EE. UU.-China, guerra de aranceles

EE. UU.-China, guerra de aranceles

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Recientemente, a propósi­to de la guerra de arance­les desatada por EE. UU. contra China, un analista del Financial Times co­mentó que los estadouni­denses quieren llevar za­patillas Nike, no hacerlas, y aunque se vieran obliga­dos a fabricarlas no esta­rían preparados “porque carecen de la cualifica­ción y actitud necesarias”.

Los presidentes Xi Jinping y Donald Trump durante la Cumbre del G-20 efectuada en Osaka, Japón, junio del 2019. Foto: Tomada de AP

Esa diferencia, esen­cialmente cultural, fue denunciada también por un influencer chino, quien reconoció que en los últimos 40 años la relación comercial han sido ventajosa para ambos países. La asimetría ha estado en qué hizo cada parte con la riqueza generada: la oligarquía de la potencia ameri­cana se la gastó en lujos, mientras el Estado chino invertía en el desa­rrollo del país.

Si Estados Unidos quiere ir en la dirección de excluirse de nuestro mercado, no vamos a preocuparnos, explicó el abogado y exdiplomático chino Víctor Gao. China ha estado aquí 5 mil años, la mayor parte del tiempo no había EE. UU. y sobrevi­vimos. Esperamos hacerlo por otros 5 mil años más.

 

¿Patadas de ahogado?

La Administración General de Aduanas del gigante asiático pu­blicó que durante los tres primeros meses del 2025 el valor denominado en yuanes de los intercambios co­merciales con el resto del mundo aumentó 1,3 por ciento. Las expor­taciones crecieron un 6,9 % frente al mismo período del año anterior, mientras que las importaciones se redujeron un 6 por ciento.

Otras fuentes aseguran que el intercambio comercial entre am­bos países en el 2024 superó los 585 mil millones de dólares, con ventaja para China, que exportó casi 440 mil millones al mercado norteño e importó de allí 145 mil millones.

Ese comercio bilateral registró un alza del 4 % interanual en el primer trimestre de 2025. Sin em­bargo, numerosos expertos vatici­nan que se reducirá significativa­mente como resultado de la política de Trump.

Tales cifras, y otras que hablan del rol de China en la economía glo­bal, respaldan el criterio de aque­llos que ven el regreso de Trump como una clara expresión de la pérdida de la hegemonía estadou­nidense. Son las patadas de aho­gado de una potencia que se resiste a dejar de serlo, aunque para ello deba recurrir a valores supremacis­tas antidemocráticos y a métodos trumposos para ejercer el poder.

Con su política arancelaria, el mandatario convirtió al mundo en un mercado donde el comprador nunca se siente seguro. En su opi­nión valió la pena, al menos eso ha dicho al reconocer que más de 75 países le han contactado para nego­ciar nuevos acuerdos comerciales, lo cual le inspiró la “pausa arance­laria parcial” de 90 días anunciada el pasado 9 de abril.

La excepción ha sido China, que se plantó firme y avisó que no tiene prisa.

 

Made in China

El origen chino de gran parte de los artículos de uso cotidiano en EE. UU., incluida la gorra MAGA de Trump, adereza el pánico cau­sado por la disputa arancelaria. Compañías como Temu y Shein, líderes del mercado en línea chino, han visto dispararse sus ventas en los primeros meses del año ante actitudes de acaparamiento adop­tadas por compradores estadouni­denses temerosos del incremento de precios.

Hasta el momento, China pe­naliza con tasas de hasta el 125 % a los productos de EE. UU.; mien­tras la nación asiática recibe aran­celes irracionales del 245 por ciento. No obstante, el presidente Trump confía en que “algo muy beneficio­so para ambos países” saldrá de la confrontación.

Dado que ya no existe ninguna posibilidad de que el mercado acep­te el intercambio bilateral de pro­ductos, China no prestará atención alguna, señaló con serenidad un portavoz del Ministerio de Comer­cio chino.

En días recientes, autoridades estadounidenses dieron a conocer una dispensa arancelaria a los te­léfonos celulares y otros artículos tecnológicos chinos; mientras eva­lúan qué hacer con el mercado de materias primas y en tierras raras controlado por Beijing y que ellos necesitan.

China, por su parte, anunció que sus tres aerolíneas más impor­tantes, Air China, China Eastern Airlines y China Southern Airlines, han suspendido la compra de las 45, 53 y 81 aeronaves que, respec­tivamente, habían conveniado con Boeing hasta el 2027.

Estos son apenas algunos de los lances más recientes de una batalla de impredecibles consecuencias, al­gunas alertadas por el presidente Xi Jinping: “La guerra comercial desa­tada por EE. UU. erosionará el sis­tema de comercio internacional, la estabilidad del orden económico glo­bal y los intereses legítimos de todos los países del mundo, especialmen­te de los países en desarrollo”.

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