Como parte de los encadenamientos productivos y en la búsqueda de reanimar las producciones, la Empresa alimentaria y de artículos varios de Artemisa asume la alternativa de producción cooperada, con una forma de gestión no estatal, importadora de harina de trigo.

Osmany de la Paz Acosta, director adjunto de la entidad, explicó que el contrato inicial, con posibilidad de pago inmediato tras la concesión de un crédito bancario, contempla la compra de 22 toneladas de harina importada.
“Rehabilitaremos la venta en las ferias dominicales de la ciudad cabecera, y en otros tres puntos, además de comercializar en barrios vulnerables del resto de los municipios, según disponga el consejo de distribución del gobierno provincial.
Iniciamos primero la producción de un surtido de gran demanda entre los artemiseños: la galleta dulce, en bolsas de 300 gramos por un valor de 180 pesos. La elaboramos en el Complejo Plaza, en el cual disponemos de dos batidoras y un horno de gaveta con tres secciones”, detalló.

En plena producción, el maestro galletero José Enrique Sanabria López, refirió que “la materia prima tiene una calidad acertada, dada su consistencia física y química. El producto será de buena aceptación, pues contamos con el resto de los ingredientes.
“Laboramos en horario extendido, con el respaldo energético de un grupo electrógeno, en función de que las interrupciones eléctricas no afecten la elaboración de la masa, el tiempo de horneado, ni por supuesto los compromisos productivos”.
Las manos de las operarias Josefa Tellez, Yaidalis Lara, Mileidis Valdés y Yaricel Chirino no se detienen al embolsar la galleta en la fábrica Dulcinea, mientras, hay quien pesa y otros sellan para listar el producto hacia su destino final.
“Aunque el salario es muy bajo, solo unos dos mil pesos mensuales, si no producimos ni siquiera ganamos eso, por ello lo que necesitamos es sostener esta producción cooperada para contar con la materia prima y producir más. El pago a destajo es la modalidad que motiva al colectivo”, dicen casi a coro.
Otras fábricas de galletas, La Kari y el Gozo, ubicadas en Artemisa y Quiebra Hacha, municipio de Mariel, respectivamente, también se activarán de manera paulatina con esta materia prima convenida, pero en ellas hornearán galletas de sal.

El Complejo Plaza dispone también de una deshidratadora con panel solar, donada a la entidad con el objetivo de procesar harina de yuca, que a decir del maestro galletero se puede experimentar como extensor en dulces, panes u otras producciones de la Empresa Alimentaria.

Ante la contingencia energética que afecta al país la deshidratadora, además de usar energía renovable, pudiera ser una vía para obtener otra harina que reduzca los costos de materias primas y así el precio minorista de cara al pueblo, explicó De la Paz Acosta.
Acerca del autor
Desde 2005 el periodismo me abre las puertas en Radio Artemisa, con la posibilidad de reorientar mi carrera al cursar estudios en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Soy licenciada en Educación, en la especialidad de Defectología, y ya había cumplido varias tareas, incluso en la Unión de Jóvenes Comunistas.
Los resultados en el medio radial me condujeron a que, en 2011, al crearse la provincia de Artemisa, ocupara la responsabilidad de Corresponsal Jefa de la Agencia de Información Nacional, nombrada poco después Agencia Cubana de Noticias.
En ese mismo tiempo, alternaba como parte del ejecutivo de la Unión de Periodistas de Cuba, en el territorio, y posteriormente me desempeñé como su Presidenta; hasta que, en agosto de 2014 la dirección del Partido me designó directora del su Órgano Oficial, el periódico El Artemiseño, labor que continúo desempeñando.
Las funciones de dirección siguen aportando a la pasión por el periodismo, de ahí que mantenga publicaciones del acontecer de mi provincia en mi órgano de prensa Artemiseño, y en medios nacionales de comunicación, con mayor estabilidad, y representando tanto de compromiso como de orgullo, en el periódico Trabajadores.






Con el parche puesto: El horno está pa´ galleticas, tambien el estribillo cancionístico de los «Van Van» clamando por el deseo de lo que quería: sencillamente un pan; no un pan de ajo, ni de cebolla, ni ajonjolí sino un pan. Ambos, hoy, si lo hacen panaderos del Estado o privados (muchas veces en ambos casos el mismo dueño de los insumos) requieren de la importación de saberes sobre el oficio, de una recapitalización de saberes sobre cómo hacerlo. O sea que es el privado quien suministre los insumos alimenticios y el Estado apoderarse de la producción y comercialización. Al respecto le digo que si la calidad y precios del producto final es buena al consumidor, al «amigo Pascual», le da igual. Así que manos a la obra. Sobre las galletitas dulce horneadas en panaderías del Estado no vendría mal poner el parche antes de la gotera; es de suma importancia que tanto el panadero asi como el Departamento de control de la calidad recuerden a aquellas galleticas dulce que circulaban y se apilaban en cafeterias y otras instituciones, ellas como producto-galleta venían envaladas en jabas de nylon amarradas por el cuello con una cinta; recuerden que eran tan duras, pero tan duras que los primeros negocios privados las compraban como insumo; las molían nuevamente y con el alto contenido de vainilla que traían, los particulares saborizaban otros dulces más suaves o, añadian la galltica molida a batidos, elados y otros productos, alguno mejores otros iguales o peores a la galletica original. Gracias