuerda que “cuando veía a mi primo Gilberto manejando una guagua de Transportes Escolares yo sentía una sana envidia. Ese era el sueño de mi vida y no iba a renunciar por nada”, afirma categórico y no renunció.
Los primeros pasos hacia el oficio deseado
El cambio marcó el primer paso en la conquista del oficio deseado, y de esos primeros años recuerda: “Como auxiliar de limpieza estuve solo unos meses, entonces pasé para la brigada de mantenimiento”, dice y enfatiza que chapeó, construyó, dio mantenimientos en oficinas y otras áreas…
Comenta que realizaba, lo que hiciera falta sin quejas y sentía la misma emoción de la infancia cuando veía entrar y salir a las guaguas o desplazarse por la plazoleta, y, al mismo tiempo, presentía que no faltaba mucho tiempo para escalar el peldaño deseado, “en la brigada tampoco estuve mucho tiempo, porque integré el grupo de fregadores de Yutong y ahí me permitieron comenzar a practicar rumbo a la licencia de segunda”.
Más adelante dio un salto hacia el peldaño esperado, pues apareció una plaza parqueador, pero “no tuve tiempo para eso, porque me dieron la posibilidad de asumir como chofer del carro de guardia, el que recoge y traslada a los trabajadores. Me hicieron como prueba un recorrido Las Tunas-Amancio-Las Tunas y los resultados fueron positivos”.
“Ya estaba más cerca de materializar mi sueño”, exclama con la misma emoción del momento en el que con la ansiada licencia de segunda sentía aproximarse el premio a su perseverancia.
Pasados los 10 años…
Para ascender a la plataforma, es decir para conducir una Yutong, tuvo que esperar el lustro de experiencias previsto en el reglamento y ostentar la categoría de Chofer A, y tras esos requisitos fue para La Habana, cursó la Escuela de la Empresa de Ómnibus Nacionales y el 5 de abril de 2016 retornó con las competencias y las habilidades exigidas para conducir estos carros.
“Casi una década después coroné mi meta personal y profesional”, exclama ahora con la misma alegría con la que pro primera vez tomó y apretó con sus manos el volante de una flamante guagua Yutong.
Asbel recalca que cuando se aferra al timón ha dejado todos los problemas en la casa, “porque manejar exige mucha concentración”, y reitera que lo hace pensando en las personas que lleva a bordo y en la despedida familiar con un: “Cuídate mucho, aquí te esperamos”.
Las otras pasiones de Asbel
Viajeros de diversas rutas que unen a la ciudad de Las Tunas con La Habana, Amancio, Santiago de Cuba… ponderan su sentido de la ética y de la responsabilidad individual, porque “de nosotros (los choferes) depende todo, principalmente la seguridad de los pasajeros y del medio de transporte”.
El colectivo elogia sus conocimientos empíricos de mecánica y su disposición a colaborar en la reparación de estos medios de transportes tan necesarios y tan golpeados por las carencias de piezas de repuesto, neumáticos y otros recursos que el bloqueo norteamericano hace más difícil adquirir.
Es común encontrarlo vestido de overol y llave en mano mejorando el estado técnico de su carro o ayudando a cualquiera de sus compañeros después de rendir viaje.
“Es un ejemplo para todos nosotros y para los jóvenes de la unidad a quienes inculca valores. Aquí tenemos funcionando tres motores que Asbel ha reparado”, afirma Aramís Castellanos Díaz, especialista principal del Departamento de Ciencia y Técnica.
En la despedida Aramís sentencia: “Hay personas que son escuelas y ese es el caso de Asbel”.
Acerca del autor
Licenciado en Periodismo (Universidad de Oriente, 1986), máster en Ciencias de la Comunicación (Facultad de Comunicación Universidad de La Habana, 2010). Inició como colaborador (1999) y desde el 2008 es corresponsal de Las Tunas. Profesor adjunto de la Universidad de Las Tunas con categoría de asistente. Cumplió misión en la República de Haití (2000) y en la República Bolivariana de Venezuela (2018-2021). Es colaborar del Periódico 26 y de la emisora provincial Radio Victoria.

