“En una guerra nuclear el daño colateral sería la vida de la humanidad”.
Fidel Castro Ruz en la clausura del XI Festival Mundial
de la Juventud y los Estudiantes, en La Habana, el 5 de agosto de 1978
Entre 1960 y 1996, en la llamada Polinesia francesa, científicos y militares galos realizaron más de 130 ensayos nucleares, la mayor concentración de este tipo de experimentos en un mismo lugar. La radiación ha afectado a la fauna marina y a la población local, incrementándose los casos de cáncer y otros problemas de salud debido a la radiación.

Algunos de esos territorios del Pacífico, entre ellas el atolón de Muroroa, permanecen como almacenes de desechos nucleares. El lugar está a punto de fragmentarse, lo que podría provocar un tsunami que causaría una gran catástrofe por la gran cantidad de material radiactivo que liberaría al océano.
Como Francia en la Polinesia, todas las potencias nucleares tienen una lista de víctimas que han sufrido por adelantado los riesgos de una conflagración mundial donde no habría ganadores.
¿Bomba atómica o nuclear?
Las bombas atómicas y las nucleares son los artefactos explosivos más mortíferos creados por el hombre. La primera utiliza la energía resultante de la división de los átomos (fisión); mientras que la segunda (también llamada termonuclear o de hidrógeno) aprovecha la energía que liberan los átomos ligeros cuando se unen (fusión) para formar núcleos más grandes.
En ese proceso algunos modelos de bombas nucleares emplean la energía que libera la explosión de varias pequeñas bombas atómicas contenidas dentro de ella misma.

La potencia explosiva de una bomba termonuclear puede ser cientos o miles de veces mayor que la de las bombas atómicas. La fuerza de las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, por ejemplo, se midió en kilotones (mil toneladas del explosivo conocido como TNT); mientras que las termonucleares se miden en megatones (un millón de toneladas).
¿Qué es el uranio?
El uranio es un elemento químico que se usa como combustible en la mayoría de los reactores nucleares donde ocurre la fisión de forma controlada. En ese contexto el núcleo de un átomo de uranio (especialmente el isótopo uranio-235) se divide en dos partes más pequeñas, lo cual libera una cantidad de energía suficiente como para provocar una reacción en cadena que eleva la temperatura del agua del reactor hasta convertirla en vapor, este acciona las turbinas y se genera electricidad de manera muy parecida a una planta térmica convencional.
El uso del uranio en armas nucleares demanda un 90 % de concentración del isótopo 235. El proceso de “enriquecimiento” se realiza en plantas de alta tecnología.

La energía que libera una explosión nuclear (sea de uranio o plutonio, otro de los elementos químicos usados con ese fin) pueden destruir ciudades enteras y causar miles de muertes instantáneas. La radiación emitida durante, y después de la detonación, causan enfermedades graves. Los desechos nucleares y la contaminación radiactiva afectan el ecosistema por décadas.
Arsenales nucleares
La verdad sobre la cantidad de armas nucleares que existen en el mundo es un secreto bien guardado. Expertos, militares y pacifistas trabajan con estimados y conjeturas de estadísticas que podrían no ser reales.
No obstante, hay datos inobjetables: hoy existen armas nucleares de largo, mediano y corto alcance capaces de alcanzar objetivos en todo el mundo; y los arsenales nucleares actuales son varias veces más potentes que las bombas atómicas que arrasaron Hiroshima y Nagasaki en 1945.
A pesar de la tendencia al rearme en algunas regiones, el número total de ojivas ha disminuido drásticamente con respecto a 1986, cuando existían más de 70 mil 300 armas nucleares. Sin embargo, la cifra actual aún supera con creces lo que un estudio del 2018 definió como “límite pragmático” de seguridad (100 por país).

El informe anual del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI) refiere que hasta enero del 2025 existían 12 mil 241 ojivas nucleares en el mundo. Unas 9 mil 614 de ellas están listas para ser usadas, se encuentran en arsenales militares o desplegadas en bases de misiles y bombarderos estratégicos, fundamentalmente de Rusia y Estados Unidos.
Tras el colapso de la URSS, en 1991, las repúblicas de Bielorrusia, Ucrania y Kazajastán transfirieron a Rusia las armas nucleares soviéticas que tenían en su territorio a cambio de garantías internacionales de su seguridad.
Desde el punto de vista regional, Europa es el territorio con mayor concentración de armas nucleares: tienen las emplazadas por tres de potencias nucleares (Rusia, Reino Unido y Francia) y también las desplegadas por EE.UU. en cinco naciones parte de la OTAN (Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía).
Francia tiene misiles nucleares para ser lanzados desde submarinos y desde el aire; el Reino Unido, en cambio, sólo tiene armas nucleares en submarinos. Ambos países han revelado públicamente cifras del tamaño y la naturaleza de sus arsenales, pero no aceptan ser parte de acuerdos para el control de armas como en su momento hicieron EE.UU. y Rusia.
EE.UU., Reino Unido y Francia han reconocido que sus armas nucleares sirven de “paraguas” a la OTAN: “Un ataque a un miembro se considerará un ataque a toda la alianza”, dicen.

