Sancti Spíritus.— Cuando Daniel leyó y rotuló sobre la hoja de papel aquellas primeras palabras —entre ellas, mamá—, Jeydi Gutiérrez Suárez se sintió titulada nuevamente, aunque para entonces ya acumulaba años de experiencia docente. “Con un diagnóstico de lesión estática en el sistema nervioso central, derivada de una parálisis cerebral al nacer, enseñarlo a leer y a escribir fue un logro infinito. Se lo debo a la constancia y a la dedicación, características inherentes a las madres.

“El corazón de una madre es la fuerza para todo en la vida y uno hace las cosas por amor a ellos. Aunque tengas momentos duros, la madre los olvida a los diez minutos”, refirió la espirituana, sin interrumpir una rutina que incluye tareas domésticas y una respuesta inmediata a las disímiles demandas de su joven hijo.
“Desde mi graduación trabajé en la escuela primaria Federico Engels, de la ciudad de Sancti Spíritus. Por un tiempo fui la maestra ambulatoria de mi niño. Cuando llegó a la edad de secundaria básica me sustituyó una colega especializada en ese período y yo me reincorporé a mi centro.
“Hace dos años el niño comenzó con problemas de salud y me acogí a la ley de madre cuidadora. Se me paga como una asistente social. Ya no ejerzo mi profesión, sin embargo, recibo una remuneración y sigo acumulando años de trabajo para la jubilación.
“Cuando una estudia, se prepara y está adaptada a tener una vida social, te sientes útil a la sociedad. La decisión de abandonar la carrera que tomó años de esfuerzo resulta compleja. Son momentos difíciles que la vida nos pone en el camino y es duro enfrentarlos.
“Pero no hacemos nada con ser mucho en la calle y poco en la casa. Estos niños son muy dependientes de la madre y nadie comprende ni lleva a cabo el cuidado de ellos como la mamá. Me siento contenta de estar para él. Tengo momentos de estrés, de agobio, y también de felicidad, de recompensas con su actitud.
Siento la satisfacción personal de que dejé algo que valía en la vida, una profesión, por otra que vale mucho más. Lo que uno haga por ellos siempre es poco porque los hijos son lo más importante, independientemente de la forma en que nos toquen en la vida”.