Presidio Político, fragua de combate

Presidio Político, fragua de combate

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“A nosotros nos ha correspondido el privilegio o el derecho de empezar a hacer esa Revolución, a nosotros nos ha correspondido la oportunidad de comenzar.  A ustedes sí que les corresponderá el privilegio de llevarla adelante.”

Fidel Castro Ruz

 

A fines de 1953, los sobrevivientes del asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y en Bayamo, en virtud de las sanciones que se les impusieron, fueron trasladados de la cárcel de Boniato, en la antigua provincia Oriente, al mal llamado Presidio Modelo, de la entonces Isla de Pinos.

 

Imagen: Monografía de la Isla de la Juventud, cuentas en X de Roberto Morales Ojeda y del Poder Popular del Municipio Especial

 

A su llegada fueron arrojados en la última galera, sin posibilidades de contacto con el resto de la población penal. Sin desanimarse organizaron rápido diversas actividades de contenido revolucionario, muy especialmente, las relacionadas con la superación cultural y política.

Un consejo de dirección integrado por los propios combatientes se reunía una vez a la semana para analizar los principales acontecimientos ocurridos, planificar el estudio y velar por la asimilación de los compañeros.

Fundaron una escuela y la nombraron Abel Santamaría, donde los de menor nivel cultural recibían clases de Matemáticas, Español, Geografía e Historia, y los de mayor nivel, de Historia, Geografía, Filosofía y Oratoria.

Fidel Castro era el encargado de impartir Filosofía y Raúl ofrecía Oratoria, esta última versaba, en particular acerca de temas de interés político y social.

Asiduamente, en torno a una larga mesa, cada uno hablaba del tema escogido y luego el resto intervenía, estableciéndose el debate.

Crearon también la biblioteca Abel Santamaría, en la cual tenían libros como Así se templó el acero, de Nicolás Ostrowski, Los miserables de Víctor Hugo y hasta un compendio de la obra El capital, de Carlos Marx.

Las labores de servicio y limpieza eran realizadas de forma rotativa por ellos, quienes, además, organizaron una cooperativa para distribuir equitativamente los alimentos, medicinas y otros artículos que recibían de sus familiares.

Hubo un hecho muy ilustrativo de la actitud firme y unidad que mantuvieron los combatientes: para febrero de 1954 estaba planificada una visita de Batista al Presidio Modelo; días antes y no obstante el aislamiento a que estaban sometidos, recibió información acerca de ese encuentro, por lo cual, a propuesta de Fidel, decidieron manifestar su disposición de lucha frente al tirano y a su vez rendir homenaje a los caídos.

Cuando Batista junto a otros testaferros y guardaespaldas transitaban por una de las galeras, Juan Almeida, – encargado de avisar la cercanía de la nefasta comitiva – alertó a sus compañeros.

De pronto treinta pechos emocionados entonaron fuerte la letra del Himno del 26 de Julio. El tirano impávido se detuvo mientras dos guardaespaldas en un alarde de fuerza sacaban sus pistolas.

La represión que siguió fue terrible. A muchos de los confinados en celdas aisladas por más de quince días; Agustín Díaz Cartaya, autor de la marcha, sufrió salvajes torturas y a Fidel Castro lo separaron e incomunicaron del grupo.

Sin embargo, el aislamiento no impidió la comunicación entre ellos, ya que se las ingeniaron para lanzar una pelota de tela, considerada como el correo aéreo, a determinadas horas con las noticias más significativas.

Fidel mientras tanto no descansaba un momento; se dedicaba a escribir, orientar, a reafirmar entre los prisioneros lo justo de su causa y su confianza en las masas. También enviaba cartas a los luchadores que estaban en la calle y al pueblo en general, por ejemplo, el Mensaje a Cuba que sufre, documento que circuló de forma clandestina por el país en diciembre de 1953, donde daba a conocer los crímenes cometidos por la tiranía en la provincia oriental.

El 17 de abril de 1954 envió a Melba Hernández y Haydée Santamaría una carta con las siguientes observaciones:

  • No se puede abandonar un minuto la propaganda porque es el alma de toda la lucha (…) Es preciso que se conmemore además dignamente el 26 de julio. Hay que lograr de todas maneras que se dé un acto en la escalinata universitaria; será un golpe terrible al gobierno que es necesario preparar desde ahora mismo con mucha inteligencia…
  •  Hay que coordinar el trabajo entre la gente nuestra de aquí y la del extranjero…No admitir ningún género de su subestimación; no llegar a ningún acuerdo sino sobre bases firmes, claras, de éxito probable y beneficio positivo para Cuba. De lo contrario es preferible marchar solos y mantener ustedes la bandera en alto hasta que salgan estos muchachos formidables que están presos y que se preparan con el mayor esmero para la lucha.

 

Desde el Presidio, la Generación del Centenario fortaleció su conciencia revolucionaria y su convicción acerca de que la lucha armada era el camino acertado para la liberación de Cuba.

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