El arsenal nuclear de China supera al de del Reino Unido y Francia juntos; mientras que India, Pakistán e Israel van detrás y aventajan a la República Popular Democrática de Corea que se retiró en el 2003 del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y controla decenas de ojivas nucleares y los misiles que las transportan.
Lo que antes era un poder concentrado en manos de unas pocas potencias se ha dispersado, creando una multipolaridad que erosiona los esquemas clásicos de disuasión establecidos durante la Guerra Fría.
El mundo en riesgo
“El panorama actual se caracteriza por la fragmentación y volatilidad crecientes, con múltiples focos de tensión y dinámicas impredecibles. La aparición de nuevos actores, tanto estatales como no estatales, agrava significativamente la inestabilidad global, ya que muchos de ellos tienen acceso o aspiran a obtener armas nucleares”, asegura el doctor en Derecho Víctor Cortizo Rodríguez, experto en Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco de Vitoria, de Madrid, y miembro de Asociación Hispana de Estudios de China.
“La creciente dependencia de tecnologías digitales introduce un nuevo y alarmante frente de riesgo: los ciberataques dirigidos a los sistemas de control nuclear que podrían provocar consecuencias devastadoras”, añade Cortizo Rodríguez.

La combinación de desconfianza, desestabilización regional y avance tecnológico en un entorno multipolar exige una respuesta coordinada y urgente por parte de la comunidad internacional. El diálogo, el control riguroso de las tecnologías nucleares y la educación global son los caminos para detener esta carrera loca hacia la destrucción de la civilización, alertan expertos en la materia.
En el escenario de rivales que mucho dicen y poco escuchan, aparece China como un actor que, si bien es una potencia nuclear con arsenales en crecimiento, plantea un discurso de moderación desde la diplomacia. El gigante asiático ha insistido en la necesidad de “promover el diálogo y la consulta” y en que “no debe librarse una guerra nuclear”.
Entre los desafíos actuales aparece el control del comercio de tecnologías sensibles como forma de evitar que estas capacidades caigan en manos de actores emergentes que no participan activamente en la comunidad internacional ni respetan sus valores.
Los actores emergentes o no estatales son, en términos generales, entidades que no están alineadas ni relacionadas con ninguna nación específica, pero afectan la política y la economía internacionales. Dos actores no estatales particularmente peligrosos e influyentes son las organizaciones terroristas y el mercado negro internacional de materiales de armas de destrucción masiva, incluidas las biológicas y nucleares.
Comprometida con el desarme nuclear
Por iniciativa de Cuba y con el apoyo del Movimiento de Países No Alineados, la Asamblea General de las Naciones Unidas realizó, el 26 de septiembre de 2013, una Reunión de Alto Nivel sobre Desarme Nuclear, primera dedicada al tema en la historia de las Naciones Unidas.

