La lucha continuaba

La lucha continuaba

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 “A nosotros nos ha correspondido el privilegio o el derecho de empezar a hacer esa Revolución, a nosotros nos ha correspondido la oportunidad de comenzar.  A ustedes sí que les corresponderá el privilegio de llevarla adelante.”

Fidel Castro Ruz

La lucha revolucionaria, que no había cesado en la etapa del presidio político, continuaba ahora en las calles; en las calles que el tirano consideraba suyas.

Los esbirros de la tiranía, siguiendo órdenes expresas de Batista, mantuvieron sobre los amnistiados una feroz persecución, hostigamientos y amenazas de muerte, no obstante encontrarse estos, supuestamente en el pleno disfrute de sus derechos ciudadanos.

 

 

Declaraciones a la prensa después de la salida de prisión. Foto: Escambray

 

Así, por ejemplo, el local de la planta de radio donde Fidel hizo uso de la palabra poco después de salir de prisión fue ocupado por la policía y sustraídos sus documentos; el 20 de mayo agentes represivos irrumpieron en la casa del combatiente Pedro Miret sin orden judicial, y también esa misma noche se impidió efectuar un mitin de recibimiento a los presos políticos en la escalinata universitaria, mitin en el cual Fidel, a solicitud de la Federación Estudiantil Universitaria, debía hacer el resumen.

A través de la prensa Fidel denunció estos desmanes y llegó a la siguiente conclusión:

Quienes así actúan y así provocan no pueden desear la convivencia pacífica en instantes en que el país está tan urgido de sosiego.

En tales circunstancias, ¿cómo puede pensarse que los exiliados regresen a Cuba, si a los que acaban de salir de las prisiones hace apenas cinco días, ya se les está persiguiendo con indisimulada saña?

Además de otros artículos y declaraciones que aparecieron en el periódico La Calle tales como «Quieren mi cabeza los hombres de Batista», «Lo que iba a decir y me prohibieron», «Frente al terror y frente al crimen», y «Aquí ya no se puede vivir», en los cuales desenmascaró la demagogia y la felonía de la dictadura.

El régimen, que temía al curso que tomaban los acontecimientos, determinó clausurar el periódico La Calle y a la vez el ministro de Comunicaciones dictó una resolución en la cual se prohibió a Fidel el uso de los medios de difusión masiva, tales como la radio y la televisión, con el objetivo de que el pueblo no se informase de lo que realmente acontecía.

Pero de nuevo Fidel respondió con estas declaraciones:

Después de seis semanas en la calle y ver las intenciones de la camarilla gobernante dispuesta a permanecer en el poder veinte años, como piden los adulones y aprovechadores sin conciencia, ya no creo ni en las elecciones generales. Cerradas al pueblo todas las puertas para la lucha cívica, no queda más solución que la del 68 y la del 95. Hay que reparar el ultraje que significa este régimen para todos los que han caído por la dignidad de Cuba, desde Joaquín de Agüero hasta Jorge Agostini.

Con estas palabras Fidel resumía la firme decisión del Movimiento 26 de Julio de empuñar las armas para llevar a cabo la lucha revolucionaria y de liberación nacional en Cuba.

Producto de la intensa persecución del régimen, se llegó a la conclusión de que el Jefe del Movimiento 26 de Julio y una parte de sus miembros debían marchar temporalmente al exterior para organizar en un país cercano, el destacamento armado que iniciaría la lucha en Cuba.

Las pocas semanas que Fidel estuvo en Cuba luego de decretarse su amnistía fueron sumamente fructíferas. En ese corto tiempo creció de manera extraordinaria su prestigio de dirigente revolucionario y genuino representante de los intereses del pueblo trabajador. En torno a Fidel comenzaron a aglutinarse numerosas figuras de reconocido valor revolucionario, y el Movimiento 26 de Julio se nutrió de nuevos militantes procedentes de otras organizaciones combativas.

 

Foto: Archivo PCC

Así sucedió, por ejemplo, con Frank País, Pepito Tey, Vilma Espín y otros que pertenecían a la Acción Libertadora Nacional, organización de considerable arraigo en Oriente; otro caso significativo fue la incorporación de luchadores como Armando Hart y Faustino Pérez que hasta entonces habían sido dirigentes del Movimiento Nacional Revolucionario.

 

La presencia de Frank País en el Movimiento 26 de Julio tuvo gran importancia como consecuencia de la popularidad que tenía este dirigente dentro de la población oriental y su firme posición a favor de la lucha armada revolucionaria.

 

En los primeros días de julio de 1955, Fidel partió rumbo a México, al exilio forzoso y necesario para preparar la lucha.

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