Semanas más tarde, la resolución de seguimiento al evento estableció el 26 de septiembre como Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares y solicitó el inicio, con urgencia, de negociaciones para una convención internacional que erradicara las armas nucleares, devenida en el Tratado sobre la Prohibición de la Armas Nucleares (TPAN), en vigor desde el 2021.
Cuba fue el quinto país en ratificar esta primera norma jurídica internacional que califica el uso de las armas nucleares como un acto contrario al Derecho Internacional y al Derecho Internacional Humanitario.
La región latinoamericana y caribeña adoptó en 1967 el Tratado de Tlatelolco. La mayor de las Antillas lo firmó en el 1995 y lo ratificó en el 2002. Ese compromiso fue reiterado por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en declaraciones especiales y en la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada en su II Cumbre (La Habana, 2014).
La Constitución aprobada por los cubanos el 24 de febrero del 2019 ratificó que el país “promueve el desarme general y completo y rechaza la existencia, proliferación o uso de armas nucleares, de exterminio en masa u otras de efectos similares”.
La guerra iniciada por Israel el pasado 13 de junio contra Irán mantiene al mundo en vilo. Una de las partes, la potencia sionista, posee armas nucleares y este sábado EE. UU. (también potencia nuclear) bombardeó zonas vinculadas al programa nuclear persa que ambos pretenden frenar.
Más de 20 científicos que trabajaban en el desarrollo nuclear con fines pacíficos (propósito reiterado por el Gobierno iraní y confirmado por expertos de organismos internacionales) han sido asesinados por Israel desde el 2010 hasta la fecha.
En la última semana, la metralla israelí se ha ensañado contra ese personal altamente calificado y no solo los ha bombardeado en fábricas y centros de investigaciones, también les dio caza en sus propios hogares, con misiles que acabaron con la vida de familiares y vecinos.
En ese contexto, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha condenado enérgicamente los bombardeos de Estados Unidos contra instalaciones nucleares de Irán, los cuales constituyen, dijo, «una peligrosa escalada del conflicto en Oriente Medio».
La Cancillería de la Mayor de las Antillas había realizado un “llamado urgente a encontrar la paz, mediante el diálogo y las negociaciones sin precondiciones ni bajo presión”.
El riesgo de que el conflicto escale a una conflagración mayor es real. El mundo está amenazado por la existencia de armas nucleares en países donde la sensatez parece estar de vacaciones.
Misil Balístico

–Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares (1963): Proscribe las pruebas nucleares en la atmósfera, el espacio y bajo el agua, solo admite las subterráneas. Fue un paso inicial hacia el control de ensayos.
–Tratado de Tlatelolco (1967): Establece a América Latina y el Caribe como una zona libre de armas nucleares. Es el primer acuerdo de este tipo en una región habitada. Tiempo después se pactaron acuerdos regionales similares: África (Pelindaba, 1996), Sudeste Asiático (Bangkok, 1995), Pacífico Sur (Rarotonga, 1985), y Asia Central (2006).
– Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP): Entró en vigor en el 1970 y es el más importante. Busca evitar la expansión de armas nucleares, promueve el desarme y fomenta el uso pacífico de la energía nuclear. Lo han firmado 191 países. Potencias como India, Pakistán e Israel no lo han suscrito. Está prevista una conferencia de revisión para el 2026.
–Tratado sobre los Fondos Marinos (1971) y Tratado del Espacio Ultraterrestre (1967): Ambos prohíben el emplazamiento de armas nucleares en el fondo del mar, el subsuelo y el espacio, respectivamente.
–Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT): Adoptado en 1996, prohíbe todos los ensayos nucleares, pero aún no ha entrado en vigor porque muchos países clave no lo han ratificado.
– Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Nuevo START, 2011): único acuerdo bilateral entre Rusia y Estados Unidos que busca el control de armas nucleares. Estableció un límite de mil 550 ojivas nucleares desplegadas por país. También sobre la cantidad de misiles balísticos intercontinentales (ICBM) y los lanzados desde submarinos (SLBM) y bombarderos pesados. Diseñó un sistema de inspecciones mutuas y de verificación, basado en “confiar, pero verificar”. En febrero del 2023, Rusia suspendió su participación y en junio del presente declaró no tener intenciones de reanudarlo, lo cual deja al mundo sin un marco legal adecuado para el control de armas nucleares entre las dos mayores potencias.
– Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN): Adoptado en el 2017 y en vigor desde el 2021, prohíbe completamente el desarrollo, posesión y uso de armas nucleares. Ha sido firmado por más de 90 países. Su acción se ve limitada porque ninguna potencia nuclear lo ha ratificado, como tampoco lo han hecho la mayoría de los países de la OTAN.

- Década de 1930: El avance científico conduce a la idea de fabricar armas nucleares
- 1941-1945: Proyecto de Manhattan: primera arma atómica
- 1945: EE. UU. detona la primera bomba atómica y poco después la utiliza contra Japón (Hiroshima y Nagasaki) durante la II Guerra Mundial
- 1949: La Unión Soviética prueba su primera arma atómica
- 1952: Reino Unido posee el arma atómica
- 1960: Francia se convierte en la cuarta potencia con armas atómicas
- 1962: Crisis de los misiles en Cuba: el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear
- 1964: China detonó su primera bomba atómica
- 1986: Se revela el programa de armas nucleares de Israel
- 1998: India se declaró un estado con armas nucleares
- 1998: Pakistán probó su primera arma nuclear
- 2006: Corea del Norte realizó su primera prueba nuclear
- 2021: Entra en vigor el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), pero solo ha sido firmado por unos 90 países.


